
Testigo directo
Otero Novas: «Una consulta sobre la Corona habría dado una victoria pobre»
A este exministro de Suárez, Don Juan Carlos le preguntó si debían someter la monarquía a referéndum. «Le dije que no por la dura campaña de falsas imputaciones que conllevaría»
José Manuel Otero Novas (Vigo, 1940) fue ministro de Unión de Centro Democrático (UCD) en los dos gobiernos de Adolfo Suárez que devolvieron a nuestro país la democracia. Primero, de Presidencia (1977-1979) y, luego, se encargó de la cartera de Educación (1979-1980).
Fue abogado del Estado y es un experto en la Transición y el papel que tuvo Juan Carlos I como su artífice, por haberlo vivido desde la sala de máquinas. Cincuenta años después, le preocupa ver que ha vuelto lo que tantos esfuerzos invirtieron en desterrar: «Una España contra la otra media».
Otero Novas cuenta a LA RAZÓN que estaba «a la expectativa» el día de la coronación de Juan Carlos de Borbón como Rey de España. Él, entonces, pertenecía al Grupo Tácito, el círculo de intelectuales que apostaron por la salida democrática en los estertores del franquismo. Uno de sus compañeros planteó internamente que debían declararse monárquicos.
«Precisamente, quien llevó la contraria fui yo», rememora. La razón –explica– se halla en la filosofía de la casa en que nacieron (intelectual y políticamente): la fundación San Pablo CEU, heredera del pensamiento clásico de la Escuela de Salamanca, que se mostraba «indiferente» ante cuál debía ser la forma de gobierno más conveniente, más allá de que fuese democrática.
«Defendí que debíamos apoyar a la monarquía si daba paso a la reforma democrática que queríamos, pero debíamos evitar pronunciamientos». Aquel 22 de noviembre de 1977 en que, solo dos días después de la muerte de Francisco Franco, Juan Carlos I pasó a ser el jefe del Estado, tenían «esperanzas de que las cosas cambiasen, pero ninguna seguridad».
El discurso que pronunció el Monarca ante las Cortes franquistas les insufló mayores dosis de optimismo, por su «talante positivo, pese a las ambigüedades naturales» del momento histórico.
A diferencia de lo que Adolfo Suárez dijo «en off» en aquella famosa entrevista con Victoria Prego para Antena 3, él nunca le escuchó defender que la opción monárquica hubiera perdido en un referéndum.
Pese a que Otero Novas no está de acuerdo con esta tesis, cuenta cómo le transmitió al Rey que no era partidario de someter la cuestión de la Corona a una consulta en solitario.
Él mismo se lo planteó el 12 de octubre de 1977 cuando cenaba con él, la Reina Sofía y su mujer, Nieves Miranda, con motivo de la celebración de la Fiesta Nacional en Las Palmas de Gran Canaria.

«Le dije que no creía en el referéndum, pero no porque fuéramos a perder. Si lo hacemos, lo ganamos, con apoyo del Gobierno». Pero lo que le preocupaba era la campaña previa que iba a haber.
«Todo el viejo republicanismo iba a salir en tromba contra la monarquía. Le advertí de que se dirían muchas imputaciones falsas. Como las de corrupto que le dedicaron a Alfonso XII, cuando marchó al exilio. Van a decir que los Borbones eran unos ladrones».
El entonces ministro ucedista estaba seguro de que la Corona quedaría, por ello, tocada y tendría el apoyo de un 60 por ciento. «Una victoria muy pobre», opina.
Como testigo privilegiado de las relaciones personales que mantenían Manuel Fraga y Suárez con Don Juan Carlos, tiene claro que «sin duda» el que mejor se entendía con el Rey era el primer presidente que tuvo nuestra democracia, por muchas razones.
«Era de su generación» y no había favorecido que Fraga «se mostrase como un Antonio Cánovas», que quisiese moralizar la monarquía. «Por eso nunca llegó a dirigir el país, se lo expliqué antes de su muerte».
Otero Novas puede también ofrecer información de primera mano sobre cómo era la relación entre Juan Carlos y su padre, don Juan. El conde de Barcelona «tenía una aspiración a heredar» el trono español, pese a que no era el hijo mayor y estaba el nieto mayor, Alfonso de Borbón, el duque de Cádiz.
«Para colmo, Franco y Don Juan no se llevaban bien por las declaraciones que hizo contra el dictador». El Rey estuvo «en medio de dos personajes y tenía que llevarse bien con ambos».
Para dar cuenta de cómo vivió aquellos días en relación a su padre, Otero Novas nos revela una anécdota que el propio Juan Carlos le contó. Cuando Franco decide que le designará heredero a título de Rey, en torno al 24 de junio de 1969, día de San Juan, él estaba en Estoril (Portugal), como todos los años, para celebrarlo con su padre.
Cuando volvió, el dictador le llamó y le informó del nombramiento. «¿Cómo no me lo dijo antes de ir a Estoril?», le preguntó él. Y Franco le contestó: «Sé que usted es un buen hijo y, aunque yo le pidiera que no dijera nada, no aguantaría y se lo contaría a su padre».

El Generalísimo no quería que Don Juan lo supiese «con demasiada antelación». Ahí tenemos, indica Otero Novas, una explicación de cómo se llevaban y entendían padre e hijo. «Don Juan le planteó dificultades, pero no insolubles», remarca.
La realidad es que esos años en que estuvo en el núcleo del poder, cerca del Rey, no fueron en balde a nivel personal. Hoy en día, Don Juan Carlos le concede «el honor» de que sigan hablando desde aquel primer despacho que tuvo con él en el Palacio de Zarzuela, en que lo primero que le dijo fue: «No soy monárquico, pero le voy a apoyar».
El carácter «afectuoso» del Monarca hizo el resto y se siguen viendo cuando vuelve a Sanxenxo. Sabe que Juan Carlos «no está feliz» por «no poder estar con tranquilidad» en España. Pero, sobre todo, «apoya a su hijo». «Eso es algo invariable en él».
Echando la vista atrás, a aquellos años tan determinantes de la Transición, Otero Novas considera que los españoles «le debemos muchísimo» a Don Juan Carlos. Precisamente, porque él vivió, en primera línea, cómo el Monarca contribuyó enormemente a que los españoles pudiesen pasar página del régimen de Franco.
Que el 80 por ciento de los procuradores franquistas se hiciese el «harakiri», que votase a favor de la Ley para la Reforma Política, no se explica –cuenta– sin que fueran conscientes de que el Rey lo apoyaba. «No es que hiciese declaraciones públicas. Se veía, se fotografiaba con nosotros», mandando así un claro mensaje en clave.
Tampoco hubiera salido adelante y hoy no estaríamos celebrando el 50 aniversario de la coronación sin el respaldo que logró mantener Juan Carlos I por parte de las Fuerzas Armadas. Fue clave.
«Siempre tuvimos temor del golpe de Estado. Modulamos las palabras y los tiempos porque, pese a que el Ejército obedecía al Rey, había gente dentro que podía rebelarse».
Mantiene vivaz en su memoria un momento exacto. Era finales de enero de 1977, habían tenido en el Ejecutivo «una semana explosiva» con el atentado de la calle Atocha, dos secuestrados por el Grapo y muertos en atentados de ETA.
A mediodía del viernes, Otero Novas estaba despachando con Suárez y le advirtió de que creía que «de este fin de semana no pasaban». El presidente del Gobierno coincidió con él. «Yo también», le confesó.

El ministro volvió a su despacho y le dijo a los «pocos» colaboradores con los que contaba: «Seguramente, este fin de semana habrá un golpe. Vendrán a detener al presidente y nosotros debemos estar aquí con él».
Finalmente, no pasó. ¿Por qué? «El Rey lo paraba. El 23-F fue la única vez que, al principio, no lo frenó, pero sí a posteriori. Sin su presencia hubiera sido imposible sostener los golpes».
El deber futuro del Rey tiene que ser para Otero Novas «ayudar y sostener» un sistema democrático que –advierte– «está en peligro» en España. «Pero la democracia de verdad, que hay quien quiere que seamos como Venezuela».
Coloca la causalidad del bajo nivel de la vida pública que preocupa a los ciudadanos en que «los sucesivos Gobiernos se dedicaron a ceder a las demandas de los partidos nacionalistas periféricos».
Otero Novas ya lo advirtió en 1981, cuando lamentó que si se seguía dando más y más, «acabaríamos saliendo de la Constitución» que redactaron en el año 78.
Otra capacidad que le atribuye a la Casa Real es la de ser garantía, en los próximos años, del «mantenimiento de la nación española, dado el contenido dinástico de la institución, con sucesores y antecesores».
El exministro de Suárez, apartando los últimos escándalos alrededor de su figura, defiende que a Juan Carlos de Borbón hay que recordarlo por lo que hizo «como jefe de Estado y punto».
José Manuel Otero Novas tiene una vivencia más que añadir «distinta al comentario general que se hace». Un día, cuando tenía sillón en el Consejo de Ministros, Suárez le contó que los «hermanos del Oriente Medio» del Rey –explica que así llamaban, entre ellos, a los monarcas de aquellos países– le habían regalado un yate. Otero Novas, en reacción, le dijo a su jefe en el Ejecutivo: «Lo pondrá a nombre de Patrimonio Nacional, ¿no?».
Este le animó a decírselo él mismo a Don Juan Carlos. Fue a Zarzuela y le trasladó su parecer, no debía ponerlo a su nombre. El jefe del Estado le contestó que «eso no es problema». «No me discutió nada. Así es».
✕
Accede a tu cuenta para comentar


