José Antonio Vera
Embarrando la Constitución
Sería para reír sin parar si no fuera por la gravedad de lo que está pasando
Cada día que pasa el debate sobre la amnistía se enloda más. Ayer, los letrados de la Comisión de Justicia le sacaron los colores al letrado mayor, el muy sanchista Fernando Galindo, al expresar sus serias dudas sobre la constitucionalidad de la ley que exime de toda culpa a Puigdemont y cía, cuando el tal Galindo había expresado lo contrario. Dice Bolaños que, bueno, se evidencia de que hay informes en un sentido y otro, pero la realidad es que nada tiene que ver la opinión de quien fue nombrado por el Gobierno para blanquear la amnistía, como es sabido y reconocido, con la abultada mayoría de aquellos letrados que albergan severas dudas sobre la constitucionalidad de la ley. No es comparable una cosa con la otra, por mucho que diga lo contrario el ministro de Justicia. Aunque la lectura final que algunos hacen, es que se trata es de echar basura sobre la Constitución, probablemente para desprestigiarla. Actividad a la que se ha entregado en cuerpo y alma Conde Pumpido, cuya última pirueta ha sido la sentencia que inhabilita al Tribunal Supremo como tribunal sentenciador a propósito del caso «Rastas», sobrenombre con el que se conoce al ex diputado podemita Alberto Rodríguez. Pumpido corona al TC como tribunal politizado y político, capaz de pisotear al TS hasta el extremo de ningunear sus competencias. Nunca antes se vio semejante ofensiva para degradar al Poder Judicial, liderada por quien se supone debería defender a los magistrados frente a la imposición política. Pero ya sabemos. A Pumpido le gusta mancharse la toga y no pierde ocasión para exhibirlo, auxiliado por el vocal y ex ministro Juan Carlos Campo, y la también vocal y ex empleada de Bolaños, Laura Díez. Ninguno de los tres debería forma parte del TC, por razones probadas de vinculación partidista. Pero en España ahora casi todo empieza a dar igual. Lo cual es más que preocupante. Da igual que se amnistíe a los que dieron un golpe separatista declarando la independencia de Cataluña, o que se blanquea al bilduetarrismo o se ocupe políticamente el TC con voluntad evidente de acabar con la división de poderes.
Por eso toman cuerpo, una vez más, las declaraciones de Felipe González afirmando que la Constitución está siendo «atacada» de forma «despiadada e irracional», estando bajo amenaza los valores que han permitido la convivencia en España. Claro, cuando se pacta con quienes tienen como objetivo destruir la Nación, no se puede pedir nada diferente a eso que manifiestan. Pero sí se puede liarlo todo para aparentar que es constitucional lo que en absoluto lo es. Se hace y se actúa por la vía de destituir al más que profesional letrado jefe Fernández Fontecha, purgado por ser profesional, sustituyéndolo por el recluta sanchista Fernando Galindo. El problema es cuando los letrados del Congreso, en su conjunto, dicen que para sacar adelante la ley de amnistía había que reformar previamente la Constitución. Es obvio: cómo va a ser constitucional una ley que la redactaron quienes se van a beneficiar de ella.
Pues lo va a ser porque así lo quiere Sánchez y lo sancionará Pumpido. Al más puro estilo calabrés. O sea porque, como dijera Albert Rivera en el Congreso de los Diputados, todo esto forma parte del Plan de Sánchez, a saber: penetrar en el poder y consolidarse en él a través de las televisiones afines, las encuestas, el control de la Justicia, el lavado de cara a separatistas, el blanqueo de los filo-etarras y la criminalización del constitucionalismo. ¿Qué cómo lo va a hacer?, se preguntaba Rivera. Y respondía: «Con su banda» de separatas, batasunos y comunistas. Premonitorio sí que era el líder de Ciudadanos, la verdad. Se le olvidó citar a Conde-Pumpido, protagonista fundamental de esta tragicomedia. Sería para reír sin parar si no fuera por la gravedad de lo que está pasando. Tiene razón el ex presidente González: se está atacando la Constitución de manera despiadada. Y pierde España.
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