Navarra

«Lloraba, no podía dormir y no se atrevía a salir a la calle»

La médico forense que reconoció a las parejas de los agentes de Alsasua constata que presentaban «un trastorno psicológico importante». Afirma que las lesiones son «compatibles» con una paliza y certifica que al teniente le rompieron el tobillo «por dos sitios»

Imagen de la primera sesión del juicio por la agresión de varios guardias civiles en Alsasua
Imagen de la primera sesión del juicio por la agresión de varios guardias civiles en Alsasualarazon

La médico forense que reconoció a los dos guardias civiles y sus parejas agredidos en Alsasua (Navarra) en la madrugada del 15 de octubre de 2016 constató ayer que las lesiones que presentaban “eran compatibles” con una paliza.

La médico forense del hospital de Pamplona que reconoció, un mes después, a los dos guardias civiles y sus parejas agredidos en Alsasua (Navarra) en la madrugada del 15 de octubre de 2016 constató ayer que las lesiones que presentaban “eran compatibles” con una paliza. En su declaración como testigo ante el tribunal que juzga a ocho jóvenes como presuntos autores de la agresión, aseguró que al teniente “el tobillo se le rompió por dos sitios” y juzgó “poco probable” que se produjera esas fracturas al tropezar en un escalón, como sugirió el dueño del bar Koxka. “Tiene que ser algo que haya impactado en el tobillo como una patada con alta energía”, explicó. Asimismo, dijo que el corte en el labio que presentaba “es más compatible con un puñetazo” que con una caída.

Respecto al sargento, recordó que presentaba “Erosiones múltiples en la espalda” y un “edema en la muñeca izquierda con limitación de la movilidad”, aunque no se le detectó “ninguna lesión ósea aguda”. Además, un hematoma “le recorría todo el muslo” incluso más de un mes después de la agresión que “le dolía mucho”. “Parece mentira, pero estaba trabajando ya”, añadió.

La perito también detalló los efectos psicológicos que causó la paliza en las parejas de los dos guardias civiles. A María José N. C. la reconoció el 10 de noviembre de 2016 y le diagnosticó “un cuadro de ansiedad”. “Estaba siendo seguida por el servicio de atención mental de Pamplona -recordó-. No podía dormir ni se atrevía a salir a la calle. En mi consulta estaba llorando, sobre todo porque no entendía por qué le podían haber agredido. Para ella resultó emocionalmente muy fuerte”. La novia del teniente tenía una tendinitis en el hombro izquierdo, aunque “sin lesión aguda”, y presentaba “hematomas en ambos glúteos y piernas” que le salieron con posterioridad al reconocimiento en urgencias tras la agresión.

Al igual que ella, Pilar P. O, pareja del sargento sufría “insomnio y tenía pesadillas”. “Las dos estaban afectadas emocionalmente y con un trastorno psicológico importante”. Además, recordó padecía una contractura cervical, que le obligó a llevar un collarín durante cuatro días, y un hematoma en el hombro izquierdo.