La noria
Izquierda Unida o cero a la izquierda: cuando el tiro sale por la culata
La devaluada formación del Califa Rojo dejó de beber botellines a morro para tomar cerveza en copa en La Moncloa. El Ejecutivo cree que «ofrecer un refrigerio revierte en la consecución de objetivos»
«Café para todos». No, con esta expresión que clavó el ministro Clavero en época de Adolfo Suárez, allá por los 70, no voy a escribirles sobre la España de las dos velocidades, ni sobre el autogobierno, ni sobre las autonomías. Hoy vengo a descifrarles cómo se llega a los pactos en La Moncloa y allende los mares. Nuestro Ejecutivo ha dado con una fórmula mágica. No se trata de un algoritmo ni se recurre a la inteligencia artificial (bueno, a veces sí), pero todo pasa por un imprescindible detalle: servir un buen tentempié. El siguiente párrafo proviene de las cabezas pensantes de nuestro Gobierno nacional: «Entre las actividades propias de los Gabinetes y Directores Generales están el reunirse con los principales agentes sociales y económicos de nuestro país, así como la relación con otros gobiernos y altos mandatarios de nuestro entorno. En estas reuniones es cortesía y supone atención protocolaria el poder ofrecer un refrigerio o café a los invitados y asistentes que revierte favorablemente en la consecución de los objetivos propuestos y en la imagen pública de nuestro país». Leo y releo esta última frase. Pedro Sánchez, ¿quién es? ¿Juan Valdés? ¿Alguien puede pensar que un café, por muy de civeta que sea –lo de los excrementos me tira para atrás– puede ayudar a conseguir un fin? Pues el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, debe ser de té matcha, porque con él no hay manera de llegar a acuerdos. Sin embargo, sí hay estómagos agradecidos que pisan esas salas, como los de los sindicatos, que se pirran por un buen ágape, y mejor si caen gambas.
En los ocho «office» que hay en el Complejo, tanto en el Gabinete de la Presidencia como en la Secretaría de Estado de Comunicación, saben muy bien cómo hacer la pelota. Se reparten leches por doquier, incluso vegetales, y si la conversación se encona, ofrecen azucarillos: blancos, morenos o edulcorante para aquellos que se han pasado con la torrija.
Pero esto de tomar un café (en grano o molido, normal o descafeinado), ¿computa como horario laboral? ¿Dónde se ficha? Porque la ministra de Trabajo, conciliadora y moderna, quiere privarnos con la nueva normativa de control horario de ese apreciado momento del día en el que te desahogas con los compañeros, y lanzas sapos y culebras, para cobrarse esos minutejos de tu jornada laboral. El café monclovita, por cierto, se acompaña de pastas y galletas, con o sin gluten, y con o sin azúcar. También se convida a refrescos, con o sin azúcar y a cervezas, con o sin alcohol. En esas salas de Moncloa, tan a gustito que diría Ortega Cano, los de IU beben las birras en copa porque han aprendido la lección de que, a morro, del botellín, no estaba bien visto. Aquellos que acabaron reventando la formación del Califa Rojo se han dado cuenta de que son un cero a la izquierda para Sumar y para el PSOE y han intentado sacar cabeza, amagando con la retirada, en una semana marcada por el contrato para comprar balas a una empresa israelí. Sus pretensiones en aquel «programa, programa, programa» (frase mítica de Anguita) de las elecciones de 2023, pasaban por «reducir el gasto militar al menos un 0,5% del PIB revisando los contratos de Programas Especiales de Armamento». Renombrados, no hace mucho, «de Modernización» (eufemismos, ya saben). Aunque daba igual, había que sentarse en el Consejo de Ministros y Sira Rego ahí está, como titular de Juventud e Infancia, por lo que parece un poco complicado eso de partir peras. Solo intentan volver a situarse en el foco mediático y recuperar unas siglas caídas en desgracia porque el tiempo apremia. Pero podría salirles el tiro por la culata. «Somos una fuerza útil» dentro del Gobierno de coalición, decían hace unas horas, intentando convencerse a sí mismos, y deseando una «larga vida» a esa coalición. Vamos, que lo de liderar ya ni lo intentamos (¿para qué?). Desde octubre llevan liados con su «política de alianzas» para aprobar un documento, tras recibir 200 enmiendas de las federaciones. Con unos, con otros, con los de más allá o en solitario. La responsable federal de Organización de IU, Eva García, quien no recuerda que cerca de 2.000 partidos creados en democracia ya no existen, afirmaba esta semana: «IU ha estado y estará siempre en los procesos electorales». Sí, ¿pero a qué precio? Por cierto, los piscolabis en Moncloa nos salen a 54.789,42 euros. Que aproveche.