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Palabra de Otegui: «Todo pasa por Navarra»

En 2011, antes de la firma de las Acuerdos de Ayete, socialistas y proetarras trataron el asunto de Navarra y la necesidad de darle un nuevo «estatus».

Palabra de Otegui: «Todo pasa por Navarra»
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En 2011, antes de la firma de las Acuerdos de Ayete, socialistas y proetarras trataron el asunto de Navarra y la necesidad de darle un nuevo «estatus».

«Sin Navarra no habrá solución». La frase fue pronunciada por el coordinador general de Sortu, Arnaldo Otegui, durante un discurso en Pamplona hace ya muchos años. Resume la doctrina del independentismo vasco que representaba ETA y que ostenta ahora su brazo político respecto a la comunidad foral: anexión al País Vasco con el fin de crear una gran Euskal Herria, que incluya tres territorios del sur de Francia (utópica en lo que respecta al territorio galo). Ha pasado el tiempo, pero la estrategia, los objetivos siguen ahí, y ahora con más posibilidades, según expertos consultados por LA RAZÓN.

El plan, por lo tanto, es «modificar el estatus» de la Navarra «española». La posibilidad que les ha ofrecido el Gobierno de Pedro Sánchez de ser determinantes en el Ejecutivo de la comunidad foral es un paso cualitativo de la mayor importancia (para ellos). Con el fin de alcanzar esos fines, los antiguos proetarras se fijan una serie de objetivos tácticos (los que interesan en cada momento), siempre supeditados a los estratégicos, que no son otros que los de la citada anexión. Y siempre bajo el principio enfatizado por Otegui en Pamplona: o tenemos Navarra o seguirá el «conflicto».

Primeros pasos

¿Cuáles serán los primeros pasos que intentarán promover los antiguos proetarras? Para los mencionados expertos está claro que pondrán sobre la mesa la salida de las Fuerzas de Seguridad y de los Ejércitos de la comunidad foral; y la imposición del euskera a todos los niveles, algo realmente aberrante.

Lo que no se puede olvidar, y vivir de espaldas a ello sería un grave error, es que el mundo del independentismo radical y, en su momento terrorista, no ha variado sus planteamientos con respecto a Navarra. Son los que eran y se sienten muy orgullosos de ello; y si alguien les pone una alfombra roja para caminar hacia las instituciones, mejor.

Documentos que estuvieron sobre la mesa en las conversaciones secretas entre Batasuna y los socialistas, que dieron lugar a los acuerdos de Ayete en 2011, son esclarecedores a este respecto. Una vez más, no se olvide, socialistas y proetarras juntos en un extraño «matrimonio» en el que, de cara al exterior, se escenifica el divorcio permanente, pero que, en el secreto de la alcoba, se adapta a las conveniencias de cada parte. La Conferencia Internacional para promover la resolución del «conflicto» en el País Vasco, también conocida como Conferencia de Paz de San Sebastián, se celebró en el Palacio de Ayete el 17 de octubre de 2011. Junto a «personalidades internacionales» y representantes independentistas del más variado pelaje, se sentaron los socialistas con Jesús Eguiguren a la cabeza.

En dichos documentos, a los que ha tenido acceso LA RAZÓN, que estuvieron sobre la mesa de las reuniones secretas entre batasunos y socialistas, se preconizaba «un acuerdo democrático desde el reconocimiento del Derecho a SER (en mayúsculas en el documento) de Euskal Herria (incluida Navarra, por supuesto), desde el respeto al derecho a DECIDIR de todos los ciudadanos/as de todos los territorios que la componen». Es decir, que en ese acuerdo se incluía a los ciudadanos de una comunidad foral que, históricamente, nada ha tenido que ver con el País Vasco.

Lógicamente, en estos documentos secretos se rechazaban las reformas estatutarias que «no tengan como base política un acuerdo democrático donde se reconozca Euskal Herria (incluida Navarra) y respete su voluntad política abriendo la vía a cualquier proyecto, incluido el independentista».

Dentro de las medidas de las que se habló entonces estaba la «defensa de la oficialidad del euskera en todo Euskal Herria (incluida Navarra); un compromiso conjunto sobre educación; simbología y deporte; medios de comunicación; etcétera. Y, por supuesto, la salida de las Fuerzas de Seguridad de la comunidad foral.

Los socialistas no están de nuevas en el asunto de Navarra, ya que los planteamientos que van a poner sobre la mesa sus socios, en especial Bildu y Geroa Bai, vienen ya de lejos y han sido objeto de negociación en el pasado.

Lo único que va a hacer Eh Bildu, con Arnaldo Otegui dirigiendo la orquesta desde las entretelas, es dar cuerda a la maquinaria: «Hay que dotar de estructuras jurídico-políticas los territorios vascos (incluida Navarra) En el camino de la construcción del Estado vasco (este es el objetivo estratégico) es necesario superar las estructuras vigor (...) para el ejercicio del Derecho de Autodeterminación».

Desde entonces, los antiguos proetarras, en coincidencia de objetivos con el PNV-Geroa Bai, no han parado de trabajar un sólo día para lograr la anexión de Navarra al País Vasco. En la legislatura gobernada por los provasquistas de Uxue Barkos (bajo la dirección solapada del PNV) se ha puesto en marcha un plan para la euskaldunización de la comunidad foral (asunto que se contemplaba en los documentos de 2011, a los que, por cierto, no fue ajeno el PNV), por aquello de que sin una lengua común difícilmente se puede construir un estado.

Han sido numerosas las asociaciones y organizaciones, todas vinculadas al nacionalismo, que se han dedicado a la promoción y difusión del euskera en Navarra en estos últimos cuatro años. Han utilizado como instrumentos la televisión Euskal Telebista, tanto en su versión en lengua vasca como española.

En cualquier caso, estamos ante un asunto que no tiene sentido ni necesidad. Los datos sociolingüísticos son contundentes. Apenas unos 65.000 navarros –de un total de 640.000 habitantes– son vascoparlantes, y la mayoría en la parte norte de Navarra.

Otro de los terrenos que ha allanado Uxue Barkos es el del acercamiento del Gobierno de Navarra al Gobierno Vasco en términos no sólo económicos sino especialmente políticos; y va más allá de la colaboración entre comunidades limítrofes. Aún se recuerdan las declaraciones de la consejera de Infraestructuras, Arancha Tapia, con ocasión de la firma del acuerdo sobre el Tren de Alta Velocidad, el TAV, como elemento de construcción nacional para conectar las capitales vascas, incluyendo a Pamplona.

Policía única

Por lo que se refiere a las Fuerzas de Seguridad, en Navarra actúan cuatro cuerpos de policía: las diversas policías locales en los municipios; la Policía Nacional en las principales ciudades; la Policía Foral y la Guardia Civil. La comunidad foral tiene uno de los índices de criminalidad (número de delitos por cada mil habitantes) más bajos de España. Se sitúa muy por debajo de la media estatal. El planteamiento de los provasquistas-anexionistas es el de una Policía exclusiva en la comunidad, que ha obtenido hasta ahora pocos avances (acuerdos no culminados en Tráfico y Medio Ambiente). El Gobierno de Uxue Barkos quería que la Policía Foral asumiera las competencias que en la actualidad ostentan en Navarra la Guardia Civil y la Policía Nacional, de tal forma que para 2021 ejerza todas en materia de Tráfico y Seguridad Vial, Seguridad Ciudadana y Medio Ambiente.

Hasta aquí el panorama, con su enorme complejidad, con el que se van a enfrentar María Chivite y Pedro Sánchez, ya que el inquilino de La Moncloa no puede ponerse de perfil en asuntos tan relevantes. Otegui ya ha enfatizado el valor que tienen sus siete parlamentarios, que se pueden abstener, votar a favor o en contra. Lo mismo, en el Parlamento de Madrid.

Detrás de ello está toda la maquinaria de la izquierda abertzale con su capacidad de movilización y de hacer la vida muy incómoda a las personas cuando les interesa. El objetivo está marcado: «sin Navarra, no habrá solución». Chivite, con el consentimiento de Sánchez, se ha metido, valga el símil mitológico, en el laberinto de Creta, por donde pulula el minotauro. Fácil es entrar, pero salir...