Negociaciones

"La foto de Sánchez con Bildu es la consumación de la traición a las víctimas"

Rechazo de la Asociación de Víctimas del Terrorismo a la primera foto de un presidente del Gobierno con Bildu, que sigue sin condenar los asesinatos de ETA

Tan solo 24 horas después de que Pedro Sánchez oyera gritos de rechazo durante el desfile del 12 de octubre por sus pactos con los independentistas vascos y catalanes, el líder del PSOE protagonizó una histórica foto al ser el primer presidente del Gobierno en sentarse a negociar con Bildu. Hasta ahora, las únicas fotos entre los socialistas y la izquierda abertzale habían tenido como protagonistas a dirigentes de ambos partidos, pero la de ayer fue un paso más allá al aparecer Sánchez junto a los portavoces de Bildu en el Congreso y el Senado Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta. Bildu reivindicó la imagen como un «hito que permite construir un marco de confianza» para negociar y alcanzar un acuerdo.

Mientras Bildu celebró la foto, muchas víctimas lamentaron que Sánchez cruzara una línea más para acercarse a la izquierda abertzale: «Esta foto escenifica el Estado de Derecho arrodillado ante ETA, que es lo que siempre ha querido ETA. La foto de Sánchez con Bildu es la consumación de la infamia y traición de este presidente a todas las víctimas y a todos los españoles», señala Maite Araluce, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la organización mayoritaria. «ETA ya no mata con tiros, sino mata conciencias», añade en declaraciones a este diario.

Araluce reprocha que Sánchez nunca haya querido reunirse con la AVT, pero sí con «los herederos del brazo institucional de ETA». «Recordemos que hace poco, en las elecciones municipales, llevaron a más de 40 terroristas en sus listas», afirma, argumentando por qué a Bildu le queda mucho camino por recorrer para ser tratado como un «agente político válido». Además de esa sonora polémica protagonizada por Bildu el 28-M (incluyendo a 44 exetarras en sus listas y siete de ellos condenados por delitos de sangre), la izquierda abertzale sigue sin condenar los asesinatos de ETA y tampoco condenó la pasada semana el ataque a la tumba de Fernando Buesa, asesinado en el año 2000 por la banda terrorista.

Son varias las razones que hacen todavía muy polémico cualquier acercamiento a Bildu, pero Sánchez, envalentonado por el aumento de apoyo que obtuvo en las elecciones del pasado 23 de julio (logró casi un millón más de votos), parece poco dispuesto ya a dudar del rumbo que inició durante la legislatura pasada a pesar de que sea poco popular y vaya en contra de sus propias palabras: muy lejos queda ya aquel famoso «Con Bildu no vamos a pactar» repetido hasta cinco veces seguidas en una entrevista en Navarra Televisión en 2015. Ocho años después y con Sánchez ya instalado en la Moncloa, las cosas han cambiado diametralmente y Bildu se ha convertido en un actor imprescindible para sostener al PSOE en el Gobierno. Ya ocurrió durante la pasada legislatura y continuará durante esta si el líder socialista es reelegido presidente del Gobierno.

A Sánchez tampoco le queda otra porque en la pasada legislatura le daba para sacar votaciones adelante sin el apoyo de Bildu y aun así llegaba a acuerdos con ellos, pero en esta que acaba de empezar necesita el «sí» de los de Arnaldo Otegi en cada votación. De momento, la izquierda abertzale parece que se da por satisfecha con el gesto de Sánchez (parece que descarta hablar con Otegi, por ahora) y, previsiblemente, darán el «sí» a la investidura para evitar que gobiernen PP y Vox.

No obstante, Bildu también tiene sus exigencias para los próximos cuatro años y parece que distan mucho de las de la pasada legislatura: empezó a entrar en la ecuación de gobernabilidad gracias a que se centró mucho en dar peso a las medidas sociales y económicas (el pacto de las pensiones y la vivienda fueron sus grandes triunfos), pero ahora aspira a más y agita el debate territorial.

En este sentido, los abertzales, en un comunicado posterior a la reunión con Sánchez en el Congreso, exigieron que la nueva legislatura «debe profundizar» en las medidas económicas y sociales; en políticas que «fomenten la paz y la convivencia» en el País Vasco; y, en la apertura de un debate en torno a «la plurinacionalidad del Estado y los derechos nacionales de nuestro pueblo». Es decir, tres carpetas y dos de ellas muy delicadas: la segunda, porque guarda vinculación con la política penitenciaria y la negociación de posibles beneficios a los etarras presos; y, la tercera, porque tiene un desenlace imprevisible ya que Bildu aspira a ejercer el derecho a decidir e independizarse de España.

Aizpurua, que fue condenada en 1984 a un año de cárcel por apología del terrorismo, evitó ayer comparecer en la sala de prensa del Congreso tras la reunión con Sánchez: más allá del comunicado, Bildu volvió a guardar silencio.

En el encuentro entre socialistas y Bildu también participó el secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán, que será el encargado de llevar las negociaciones con la izquierda abertzale, una formación política que está en ascenso y que ha logrado seis escaños en las elecciones del pasado 23 de julio.