Política

Pedro Sánchez

La soga al cuello de Junqueras

En la primera semana de juicio al «procés» en el Supremo se ha evidenciado la ruptura del independentismo. Torra vino a Madrid el martes para «enterrar» a Sánchez tras la orden de Artadi de tumbar los Presupuestos.

La soga al cuello de Junqueras
La soga al cuello de Junqueraslarazon

En la primera semana de juicio al «procés» en el Supremo se ha evidenciado la ruptura del independentismo. Torra vino a Madrid el martes para «enterrar» a Sánchez tras la orden de Artadi de tumbar los Presupuestos.

Una profunda división y dos estrategias de defensa claramente distintas. Pasada la primera semana del juicio contra el «procés», éste es el análisis de dirigentes políticos y juristas catalanes: «El soberanismo está partido por la mitad». Así se puso de relieve tras los testimonios de Oriol Junqueras y Joaquím Forn, junto a sus respectivos abogados, Andreu van den Eynde y Javier Melero. «Junqueras se ha puesto la soga al cuello y Forn ha sido inteligente», opinan fuentes del Tribunal que juzga a los líderes independentistas. Frente a una intervención patética de «preso político» esbozada por el republicano, Joaquím Forn sí contestó a la Fiscalía, reconoció que el 1-O fue ilegal y abrió la puerta a una condena por desobediencia, alejando los delitos de malversación y rebelión. Su letrado defensor, Javier Melero, ha sido la gran sorpresa en estos días de juicio. Según las mismas fuentes, su actuación fue «sensata y ceñida estrictamente al ámbito penal», mientras la intervención de Junqueras y su abogado la tildan de «gravísimo error».

Javier Melero es un prestigioso penalista, profesor de Derecho en la Universidad Pompeu Fabra. Educado en los jesuitas de la barcelonesa calle Caspe, participó en la formación de Ciudadanos por amistad con su gran ideólogo, Francesc de Carreras. Alejado de los postulados independentistas, trabajó como funcionario de prisiones para pagarse sus estudios y ha pasado por los bufetes más importantes de la Ciudad Condal. Abogado defensor de Joaquím Forn y Meritxell Borrás, su estrategia es actuar en todo momento «con el Código Penal en la mano» y alejar a sus defendidos de un proceso político, frente a la posición del líder de ERC y su letrado, Andreu van den Eynde. Fuentes del Tribunal recuerdan que el delito penal es personal e intransferible, por lo que cada juzgado puede tener penas diferentes, y estiman que con la actuación de Javier Melero, «la vista ya tiene contenido jurídico».

Al margen de lo acaecido en la Sala juzgadora, la tensión política llegó al máximo y provocó el adelanto electoral de Pedro Sánchez. Dirigentes del PDeCAT cuentan que el presidente de la Generalitat, Quím Torra, viajó a Madrid con la excusa del juicio, pero que su único objetivo era «tirar con bala contra Sánchez». Según estas fuentes, Torra es un mero títere en manos del prófugo Puigdemont y su brazo derecho en la Generalitat, Elsa Artadi. Una mujer a la que califican de «ambiciosa irredenta y egocéntrica», y a la que culpan de romper todos los puentes con Madrid. Ella fue quien dio la orden al grupo parlamentario del Congreso: «Hay que tumbar los Presupuestos», les advirtió contundente, en medio de una colosal bronca entre los diputados Carles Campuzano, partidario del acuerdo, y Miriam Nogueras, fervorosa de la línea dura. La fractura dentro del PDeCAT es enorme, aunque la tregua se mantendrá hasta las elecciones de 28 de abril y, sobre todo, las autonómicas y municipales de mayo, dónde los alcaldes y cargos regionales de la antigua Convergència aún conservan cierto poder.

La conducta de Elsa Artadi es también confirmada por dirigentes socialistas y el entorno de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo: «Ha sido la gran dinamitera», aseguran como prueba de que su estrategia y la de Torra, dirigida por el fugitivo de Waterloo, era «impedir el acuerdo». En las últimas reuniones, Calvo y Artadi «no se entendieron», a pesar de que Calvo se lanzó a la piscina con el desatino del relator y «cayó en su trampa». Elsa Artadi i Vila es una mujer muy controvertida y criticada en sectores de la antigua Convergència, dónde militó y era claramente contraria al independentismo. Después de traicionar a Artur Mas, se pasó a las filas de Carles Puigdemont y ahora es una fervorosa separatista. «Sólo persigue el poder», coinciden tanto en el PDeCAT como en ERC, donde mantiene una «guerra sin cuartel» con su compañero en el Govern, el republicano Pere Aragonés. Dirigentes de Esquerra cuentan que después de comparecer juntos en rueda de prensa, Artadi «se da la vuelta y le pone verde».

Rostro y voz del separatismo, su vida tiene dos caras. Elsa Artadi i Vila procede de una ilustre familia de economistas catalanes afincados en Sitges, es Doctora por la Universidad de Harvard y llegó a Estados Unidos de la mano del economista Xavier Sala i Martín. A su sombra medró bastante y fue consultora del Banco Mundial en Washington. Todo un bagaje de auténtica «niña bien» que conjuga con ser ahora la musa de Carles Puigdemont y activa guerrillera del independentismo. Ambiciosa como pocas, políglota, apasionada del yoga y las acuarelas, fue la jefa de campaña de Junts x Cataluña y del ex presidente fugado. Su anterior pasado en Convergència contrasta con su ferviente nacionalismo y verbo acerado contra España. Es una princesita rebelde, que maneja bien el poder conseguido a la sombra de tres padrinos políticos: Andreu Mas-Collel, Artur Mas y el propio Puigdemont.

El primero la llevó a la Generalitat cuando era conseller de Economía y la nombró directora general de Tributos y Juego, dónde creó la famosa lotería de La Grossa. Ya entonces apuntaba maneras y sus compañeros la recuerdan muy mandona y egocéntrica. Pero su gran salto se lo brinda en bandeja Artur Mas, que la hizo directora de Coordinación Interdepartamental de Presidencia. Una especie de super-jefa de Gabinete con enorme poder sobre todas las consejerías de la Generalitat. En aquellas elecciones autonómicas de noviembre se afilió al PDeCAT y pocos meses después se dio de baja, justo cuando Puigdemont la designó jefa de campaña, lo que provocó un fuerte malestar en el partido. Su inclusión en la candidatura como número diez por Barcelona y todo el poder para dirigir la campaña cayó como un aguijón en la dirección convergente.

Elsa Atardi ha sido siempre una mujer polémica que tuvo varios enfrentamientos con Artur Mas en su etapa de presidente, después le traicionó y se ganó la confianza de Puigdemont como gran «fontanera» de la Generalitat hasta convertirse en su mano derecha en el equipo electoral. Fue en la candidatura, lideró los mensajes de campaña y decidía el modo en que los dirigentes de la antigua Convergència participaban en algunos actos aunque no fueran candidatos. El propio Mas, Marta Pascal, Neus Munté o David Bonvehí han estado en su punto de mira, donde por vez primera ningún dirigente iba en primera línea, a las órdenes de una mujer ya fuera del partido. Los resultados como segunda fuerza más votada la consolidaron como el cerebro y la poderosa «dona» del ex presidente fugitivo. Ahora, es el brazo derecho de Quím Torra y ha movido todos los hilos de la llamada corte de Bruselas hasta culminar en la ruptura con Moncloa y los socialistas.

Experta en acuarelas, pinta ella misma unas postales que envía a su familia y amistades. Su combate contra España no la impide mantener un jugoso sueldo en la Generalitat de más de ochenta mil euros y comprarse ropa deportiva de afamadas marcas. Le apasiona practicar el yoga en las playas de Sitges y la comarca de El Garraf de donde es su familia. Su pareja sentimental es Heribert Padrol, un fiscalista que fue diputado de CiU en el Congreso en la Legislatura del 2000. A los dos les gusta navegar por la Costa Brava y hacer senderismo en los Pirineos, como claros representantes de esa burguesía catalana con privilegios pero furibundos nacionalistas. Es su doble vara de medir, siempre con el rechazo a todo lo que venga de Madrid. Antiguos compañeros de Atardi critican que antes no era nada radical y ahora, por su ambición de poder, es la gran zarina política del soberanismo y el azote contra Pedro Sánchez.