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Congreso

Moncloa y el "cambio" de Junts: "Es la vez que más en serio van"

Nogueras amenaza la continuidad de Sánchez. Hace diez días hubo reunión en Suiza. ERC sí se cree a Junts.

La crisis de Junts con el PSOE es tema de «preocupación seria» en Moncloa, aunque oficialmente lo disimulen con eso de que los de Junts son como «los del cuento de que viene el lobo». Hace diez días celebraron la última reunión en Suiza, y no fue bien. La excusa de los de Carles Puigdemont es que la materialización de los temas pendientes lleva ya un retraso inaceptable. Un argumento que ya les ha escuchado decir en más ocasiones y en referencia al catalán en la UE o a la financiación singular para Cataluña. «Es una cuestión de tiempo», dicen fuentes socialistas al tanto de la negociación. «Se sigue trabajando discretamente».

Quienes están en la «pomada» del estado de las relaciones aseguran con rotundidad que «es la vez que más en serio van (en la amenaza de ruptura), pero hay que esperar». Estas fuentes socialistas añaden que ahora mismo no se atreven a hacer un pronóstico sobre lo que puede pasar en el futuro inmediato.

Este periódico adelantó en exclusiva el pasado martes, en una información de Toni Bolaño, que se estaban produciendo significativos movimientos dentro de los posconvergentes, con iniciativas sobre la mesa como la de promover una moción de censura instrumental. El único tema que ata a Junts al PSOE es la decisión pendiente del Constitucional sobre la ejecución de la amnistía, pero cada vez les aprieta más Aliança Catalana.

Mientras, en el ecosistema oficial, ya es norma que cada vez que los postconvergentes lanzan una nueva amenaza al Ejecutivo de Sánchez, los socialistas digan que no se la creen. Puede que esta vez sí acabe viniendo el lobo, pero el Gobierno prefiere escenificar que piensa que no sucederá. Ya sea por convicción o por estrategia, trasladan que no pueden reaccionar continuamente a cada aspaviento de cada socio parlamentario.

Ayer se vio un nuevo ejemplo de ello. La portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, dijo que «el chicle se ha estirado hasta el final», que la situación «no se puede alargar más», que «así no se puede continuar» y tiró de juego de palabras: «La gente está hasta las narices de todo y luego dirán que es culpa nuestra que venga la derecha. Se debería hablar menos de cambio de horario y empezar a hablar de la hora del cambio».

Con las declaraciones de Nogueras, Junts quiere trasladar la imagen de que está a punto de retirar su apoyo al Gobierno en el Congreso si el Ejecutivo no insufla un nuevo impulso a las cuestiones que ambos partidos tienen pendientes. Según explican fuentes del partido de Carles Puigdemont, esas carpetas todavía abiertas son la cesión de las competencias migratorias para Cataluña, la ejecución presupuestaria y medidas que tienen en el Congreso, como las iniciativas para combatir la multirreincidencia de los inmigrantes o la okupación de vivienda, entre otras.

Sin embargo, las mismas fuentes descartan que su partido esté abriendo la puerta a apoyar una moción de censura impulsada por Alberto Núñez Feijóo, junto a Vox. Una lectura posible, entonces, es que la formación vote en el Congreso y en Cataluña en contra del Gobierno y de Salvador Illa de manera sistemática. Pero tampoco es una gran novedad, porque Junts ya se ha instalado en una dinámica de votar en contra de todo aquello que no consideran positivo para Cataluña. Medida a medida, igual que Podemos. Y la novedad estaría en la citada «moción instrumental», con un tecnócrata que impida que Junts se tuviera que posicionar del lado del PP y de Vox.

A pesar de las declaraciones, el Gobierno prefirió ayer quitar hierro al asunto. «Es una cosa del Junts de siempre», resume una ministra, que encasilla las palabras de Nogueras en «un mero juego de palabras». El pasado mes de agosto, el expresident avisó de que en otoño ocurrirán cosas «nunca vistas hasta ahora» y dijo que tomaría una decisión «estructural». Más tarde, el secretario general de Junts, Jordi Turull, retrasó la decisión y aseguró que se tomaría «antes de comernos las uvas». Desde el entorno de Puigdemont han deslizado que algo se podría ver la semana que viene, pero de nuevo se trata de una amenaza sin concreciones.

Quien no comparte que la amenaza de Junts esté vacía de contenido es ERC. Fuentes de la formación republicana aseguran que llevan años avisando de que será Puigdemont «el que acabe rompiendo la baraja».

Aunque no creen que vaya a llegar tan lejos como para unirse a una moción de censura del PP en el corto plazo, sí subrayan que, en clave catalana, Vox no es un repelente para Junts. O no lo es tanto como se piensa en la política hecha desde Madrid.

Allí, en Cataluña, los postconvergentes están viendo como el partido de extrema derecha independentista Aliança Catalana les está comiendo el terreno.