Negociaciones

Moncloa ordena a los ministros "mimar" a Puigdemont

Imponen la mordaza para no interferir, aunque confían en colarle algún «gol» en la negociación como hicieron con ERC

Carles Puigdemont saluda mientras asiste al segundo congreso de JxCat celebrado este sábado en Argelers, en el sur de Francia
Carles Puigdemont saluda mientras asiste al segundo congreso de JxCat celebrado este sábado en Argelers, en el sur de FranciaDavid BorratAgencia EFE

Todos los miembros del Consejo de Ministros en funciones son hoy marionetas al servicio de que Moncloa consiga cerrar el acuerdo de amnistía con el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. El “papelón” de mimar en los gestos al dirigente independentista, prófugo de la Justicia española, le puede tocar al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, o a la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. Todos están obligados a entrar en el enjuague de una criatura legislativa que amenaza con dejar a los jueces y a los fiscales sin ningún instrumento para hacer frente a unos hechos como los que tuvieron lugar en el Parlamento catalán hasta llegar a la declaración ilegal de independencia.

Moncloa se protege con el escudo de que se les está criticando de manera preventiva, como también califican de preventivo el acto de partido que hoy celebra el PP en Madrid, pero los gurús del Sánchez saben perfectamente que, por más que intenten engañar a Puigdemont, no habrá pacto sin impunidad para los independentistas que se saltaron la ley durante los hechos acontecidos antes y durante el “procés”.

Igual que antes de las elecciones del 23J la posición común era manifestarse en contra de la amnistía, por inconstitucional, ahora todos los ministros están sometidos al yugo de la nueva doctrina que han elaborado los “fontaneros” del presidente. La orden es cuidar a Puigdemont, que no se moleste, en ningún caso, mientras se utiliza la maquinaria del Estado para intentar “colarle” algún gol en el acuerdo, como presumen de haber hecho con ERC en la legislatura anterior.

Oriol Junqueras, el líder de ERC, no mintió esta semana en la puerta del Congreso, cuando dio por hecho el acuerdo sobre la amnistía. Los republicanos están descolocados en la negociación en marcha, no tienen información, y asumen que más allá de ganar tiempo, lo que salga de este pacto no podrán rentabilizarlo en favor de sus intereses de partido. Pero Junqueras sí tiene conocimiento de que ya en agosto el independentismo llegó a un principio de acuerdo con el PSOE “para llegar a un acuerdo” de investidura de Sánchez, con la amnistía encima de la mesa, como ya informó este periódico en vísperas de la constitución de la nueva Mesa del Congreso.

La preocupación del fugado

A Puigdemont le preocupa que los jueces descafeínen las concesiones que consiga de Sánchez, y éste un obstáculo que los negociadores socialistas intentan vencer dándole garantías de que el Tribunal Supremo no entorpecerá, en ningún caso, las decisiones que se adopten en el ámbito de la política. La desjudicialización del “procés” abanderada por el independentismo, parece que hoy asumida íntegramente por Sánchez para sacar adelante su investidura, conlleva el riesgo de desmontar por completo la acción legislativa y judicial que protege al Estado constitucional de quienes quieren agredirlo. Y esto lo saben alguno de los ministros que han aceptado someterse a la ley mordaza que demanda el proceso de negociación de investidura. De la misma manera que la evolución de Sánchez para mantenerse en el poder anula una posible nueva utilización del artículo 155 para afrontar el desafío secesionista porque necesitaría al PP en el Senado y se quedaría en minoría en el Congreso.

En todo caso, la posible reacción judicial para impedirlo es uno de los quebraderos de cabeza de los “fontaneros” que están peinando el borrón y cuenta nueva para el secesionismo, que, por cierto, se incluirá en un nuevo Plan de reencuentro y conciliación con Cataluña para vestir el “muñeco” de manera que pueda disimularse, al menos un poco, que el pacto consiste en quebrar el principio de igualdad en el trato de la Justicia a todos los españoles. A Puigdemont, además, no le basta con esto porque también quiere que el acuerdo asuma la ruptura del principio de igualdad territorial en materia de reparto de recursos y financiación.

Las filtraciones de Moncloa responden a un patrón ciclotímico, bien porque así avanzan también las negociaciones, o bien por interés para distraer al adversario. Por eso, tan pronto están haciendo correr el mensaje de que no descartan elecciones como se vienen arriba y sostienen que está tan encaminado que ya trabajan en el calendario de investidura, para cuadrarlo lo mejor posible con las fechas del semestre de la Presidencia española de la Unión Europea.

El acto que hoy celebra el PP lo utilizarán en Moncloa para reforzar la unidad del bloque de izquierdas más independentistas y nacionalistas de cara al Pleno de investidura de Feijóo de esta semana. Por cierto, no lo expresan como Alfonso Guerra, pero la crítica de fondo contra la vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz, circula también dentro del Gobierno en funciones y entre alguno de los “peones” que siguen ayudando en la sombra a Sánchez. Le afean su exceso de protagonismo y que juegue a ser la “diva” de la negociación. La vicepresidenta está ahora mendigando una foto con el PNV, y, aunque sólo sea por insistencia, es de esperar que acabe consiguiendo.