Narcotrafico

Mientras Marlaska destacaba la seguridad del Campo de Gibraltar, seis narcolanchas estaban ya en la rada de Barbate

Fueron dos y no una las que hostigaron a la pequeña embarcación de la Guardia de la Guardia Civil, en la que viajaban seis agentes, dos de los cuales fueron asesinados

Fotografías de los agentes asesinados en Barbate
Fotografías de los agentes asesinados en BarbateGoogle

Terrible coincidencia. Cuando el ministro del Interior aseguraba que en el Campo Gibraltar ya se está "casi" en una consideración "de facto" como Zona de Especial Singularidad, una reclamación constante de asociaciones antidroga y colectivos policiales, seis narcolanchas se encontraban ya en la rada del puerto de Barbate y se inicia el proceso de decisiones que desembocó en el asesinato de dos guardias civiles en dicho lugar. Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, coincidiendo en el tiempo con las palabras de Marlaska las referidas embarcaciones se refugiaban en Barbate del temporal.

El ministro, en declaraciones a los periodistas tras presentar en Algeciras (Cádiz) el cuarto Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar que abarca seis provincias andaluzas, defendía que en esta comarca ya está en curso este plan y que el Gobierno ha destinado "recursos económicos tanto a nivel personal como a nivel material" que lo hacen merecedor de "de facto, no de derecho" de esta declaración. "Tenemos el número de efectivos histórico a día de hoy y hemos incrementado también un 38% las retribuciones de nuestros policías y nuestros guardias civiles", aseguró.

Mientras se concluye la investigación para determinar cuál fue el proceso de toma de decisiones para desplegar un dispositivo claramente insuficiente para echar a las narcolanchas de Barbate, las citadas fuentes han informado de que, ante la presencia de la balsa de los GEAS (buzos), en la que también viajaban miembros del GAR (seis agentes en total), tres de las seis narcolanchas optaron por abandonar el lugar y otra lo hizo con posterioridad.

Fueron dos y no una las que se dedicaron, jaleadas desde la costa por individuos a los que se supone próximos al narco, las que se dedicaron a dar pasadas, a gran velocidad, en torno a la balsa de la Guardia Civil, hasta el momento en que una de ellas embistió contra la misma. A bordo de la que protagonizó el ataque, iban cuatro individuos, tres de los cuales fueron dejados en Sotogrande, donde fueron detenidos por la Guardia Civil y los dos que iban a recogerles.

El piloto volvió con la embarcación a alta mar, donde, según las citadas fuentes, tenía un punto de encuentro, probablemente para repostar, con otras dos lanchas. Dos de sus ocupantes saltaron, por razones que se desconocen, a la que había protagonizado el ataque y continuaron la huida, hasta que decidieron embarrancar en la zona de San Roque y trataron de escapar por tierra. Tras una laboriosa operación de búsqueda, fueron localizados y arrestados por agentes de la Guardia Civil. Ya estaban los ocho detenidos, dos de los cuales han quedado en libertad y seis han ingresado en prisión.

Por otra parte, otras fuentes subrayan que, a la falta de medios, que se ha puesto de manifiesto en todo lo ocurrido, hay que unir el mal estado de algunas de las embarcaciones de la Guardia Civil, con frecuentes averías.

Sobre lo ocurrido en Barbate, consideran que lo más adecuado, al no contar, por el estado del mar, con embarcaciones adecuadas para enfrentarse a las de los narcos, habría sido montar algún dispositivo desde tierra que hiciera visible la vigilancia de la Guardia Civil hasta que se dieran las condiciones para poder abordar, identificar a los ocupantes y, en su caso, detenerlos, todo ello con las debidas garantías de seguridad.

Pero mientras el ministro Marlaska hablaba de las excelencias del citado plan para la zona, comenzaba a gestarse lo que terminó en tragedia, con el asesinato de dos agentes de la Guardia Civil y otro gravemente herido, que parece que va a salvar la vida.

No es de extrañar, por lo tanto, la reacción de Patricia, la viuda del agente del GAR David Pérez, en la capilla ardiente instalada en la comandancia de Navarra, cuando se negó a que fuera Marlaska el que impusiera la Medalla de Oro del cuerpo en el féretro de su marido y lo tuviera que hacer el teniente coronel jefe del GAR. La sensación entre los presentes, según pudo constatar LA RAZÓN, es que se estaba ante una muerte que se podía haber evitado con la toma de las decisiones adecuadas y con los medios necesarios ante un peligro constatable.