
Conservadora, dando la lata
La política va de Verdad
Claro que la política va contigo. Va en el precio del alquiler, en los impuestos que te sablan, en los hijos que no tienes, en los trenes que no llegan...

La política en España es como el arte contemporáneo: un mojón en el suelo con una etiqueta de «performance» y dos o tres subvencionados aplaudiendo. «Eso es arte», te dicen. «Eso es política», repiten. Y tú callas, no sea que parezcas ignorante.
Dejar la política en manos de los políticos ha sido tan nefasto como dejar el arte en manos de los artistas. ¿Quién no ha fingido entender una obra infumable en ARCO por miedo a parecer inculto? Si algo necesita ser explicado para emocionar o hacerte pensar, entonces no es arte: es una pantomima. Lo mismo con la política: si necesita un manifiesto o una doctrina centenaria que prometa que «esta vez sí», entonces no es política: es una secta. Y quien logra vivir de ella, acaba como Pablo Iglesias, cumpliendo el sueño húmedo de cualquier canallita del Barrio de Salamanca: montar un bar.
Maquiavelo, hace la tira, en «Del Arte de la guerra», recuerda que la política y la defensa de la ciudad —la polis— son cosa de todos, no solo de mercenarios ni burócratas de salón. Que cuando el pueblo delega la guerra en soldados a sueldo, pierde no solo la guerra, sino la libertad.
Hemos externalizado el deber de pensar y opinar. Decimos «yo entiendo de política» como si opinar sobre el mundo que habitamos fuera como diseñar un satélite. Como si la polis —la cosa pública— se tratase de una instalación artística incomprensible, responsabilidad de señores grises con corbata o de las rastas domadas de los que acampaban en Sol. Y los ciudadanos fuésemos visitantes mudos que no se atreven a decir que aquello es una mierda por miedo a parecer ignorantes; o peor, intolerantes.
El autor anteriormente mencionado también dijo que el arte de gobernar no puede estar en manos de estetas del poder, sino de ciudadanos que entienden que la Verdad vale más que el consenso. Ahí lo dejo.
Pero la política no va de consensos, va de Verdad. Y cuando los ciudadanos dejan de decirla, los políticos se dedican a gestionarla. Esa cobardía disfrazada de neutralidad ha podrido el sistema. Los políticos son corruptos porque la sociedad o es más. Nos gobierna el reflejo exacto de nuestra desidia.
Claro que la política va contigo. Va en el precio del alquiler, los impuestos que te sablan, los hijos que no tienes, los trenes que no llegan, las leyes que no entiendes. Va en tu libertad y en tu futuro. No querer meterse en política hoy es como no querer meterse en una casa en llamas porque «no es mía».
Yo no escribo para gustar. Escribo porque me da la gana. Porque estoy harta de ver a mis coetáneos más indignados por una entrevista en El Hormiguero que por la destrucción sistemática de una nación. De ver una generación que hereda un país corrompido… y ni se molesta en levantar la voz.
La política no es un club privado. Es la vida misma. Y o la ocupamos, o nos la ocupan.
Así que sí: soy conservadora, «emperdedora», morena y villana. No vengo a salvar a nadie. Solo a recordar que el fuego también purifica... Mientras tanto, aquí seguiré, dando la lata.
✕
Accede a tu cuenta para comentar