Parlamento vasco

Nunca será suficiente

La Razón
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«El Holocausto lo hizo gente que amaba a sus hijos y que escuchaba a Strauss», recuerda Marian Turski, superviviente de Auschwitz. Poniendo distancia pero aprovechando la analogía, en nuestro país y en nuestro presente ya tenemos bien constatado que gentes normales, con hijos y familias normales de cultura media convencional, incluso con conocimientos de música clásica, nos llevan haciendo un siete a la convivencia desde hace mucho tiempo. ETA y sus seguidores junto a los nacionalistas vascos durante los últimos 40 años, ahora acompañados de sus emuladores en Cataluña. «Tenemos que crear otro 1 de octubre», reflexiona el presidente Torra. «El 1 de octubre (2017) no habrá referendum» se dijo hasta el aburrimiento. Y lo hubo. Apostaría con Torra a que habrá el que promete. Dice un historiador que la historia es hipermétrope: ve mal de cerca. El presente suele ser una maraña de intereses, olvidos, recuerdos malintencionados... La confusión mareante producida por una tan excesiva como engañosa información anestesia eso que se viene llamando «opinión pública». Alejarse para ver mejor. Lo del bosque y los árboles. Pero a mi humilde capacidad de análisis le sorprende cómo no se tiene en cuenta a la hora de pactar con los nacionalistas su proverbial deslealtad hacia todo lo que tiene que ver con España y sus gobiernos. No hay que rebuscar mucho en la historia, ni siquiera en la hemeroteca, y creo que no descubro nada: su comportamiento en la guerra civil, sus intermitentes escaramuzas independentistas, su interesado uso de la Constitución, las innumerables argucias a la hora de pactar sus

«compromisos», su evidente insolidaridad, la doblez de sus mensajes... El líder EH Bildu, Arnaldo Otegi, echó en cara el 24 de mayo a los nacionalistas del PNV que su postura con respecto al autogobierno «no era compatible con su apoyo a los Presupuestos del Estado al PP» y les reprochó el haber «mancillado» una «seña colectiva del pueblo vasco», la de la «palabra de vasco», algo «bastante grave», dijo. No le pareció que volvían a mancillar su «palabra de vasco» cuando unos días después decidieron apoyar a Sánchez en la moción de censura. En realidad cualquier palabra dada por los nacionalistas siempre significa algo cierto: queremos más.

El presidente Sánchez: «ETA ha sido derrotada y se acercará a los presos». Nuevos tiempos. Eguiguren nos trajo la paz y Sánchez a los presos. Gracias al PSOE en esta tierra se respira tranquilo. Quiero decir que los nacionalistas y los ultra nacionalistas respirarán mas tranquilos que nunca. No tiene ya mucho sentido discutir que unos pocos más asesinos se paseen por nuestras calles. Ya tenemos bastantes y no ha pasado nada: sería peor si hubieran violado a alguien. Al menos sabemos que no tendrán que molestarse en coger de nuevo las pistolas ni salpicarse con la sangre, han recibido el indulto político social de una enigmática, más bien inquietante mayoría, así como la posibilidad práctica de dar pasos eficaces en las aspiraciones por las que mataron ¿pudieron imaginarse algo mejor? Los flamantes nuevos Estatutos para estos nuevos tiempos de felicidad socialista que se están diseñando en

Euskadi y Cataluña nos apuñalarán por la espalda. Todo está ya vendido, amortizado, pactado, como queramos expresarlo. Un secreto, señor Sánchez: así y todo, le detestan. Hacia usted y hacia todos los socialistas, los nacionalistas vascos y catalanes sienten el más grande de los desprecios, podrá ser que lo note el día que deje de firmarles cheques. Y esté seguro de que cuando deje la presidencia tanto la tierra vasca como la catalana estarán aún más lejos de España porque nada de lo que les haya concedido habrá sido suficiente.

Lo que seguirá causando tanta perplejidad como dolor en la parte noble de esta sociedad española (que la hay y debería ser fundamental tenerla en cuenta) es comprobar tanta renuncia, tanta palabra hueca, tanta dejadez con los principios. El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, dice que la política penitenciaria no puede quedar en manos de las víctimas. Mucho mejor en las suyas, claro, que se han opuesto históricamente a todas las medidas antiterroristas de la democracia. Pero no pasa nada, desde los palcos del Palacio Euskalduna en Bilbao y el Palau en Barcelona los caciques regionales seguirán escuchando ensimismados música culta con la satisfacción del servicio a las almas más sensibles de su Pueblo.