
Crisis en el Gobierno
A Moncloa no le vale ya el discurso anti PP-Vox
El Congreso aprueba una moción del PP, que insta al Gobierno a detener los ataques a la UCO, gracias a la abstención del PNV

El presidente del Gobierno canceló toda su agenda y no acudió a la apertura del Congreso de CC OO. El motivo aducido fue que quería concentrarse en la agenda internacional. Lo cierto es que el tsunami del «caso Koldo» seguía con su goteo de malas noticias para el Gobierno y para el presidente Sánchez.
Ha dimitido el vicesecretario general del Partido Socialista de Navarra, Ramón Alzórriz, que obligó ayer a comparecer a la presidenta navarra, María Chivite, visiblemente afectada; la UCO pide investigar la empresa de Santos Cerdán, donde tenía el 45% de las acciones, al menos en dos adjudicaciones; la UCO incauta un disco duro en casa de Ábalos que puede contener conversaciones comprometedoras con el presidente y otros cargos del partido y del Gobierno, los socios del Ejecutivo habían aportado más sombras que luces en sus reuniones con el presidente; y LA RAZÓN publicaba una información, una de las más leídas en el día de ayer, en la que se narraba la desmoralización y desubicación de los más firmes partidarios de Pedro Sánchez, su núcleo duro.
María Jesús Montero fue quien sustituyó a Sánchez en el congreso de CC OO, que reelegirá a Unai Sordo, dando carpetazo a la línea argumental del Gobierno, y del presidente, en su intervención «mucha gente no quiere escuchar el y tú más», aunque acusó a la derecha de tener a sus espaldas decenas de casos de corrupción.
"Discurso a medida"
Fue la única ministra que atendió a los medios de comunicación, de los cuatro que asistieron, para reforzar la idea de que el Gobierno aguantará la legislatura hasta 2027. De hecho, este discurso de y tú más era una de las preocupaciones de los colaboradores más cercanos de Sánchez, que decían que «tener la peor oposición del mundo no es suficiente» para superar los acontecimientos, y añadían «no estamos haciendo un discurso para los españoles, estamos haciendo un discurso a medida del presidente», «no hay que confundir la determinación con la humildad».

La vicepresidenta prometió más medidas para superar la situación, pero no concretó. Tampoco lo han hecho los líderes territoriales que se han puesto en contacto con LA RAZÓN tras leer la información.
«No me consta que los tiros vayan por ahí», decía uno de ellos a este periodista que no contestaba a ninguna pregunta sobre cuál era entonces la hoja de ruta. El círculo cercano al presidente y al secretario general del PSOE mantuvo ayer el silencio más absoluto.
Moción de confianza
La única alternativa al enroque del presidente sería desempolvar la idea rechazada de moción de confianza. Sin embargo, para los pocos que ayer hablaron quizás ya «es una pantalla pasada». El abismo que separa ahora al PSOE y a sus socios se antoja difícil de superar. La desconfianza radica en la incertidumbre sobre cómo evolucionará el caso Koldo.
Entre ellos hay un común denominador: el rechazo a una eventual alianza entre el PP y Vox. Además, nadie quiere que queden en el olvido las carpetas que tienen abiertas de forma individual con el Gobierno. Pero todos coinciden en que limitarse a retar a Feijóo a presentar una moción de censura es insuficiente. Quizás por eso, algunos apuntaban ayer que el presidente «está estudiando de nuevo la moción de confianza».
La debilidad del ejecutivo se demostró ayer mismo. El tema no es sustancial, pero sí sintomático. El Congreso de los Diputados aprobó una moción del PP que insta al Gobierno a «detener los ataques», la «difusión de informaciones falsas» –contra la UCO– y «asumir responsabilidades por los casos de corrupción».
La moción, consecuencia de una interpelación urgente al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, contó con los votos a favor de PP, Vox y UPN, insuficientes para conseguir su aprobación, que salió adelante por la abstención del Partido Nacionalista Vasco.
Desconcertados
Para recuperar la confianza en sus cuadros desmoralizados y desconcertados el Gobierno trató de retomar la iniciativa y cambiar el diálogo político. Ciertamente, con un éxito limitado. Sánchez aprovechó el día enviando una carta al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, plantando cara al incremento de gasto militar al 5% porque «es contraproducente y no es razonable». Un gesto que se interpreta como un guiño a la izquierda.
En esta tarea se aplicó el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, que ayer cerró el traspaso de Cercanías a la Generalitat. El acuerdo con el Gobierno catalán y el Ministerio de Fomento, con el apoyo de ERC, consiste en crear una empresa mixta, donde RENFE tendrá la mayoría, pero la Generalitat tendrá el control administrativo. Escuálidos intentos ante una tormenta que está lejos de amainar y en la que todos miran al presidente y a su desconocido «paquete de medidas».
Mientras, la crisis de Sumar arrastra a Sumar y lo sitúa al borde de la ruptura en el Congreso: tres partidos debaten marcharse del grupo para irse al Mixto. Mès Compromís, Mès y Chunta estudian romper con Díaz en el Congreso para distanciarse del Partido Socialista.
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