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“Le Monde” perfuma la reacción independentista

Interpreta los graves incidentes violentos de estos días en las calles de Barcelona como una consecuencia de la sentencia del Tribunal Supremo.

Tres jóvenes ataviados con banderas de España y esteladas se dirigen a la manifestación en la que miles de personas recorren las calles de Girona
Tres jóvenes ataviados con banderas de España y esteladas se dirigen a la manifestación en la que miles de personas recorren las calles de Gironalarazon

El editorial que publicó ayer “Le Monde” es desmoralizador para la causa democrática en España.

El editorial que publicó ayer “Le Monde” es desmoralizador para la causa democrática en España. Interpreta los graves incidentes violentos de estos días en las calles de Barcelona como una consecuencia de la sentencia del Tribunal Supremo. Podría ser al revés: que los dirigentes independentistas han sido procesados por saltarse la ley. “Esta sentencia muy severa ha provocado la indignación y la cólera en la comunidad autónoma”, dice. Y se abona, como es habitual en el rotativo, a la tesis de que este conflicto no debería haber acabado en los tribunales, aunque sin especificar cuál era la solución política. Es decir, cómo responder a un poder del Estado -la Generalitat- que decide incumplir una sentencia del Tribunal Constitucional. No es extraña esta ignorancia porque lo está diciendo un importante diario del país más centralista de Europa. Ya sabemos que si Cataluña hubiera sido anexionada por Francia, ahora en Barcelona se hablaría tanto catalán como en Perpignan. Es decir, nada. Pero esa es otra historia. Aunque la sentencia es del TS, que forma parte de un poder independiente, añade “Le Monde”: “Lejos de aportar soluciones a la cuestión catalana, no hace sino reforzar la desconfianza hacia Madrid y sirve de pretexto a los radicales”.

Sin embargo, la opinión del periódico francés contrasta con el relato que su corresponsal en Madrid, Sandrine Morel, hizo en “En el huracán catalán” (Planeta) de los días que desembocaron en la declaración de independencia el 27-O, la ingeniería social puesta en marcha y los niveles de manipulación, con páginas especialmente reveladoras, como las dedicadas a los medios de comunicación públicos, especialmente TV3. “Sin embargo, la calidad de este medio no debería ser una excusa para evitar preguntarse qué partido han tomado determinados periodistas, convertidos en militantes políticos, cuando no en activistas contrarios al Estado español”, escribe.

Sandrine Morel conoce bien el terreno y lo pisa con fina ironía. En el capítulo “Una performance de desobediencia masiva”, la del 1-O, dice: “Los padres parecen haber vuelto a la adolescencia. Se preparan para desafiar a las leyes y a la policía como si se tratase de un juego. Van a violar una prohibición, como forajidos”.