Campaña

Ofensiva final de Feijóo para desactivar a Ciudadanos como «arma» del PSOE

Los naranjas mantienen un 2% de voto residual en comunidades autónomas claves para el «cambio»

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo antes de intervenir ayer en un acto en Zaragoza en apoyo a las candidaturas del PP
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo antes de intervenir ayer en un acto en Zaragoza en apoyo a las candidaturas del PPJavier Cebollada EFE

El PP concentra estos últimos días de campaña en la ofensiva con la que busca desactivar el voto residual que mantiene Ciudadanos (Cs) en las comunidades autónomas que en la noche electoral se medirán como termómetro del cambio de ciclo que pueden representar las urnas de este domingo.

Los tracking que siguen llegando a los partidos indican que Cs mantiene un apoyo del 2 por ciento en feudos que se disputan PSOE y PP y que se decidirán por un puñado de papeletas. De acuerdo con lo que dicen hoy los sondeos, que ya no pueden publicarse, Cs tiene la llave del cambio de gobierno en Comunidad Valenciana, en Aragón, en Cantabria y en La Rioja. Pero no porque sus escaños sean decisivos en las investiduras, sino porque los votos que acumulan no alcanzan el mínimo necesario para obtener representación parlamentaria. O dicho de otro modo, las papeletas a Cs parecen que están condenadas a sumar, por incomparecencia, a favor de la mayoría de izquierdas y no del «cambio» del centroderecha.

Por eso el PP se ha fijado como prioridad para el final de la campaña captar ese voto que todavía mira a Cs, pero que, al mismo tiempo, se identifica con ese lema del «cambio» que ha convertido en bandera electoral Alberto Núñez Feijóo.

La campaña de los populares está colocando el foco en lanzar señales para reivindicarse como un partido abierto, plural, en el que caben perfiles como el del economista Luis Garicano, uno de los rostros más identificados con la explosión de Cs y su etapa de más fortaleza electoral, o Toni Nadal, tío del tenista Rafael Nadal, y que simboliza la apertura a figuras independientes.

Feijóo estuvo ayer en Aragón, y hoy y mañana se pateará la Comunidad Valenciana (capital, Valencia provincia y Alicante). En estos dos territorios Ciudadanos puede frenar el cambio de gobierno si mantiene las tendencias actuales, ese 2 por ciento de voto que no contabilizará después del recuento en la formación de mayorías. La campaña socialista también tiene las mismas prioridades.

El domingo se medirá el resultado en número de votos, y en el reparto de poder territorial entre los dos principales partidos. La batalla por establecer un relato político mediático durante las primeras horas será importante, y Moncloa y PP se disputarán imponer cada uno el suyo. El de Génova, que el PP gana; el del PSOE, que Pedro Sanchez no pierde.

En estas elecciones será un factor decisivo la reagrupación del voto en el centroderecha, las tres listas con las que concurrieron hace cuatro años fueron clave para el buen resultado en términos de poder que consiguió el PSOE. En 2019, Cs y Vox consiguieron buenos resultados municipales y autonómicos, pero a lo largo de este año la irrupción de Feijóo en la arena nacional ha acelerado un reagrupamiento de la derecha que afectará a los resultados de estos comicios. Los socialistas consiguieron ya entonces la alcaldía en plazas conservadoras, que, sin embargo, los sondeos que manejan hoy PSOE y PP indican que en estas elecciones volverán a pintarse de azul. El PP gobierna en 13 capitales de provincia, y espera salir de las urnas con capacidad de controlar más de una treintena. Andalucía y Castilla y León tendrán una gran importancia en la fotografía que se vea en la noche electoral.

Los socialistas se enfrentan hoy a un problema parecido al que tuvieron que lidiar los populares hace cuatro años: la división de la izquierda puede tener «consecuencias electorales trágicas», como ha advertido el líder de Podemos, Pablo Iglesias. El PSOE está en manos de Podemos y de en cuántas comunidades obtengan representación los morados. Si no lo logran en Extremadura o Castilla-La Mancha obligan a los socialistas a necesitar la mayoría absoluta. En la Comunidad Valenciana, si no entran, Ximo Puig tendrá serios problemas para mantener la Generalitat.

Los partidos trabajan con el dato de sus gurús demoscópicos de que hay una bolsa de más del 10 por ciento de votantes que pueden acabar decidiendo el sentido de su voto en el último fin de semana de la campaña. Y hacía ahí apuntan las estrategias de campaña en estas últimas horas ya que en la sombra pueden consolidarse tendencias decisivas en el resultado final. Desde el último lunes de campaña la legislación prohíbe la publicación de las encuestas que siguen llegando a los partidos.