Opinión

Iglesias contra dirección

Fuera de Madrid, Unidas Podemos es casi una entelequia. Díaz tiene un buen coche pero mal irá si el mecánico lo sabotea

La ministra Yolanda Diaz durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados.
La ministra Yolanda Diaz durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados.Alberto R. RoldánLa Razón

«Si quieren ir solos, que es legítimo, que lo digan». Esta fue la respuesta contundente de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz. Es tanto como ir en dirección contraria por una autopista y criticar que todos vienen de cara. No, el que va contra dirección es Iglesias y Podemos. Si como el dirigente de facto de Unidas dice ir por separado sería «una tragedia electoral y política», mejor que se aplique el cuento. O es, que para él, ¿es mejor que se produzca la tragedia para que Unidas Podemos se sitúe como gran alternativa de la izquierda en la oposición?

Los datos los conoce bien Iglesias. Para que se repita el gobierno progresista la candidatura de Díaz debe situarse en tercera posición. Sobre todo, recuperándola en 26 provincias que eligen siete o menos diputados. Y eso lo sabe bien es imposible sin Podemos. Si Vox queda tercera la posibilidad de que se afiance el gobierno de coalición de derechas supera el escenario de la utopía. Tampoco ayudaría que el voto del espacio morado se dividiera en las grandes circunscripciones como Madrid, Valencia, Andalucía o Barcelona.

Podemos sigue sin ver que los que están solos es el grupo comandado por Iglesias, Belarra y Montero. Es más, este grupo también merma a tenor de los apoyos que Yolanda Díaz recabó en el acto de Magariños. No solo estaban los partidos, estaban también dirigentes de Podemos –Galicia, Navarra, Baleares, diputados de a pie– que se han desmarcado de la dirección. Pero, aún así se empeñan en ver que todos van contra dirección.

Lo hemos visto en Madrid. La presentación de candidaturas podemitas en Comunidad y Ayuntamiento aleja cualquier posibilidad de ganar a la izquierda. El voto se divide y la Ley d’Hont hace el resto reduciendo el número de diputados y concejales. En la Comunidad es más sangrante ante la posibilidad, nada lejana, de que Podemos no alcance el 5% y se quede fuera de la Asamblea.

Mucho han cambiado las cosas desde 2019 y no parece que la dirección de Podemos se haya dado cuenta. Fuera de Madrid Podemos es casi una entelequia. Lo veremos el 28M y lo hemos visto en Galicia, Andalucía y en la repetición de las madrileñas de mayo del 21. En el 15 Pablo Iglesias pedía asaltar los cielos y ahora con un partido en las raspas quiere tener todo el protagonismo. No se ha enterado que Díaz aspira a ser la primera presidenta de España y para lograrlo cuenta con la mayoría, apabullante mayoría de la izquierda.

Además, situarse en tercera posición en las próximas elecciones abriría la posibilidad, está cierta, de dar un sorpasso al PSOE pensando que Pedro Sánchez no es incombustible, aunque lo parezca. Será Díaz y no Iglesias, ni Belarra ni Montero que tuvieron su posibilidad y no lo consiguieron. Y eso no parece que lo puedan soportar.

Díaz necesita de Podemos. Mejor dicho, la izquierda morada necesita de Podemos porque la formación de Iglesias es clave para obtener el primer éxito. Por separado, Díaz no será tercera y Podemos quedará reducido a la mínima expresión pero habrá dinamitado un proyecto a la izquierda del PSOE. Y de paso dinamitará la reedición del gobierno de coalición. En la oposición hace frío y la izquierda tardará años en recuperarse.

Díaz tiene un buen coche para llegar a la meta pero mal irá si el mecánico lo sabotea y le quita las bujías. «Si quieren ir solos, que es legítimo, que lo digan», dijo Iglesias. Suponemos que dirigiéndose a Díaz. Pero bien parece que se le podría aplicar en primera persona porque quien está solo es Unidad Podemos. No hay que ver la paja en el ojo ajeno, siempre es mucho mejor ver la viga en el propio. Iglesias tiene en su mano ser héroe o villano. Puede Sumar o enrocarse en la nimiedad. Debe decidir si quiere ganar o solo tener su razón.