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El colapso de la legislatura

El núcleo de Moncloa cuestiona el "caso Salazar"

Excepción al «sí es sí». Los gurús del presidente restan credibilidad a las denuncias. Explican en «off» su pasividad en que responden a «fuego amigo»

Salazar defiende su inocencia pero no prevé volver a sus cargos en Moncloa y PSOE Macarena SotoEFE

La entrada en prisión de Santos Cerdán, ex secretario de organización del PSOE, provocó una profunda crisis en el partido y en el Gobierno. Pedro Sánchez se vio obligado a reestructurar la maquinaria de Ferraz. El líder socialista diseñó una nueva ejecutiva, en la que iba a entrar Paco Salazar –en ese momento secretario general de coordinación institucional del gabinete de Presidencia–.

Sánchez le iba a situar como adjunto a la nueva secretaria de organización, Rebeca Torró, porque el presidente siempre valoró el criterio político y analítico de Salazar, sevillano de 57 años. Pero nada más trascender su nombre, «eldiario.es» publicó una bomba: varias mujeres del PSOE le acusaban de «comportamientos inadecuados» cuando era su jefe. El equipo del presidente estaba al tanto de la información antes de que viera la luz.

Y, según ha sabido LA RAZÓN, lo cierto es que en un primer momento dudaron de la credibilidad de las denuncias publicadas porque el gabinete de Presidencia dispone de su correspondiente buzón de denuncias y de su particular protocolo antiacoso. Y hasta el momento de la publicación de esa información no se había recibido ni una sola queja de Salazar. La sospecha del núcleo duro de Moncloa es que «hay fuego amigo» y está fundamentada en el hecho de que se trata de denuncias anónimas recogidas por un medio. Esa incredulidad fue, de hecho, la que llevó a la ministra portavoz, Pilar Alegría, a dejarse ver recientemente con Salazar en un restaurante de Madrid.

En cualquier caso, tras muchos quebraderos de cabeza, Sánchez y su equipo forzaron la renuncia de Salazar no solo a entrar en la ejecutiva; también a su puesto como asesor del presidente del Gobierno.

El contexto en que se produjo esa crisis no podía ser peor. Apenas unas semanas antes trascendieron las conversaciones entre el exministro de Transportes José Luis Ábalos y su exasistente Koldo García –ambos en prisión preventiva por la trama del Ministerio– repartiéndose prostitutas. La reputación del partido no podía sufrir más golpes. Pero cinco meses después, el «caso Salazar» sigue dando quebraderos de cabeza en Moncloa.

Las fuentes consultadas en el núcleo duro del Ejecutivo coinciden en que «nunca» detectaron en Salazar un comportamiento obsceno, grosero o maleducado con las trabajadoras que tuvo a su cargo. Y, por supuesto, tampoco presenciaron escena alguna de acoso. Fuentes oficiales del Ejecutivo admiten que en el Gobierno hubo un sector al que le costó creer las denuncias contra Salazar.

Aunque estas mismas fuentes reiteran que desde ayer «todo el Ejecutivo cree el relato de las víctimas» que ha publicado «eldiario.es», tras trascender que dos denuncias contra Salazar en el canal digital del PSOE se habían traspapelado por un supuesto error informático de la plataforma de denuncia. Ferraz se apresuró el lunes a explicar que la investigación interna no ha concluido por mucho que Salazar se diera de baja recientemente como militante. Aunque todo parecía indicar que el partido tenía intención de dar carpetazo al caso sin hacer demasiado ruido, mientras Salazar, que tiene una consultora, seguía asesorando al Gobierno desde fuera.

El partido insiste en que se trata de denuncias anónimas y, por tanto, es complicado resolver el expediente. En todo este tiempo, desde que trascendió el caso, el PSOE no se ha puesto en contacto con ninguna de las afectadas, algunas de las cuales han contado que Salazar «se subía la bragueta» en la cara de sus víctimas; «escenificaba felaciones» y «pedía vernos el escote».

La destitución de Salazar tensó la relación entre Moncloa y el PSOE. «El presidente del Gobierno confiaba en el trabajo de Paco porque vale muchísimo para el análisis político, especialmente interno», destaca una fuente que le conoce bien. Otra apunta que Salazar era el «auténtico estratega» del partido. «Pero el proyecto de Sánchez no gira en torno a Paco Salazar», aclara una fuente con asiento dentro del Consejo de Ministros.

Salazar fue el «número dos» de Iván Redondo, el ex jefe de gabinete de Sánchez. Se encargaba del análisis sobre el que Redondo hacía marketing; una especialidad de la que ahora reniegan en Moncloa, donde dicen que no les interesan los giros espectaculares. Lo cierto es que el círculo directo del presidente del Gobierno está ahora integrado por académicos. En su mayoría, expertos en ciencia política, sociología y economía sin ascendencia alguna dentro del partido más allá de cierta afinidad ideológica. Alegría intentó ayer cerrar el caso y tildó de «vomitivas» las expresiones de su amigo.