Jordi Sànchez

Piscina, gimnasio, peluquería...Así es la cárcel de Lledoners

Inaugurada a finales del 2008, la cárcel de Lledoners nada tiene que ver con los antiguos centros penitenciarios

Piscina, gimnasio, peluquería...Así es la cárcel de Lledoners
Piscina, gimnasio, peluquería...Así es la cárcel de Lledonerslarazon

Cárceles cinco estrellas o cárceles de lujo así es como se conoce a los centros penitenciarios en los que los que los políticos presos catalanes cumplen en su interior sus condenas. De construcción reciente y con comodidades como piscina, canchas deportivas, zonas de talleres o celdas con estanterías modulares, las cárceles catalanas de Llenoders y Figueres -donde se encuentran las mujeres- son de última generación. En su interior no hay ni masificación ni escasez de servicios. Todo lo contrario, en ocasiones da la sensación de que viven con las comodidades de un hotel o una residencia de estudiantes más que una cárcel.

Los hombres -Oriol Junqueras, Jordi Turull, Joaquim Forn, Josep Rull, Raúl Romeva, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart- se encuentran en el penal de Lledoners, situado en Sant Joan de Vilatorrada a solo 70 kilómetros de Barcelona. Allí llegaron desde las cárceles madrileñas de Estemera y Sotol del Real donde permanecieron encarcelados los primeros meses hasta que el Supremo permitió su traslado.

La de Lledoners es relativamente nueva, se inauguró en 2008. Tiene ocho módulos de vida ordinaria, con 512 celdas, y en la actualidad está a un 73% de ocupación -684 presos-, lo que facilita siempre el funcionamiento en prisión. Presentada en su momento como la “cárcel amable”, fue el buque insignia de la nueva política penitenciaria del Gobierno de José Montilla, centrada en prisiones más pequeñas, más modernas y más amables. Con instalaciones como su llamativa piscina y celdas de 10 metros cuadrados que están dotadas con cama, estantería, inodoro, ducha privada y un interfono para situaciones de emergencia. Tienen además a su alcance servicios básicos como aulas de formación, biblioteca, peluquería, comedor... un sin fin de comodidades que les facilita su estancia entre rejas.

Además, según explicaron a LARAZÓN varios funcionarios en agosto, antes de que los siete reclusos arribaran a Lledoners, la dirección de la cárcel acicaló el interior de la presión e hizo algunos cambios para que los nuevos internos estuvieran cómodos. Les acomodaron en el módulo 2, el de los preso menos peligrosos. Sus compañeros tiene una tipología delictiva “media-baja”: no hay condenados por delitos violentos, sexuales, violencia doméstica. El módulo está ocupado por 93 internos, todos ellos condenados excepto los siete del “Procés” que son preventivos, y tiene una capacidad para 128 internos.

Además, durante estos meses los presos independentistas consiguieron convertir el módulo en el que están recluidos en una especie de despacho oficial o “petit palau” en el que han recibido a un buen número de representantes políticos y sindicales bajo la excusa de “visitas institucionales”.

Oriol Junqueras, los Jordis y el resto de líderes secesionistas recibieron, desde julio a mediados de octubre de 2018, hasta 80 visitas institucionales entre quienes están Quim Torra, Roger Torrent, Elsa Artadi, Arnaldo Otegi o Pablo Iglesias, entre otros, tal y como informó LARAZÓN en octubre. No solo visitas institucionales han recibido durante estos meses, hasta la cárcel se acercó Ada Parallada, propietaria del restaurante Semproniana y activista secesionista. Coincidiendo con el primer aniversario de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils organizó un taller de cocina, según informó la propia cocinera a través de las redes sociales.

La polémica en torno a su estancia en la cárcel no ha dejado de crecer. Pese a que la Generalitat lo niega, un funcionario confesó un supuesto trato de favor a los políticos presos. Según publicó El Mundo denunció estos hechos en un informe donde pedía amparo a la directora de Llendores, alegando que era víctima de acoso por no aceptar a dar un trato diferenciado a los líderes independentistas.

Las mujeres, Forcadell y Bassa, comparten un módulo de Puig de Basses con capacidad para 750 reos y se construyó en dos años, entre 2008 y 2010, con una inversión de más de 100 millones de euros. Es un penal especialmente para hombres, pero tiene un reducido módulo para mujeres, con unas 35 plazas.