PSOE

El PSOE asume que votará la abstención dividido

Una mayoría de diputados apuesta por evitar elecciones, aunque no habla de abstenerse. Los acólitos de Sánchez mantendrían el «no» a Rajoy aunque suponga romper la disciplina de voto

El ausente. El hasta ahora secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no acudió ayer al Congreso, dejando su nuevo escaño vacío junto al de Patxi López y debajo del de Eduardo Madina
El ausente. El hasta ahora secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no acudió ayer al Congreso, dejando su nuevo escaño vacío junto al de Patxi López y debajo del de Eduardo Madinalarazon

Una mayoría de diputados apuesta por evitar elecciones, aunque no habla de abstenerse. Los acólitos de Sánchez mantendrían el «no» a Rajoy aunque suponga romper la disciplina de voto

Las consecuencias del cruento Comité Federal siguen coleando y la onda expansiva de la implosión del PSOE ha llegado hasta el Grupo Parlamentario Socialista, donde la correlación de fuerzas entre sanchistas y críticos sigue dividiendo el partido. La reunión del grupo de la semana pasada fue la antesala del desastre. Allí se percibieron claramente las profundas discrepancias entre ambos «bandos» –utilizando la terminología del ex secretario general–, que provocaron que el miércoles dimitieran 17 miembros de la Ejecutiva federal y que el sábado culminaron con la caída de Pedro Sánchez. Ayer unos y otros volvieron a sentarse frente a frente y por primera vez después del lamentable espectáculo que protagonizaron en un Comité Federal que pasará a la historia por lo esperpéntico y dramático de los acontecimientos. Tres días no han sido suficientes para «coser» el partido y, por ello, la imagen que trasladaron ayer los socialistas fue de profunda fractura, motivada de nuevo por el desencadenante de su crisis interna: qué posición defender ante una investidura de Mariano Rajoy. «La división en el grupo es lo que me preocupa y lo que tengo que evitar», dijo el presidente de la gestora, Javier Fernández, a su llegada al Congreso.

Casi tres horas de reunión y una veintena de turnos de palabra sirvieron para arrojar algo de luz sobre el sentir que prima ahora en el PSOE, una vez superado el yugo del «no es no» implantado por Pedro Sánchez. La mayoría de las intervenciones fueron dirigidas a defender la necesidad de evitar terceras elecciones, aunque sólo algunos valientes –como el ex presidente de Castilla-La Mancha José María Barreda– se atrevieron a abogar abiertamente por la palabra tabú: la abstención. Otros diputados como Antonio Trevín, Ciprià Ciscar o Pedro Muñoz utilizaron otras fórmulas para, con ambages como apelar a la responsabilidad o evitar el bloqueo, llegar al mismo resultado. Una abstención negociada, como explicaba ayer este diario, o técnica, como la definen algunos, a cambio de ciertas reformas que permitan a los socialistas hacer pedagogía entre sus votantes y frenar el avance de Podemos en el espectro de la izquierda. En cualquier caso, la decisión –que implica un fuerte coste ideológico para el partido– ya se ha dejado intuir por el presidente de la gestora, Javier Fernández, y algunos barones territoriales, que en los últimos días evitan defenderla públicamente para no aumentar el desgaste político sufrido tras el Comité Federal. «El horizonte puede exigirnos tomar decisiones dramáticas», destacó Fernández, que –en una entrevista en la Cadena Ser– apuntaba su preferencia por un gobierno del PP «en minoría», en lugar de uno «en mayoría» como resultado de una nueva convocatoria electoral.

Frente a los que defienden esta tesis se ubicaron quienes, a pesar de los últimos acontecimientos, siguen convencidos de la plena vigencia de la negativa a Rajoy, al que afean su incapacidad para llegar a acuerdos y su inmovilismo orientado a provocar unas terceras elecciones, cuyo resultado le beneficia. Esta postura encontró cabida en las intervenciones de Margarita Robles, que ya la defendió ante los medios a su llegada a la reunión; Odón Elorza, que reiteró su apuesta por un gobierno alternativo, o Rafael Simancas, hombre de confianza de Sánchez. Sin embargo, estas voces no encontraron respaldo expreso en los miembros de la depuesta dirección federal, que prefieren mantener el silencio hasta que se pronuncie de nuevo el Comité Federal. Esta tregua dialéctica no supone, sin embargo, que hayan retrocedido un ápice en sus convicciones, tanto es así que están dispuestos a optar por el «no» en una eventual sesión de investidura, aunque suponga romper la disciplina de voto impuesta por el partido, dado que desde la gestora ya se ha confirmado que no se dejará libertad de voto. Su decisión, que les llevaría incluso a hacer campaña por el veto a Rajoy en una hipotética consulta a la militancia, no tiene efectos en la práctica, ya que apenas superan la decena y el candidato popular sólo necesita 11 abstenciones para permanecer en La Moncloa. Que las bases puedan pronunciarse sobre la posición del PSOE en la investidura es una opción que debe aprobar el Comité Federal, por lo tanto todavía no está desechada, aunque tiene pocos visos de prosperar. Ayer, el otrora secretario de Organización César Luena se dirigió a ellas desde el Congreso para pedir «serenidad» y arengarlas, recordando que será la militancia quien decida «lo que tenga que hacer o ser el partido» en el futuro. Las bases son el resorte que Sánchez o alguna persona de su confianza pueden utilizar para volver a tomar las riendas de Ferraz en el congreso extraordinario o encabezar la candidatura a La Moncloa en caso de que se convoquen terceras elecciones.