Génova

Ciudadanos: «Forzamos la caída de Rajoy sin calcular la llegada de Sánchez a Moncloa»

Algunos dirigentes de la formación naranja reconocen que se han «pasado de frenada» y reclaman una redefinición de su espacio político. Rivera busca ahora un hueco a costa de Cataluña, el principal flanco para desgastar al PSOE.

Ciudadanos: «Forzamos la caída de Rajoy sin calcular la llegada de Sánchez a Moncloa»
Ciudadanos: «Forzamos la caída de Rajoy sin calcular la llegada de Sánchez a Moncloa»larazon

Algunos dirigentes de la formación naranja reconocen que se han «pasado de frenada» y reclaman una redefinición de su espacio político. Rivera busca ahora un hueco a costa de Cataluña, el principal flanco para desgastar al PSOE.

De censor, a censurado. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha afrontado todo un movimiento de críticas internas tras la moción de censura, que dejó a su partido fuera de juego en el Congreso de los Diputados. Su altivez por las encuestas y su feroz empeño en apoyar hasta una iniciativa instrumental de Podemos con tal de anticipar unas elecciones generales le han pasado factura. Según fuentes de la formación naranja, en la última reunión de la dirección del partido se alzaron voces en contra de la posición de Rivera con una sensación de desconcierto. «Nos hemos pasado de frenada», reconocen dirigentes de este sector que reclaman una redefinición de su espacio político.

Consciente de ello, el líder de Ciudadanos busca ahora un hueco a costa de Cataluña, el principal flanco para desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez. Sus primeros guiños con la supresión del control financiero de las cuentas de la Generalitat son el punto de arranque de un partido que puede ser «devorado» en el Congreso de los Diputados por un Partido Popular ya situado en la oposición.

La vuelta a los orígenes, con un discurso españolista frente al nacionalismo en Cataluña serán piedra de lanza de la nueva estrategia. «Del desencanto con Rajoy a qué hacemos sin Rajoy». Así definen varios dirigentes de Ciudadanos el nuevo periodo dónde deben plantearse también el desgaste de Pedro Sánchez.

Tras una semana de muchas críticas internas, sobre todo en la dirección naranja catalana, cuya lideresa Inés Arrimadas nunca ha mantenido excesiva buena relación con Albert Rivera, las primeras medidas de Pedro Sánchez le han dado un respiro. «Nos lo ha puesto en bandeja», dicen en el entorno riverista tras lo que consideran «una bajada de pantalones» en toda regla ante el Govern de Joaquím Torra. En Ciudadanos están convencidos de que Sánchez devolverá el favor de su apoyo a los nacionalistas y que ello les dará argumentos para su labor de oposición en dos frentes: el Congreso de los Diputados y el Parlament de Cataluña.

En la Cámara Baja la batalla será dura, dado que la oposición al Gobierno del Partido Socialista deberá ser compartida con el Partido Popular. Fuentes de Cs aseguran que sus iniciativas pretenden ir por delante y ya el próximo martes se debatirá una moción instando a que Pedro Sánchez confirme su compromiso de adelantar las elecciones.

Además, los naranjas preparan toda una batería de medidas sobre el poder de veto del Gobierno, algo que los populares utilizaron en lo que va de legislatura para aparcar muchas propuestas socialistas. La debilidad de sus ochenta y cuatro escaños es destacada por Ciudadanos, sin ocultar que también han de comer terreno al PP. «No podemos quedarnos en tierra de nadie», advierten los naranjas ante el evidente espacio que ahora les arrebatan los populares. Mientras un sector sería partidario de acercamientos al PP, ya sin el liderazgo de Mariano Rajoy, otros, como el propio Albert Rivera, prefieren marcar distancias. La pugna en el centro-derecha no ha hecho más que empezar.

Los críticos acusan a Rivera de forzar la caída de Rajoy sin calcular la llegada al Gobierno de Pedro Sánchez, a quien ven «con enormes ganas de quedarse». Le censuran calcular mal la jugada y anclarse únicamente en las prisas por adelantar elecciones, algo que Sánchez no vislumbra ni por asomo. La velocidad vertiginosa de los acontecimientos ha provocado en la formación naranja una sensación de incertidumbre, con pérdida de protagonismo en el Congreso.

El tinte socialdemócrata del nuevo Gobierno, con incipiente buena imagen, les resta apoyos por la izquierda, mientras el nuevo Partido Popular en la oposición se lo merma por la derecha. Esa transversalidad, que tan buen juego les ha dado en las encuestas hasta el momento, peligra ahora, por lo que la cuestión clave es la definición del nuevo marco.

Los naranjas temen un nuevo auge del bipartidismo en este escenario, cuyos adversarios han cambiado: un PP con otro liderazgo regenerador, y un PSOE en el Gobierno dispuesto a sacar el mayor partido del golpe audaz lanzado por el nuevo Pedro Sánchez.

Sabedor de esta dificultad, Albert Rivera vuelve a Cataluña como piedra angular y exige la inmediata comparecencia del presidente del Gobierno en el Congreso para explicar sus guiños a los nacionalistas catalanes. El esfuerzo no es baladí, dado que el PP ha hecho lo mismo y reclama la oposición a un partido al que le saca más de cien escaños. La batalla por el centro-derecha tras el «marianismo» se avecina muy dura y Rivera busca sacar tajada en el Parlament catalán, dónde Inés Arrimadas sí que ejerce como lideresa frente al nacionalismo.

Las críticas por su inmovilismo, tras haber ganado la últimas elecciones autonómicas serán contrarrestadas con una labor más dura, convencidos de que Pedro Sánchez hará grandes concesiones a los nacionalistas.

Ciudadanos tendrá también que afrontar los duros ataques del PP, dónde se les acusa de ser los directos responsables de la victoria de la moción de censura. «Son una naranja inmadura», dicen con desdén en Génova 13 sobre la actuación de Ciudadanos, plenamente seguros de que esto les afectará negativamente en las próximas encuestas.

«No hay margen para dar pasos en falso», argumentan los críticos a Rivera, con el horizonte de quién lidera la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez. Las elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo del año que viene son un test importante, donde los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP van a volcarse. Antes habrá otra prueba de fuego en Andalucía, si como todo parece indicar Susana Díaz adelanta sus comicios al próximo otoño y dónde la presidenta socialista gobierna el territorio con el apoyo de Ciudadanos. El juego de equilibrios entre una dura oposición a Pedro Sánchez en el Congreso por parte de Rivera, y su hombre en Andalucía, Juan Marín, como bastión parlamentario de Susana se vaticina complicado y será, sin duda alguna, hábilmente aprovechado por el Partido Popular.

La acusación de «partido veleta» se acentúa ante una campaña antesala de las generales, cuya fecha Pedro Sánchez no tiene ahora intención de anticipar, una vez instalado en la residencia de La Moncloa.

Lo cierto es que en Ciudadanos, aunque públicamente lo niegan, subyace un cierto arrepentimiento por haber forzado la moción de censura que les ha dejado algo malheridos, entronizado a Sánchez y un Partido Popular sin el lastre de la corrupción marianista. «Este discurso ya no sirve», admiten los estrategas naranjas.

La semana que comienza en el Congreso comienza una nueva etapa que en Ciudadanos aventuran encarnizada. Su reto es no pasar de un fenómeno en las encuestas a un trasvase de votos otra vez al Partido Popular que les deje, como bien dice uno de sus dirigentes, «en tierra chamuscada».