Estrategia
El primer objetivo de Illa será controlar el Parlament
El líder del PSC no descarta hablar con Alejandro Fernández para conformar la Mesa de la Cámara catalana
Empieza el baile. Después de una semana de resaca electoral en Cataluña los partidos se aprestan a iniciar conversaciones en medio de la vorágine de una campaña electoral. Se vota el día 9 y el Parlament se constituye el día 10. Las europeas son unas elecciones muy polarizadas pero en Cataluña se pondrá la lupa, y mucha atención, en los resultados de ERC, con Diana Riba a la cabeza, y en Junts, con Toni Comín. No se presentan ni Puigdemont ni Junqueras pero ambos serán los responsables de sus resultados.
Salvador Illa ha estado parco en palabras esta primera semana. Ha nombrado una comisión negociadora –la misma que gestionó los resultados en las municipales y los pactos en diputaciones y consells comarcales– y ha hecho apenas dos entrevistas. Dos claros mensajes: conversaciones discretas y disposición a hablar con todos excepto con aquellos que defienden discursos de odio: Vox y Aliança Catalana.
El primer objetivo del líder de los socialistas catalanes es controlar la Cámara catalana, lo que disminuirá las pretensiones de Carles Puigdemont. En esta ecuación, Illa no descarta hablar con el Partido Popular de Alejandro Fernández que aspira volver a la Mesa del Parlament que abandonó hace años, lo que utilizará para hacerse valer ante la dirección nacional del PP que a pesar de los buenos resultados ha evitado ratificar a Fernández como presidente del PP catalán.
El líder de Junts ha estado toda la semana apelando a la unidad independentista que no existe desde la salida del gobierno de Aragonés y que llevaba renqueando tres años antes. Puigdemont necesita el apoyo de ERC para presentarse pero aún así no suma porque necesita la abstención del PSC para ser investido. Un imposible a tenor de las declaraciones de Illa y de Pedro Sánchez. «Si el PSC hiciera president a Puigdemont perdería durante años la posibilidad de llegar a la presidencia de la Generalitat. Eso no pasará», resume un dirigente del PSC.
A pesar de la adversidad, Puigdemont insistirá en esta posibilidad para erosionar a ERC en las europeas, situando a los republicanos como culpables de la imposibilidad de alcanzar un gobierno independentista. Y, sobre todo, para evitar el debate sobre su marcha. Dijo en campaña que si no es elegido president se retirará de la primera línea de la política. Y con este escenario no será president y debería abandonar. Aferrarse a la unidad independentista le permite mantener la pulsión.
ERC ha pasado su semana horribilis. Los malos resultados electorales han hecho saltar en pedazos a la dirección del partido. Pere Aragonés ha dimitido aunque seguirá de president en funciones, Marta Rovira ha dimitido en diferido y seguirá en su cargo y negociando con el PSC hasta noviembre que los republicanos elegirán nueva dirección. Y Oriol Junqueras ha tenido que dar un paso atrás pero con la intención de volver. El presidente del partido quiso recuperar el poder esta semana y la ejecutiva se lo impidió. Deberá esperar al congreso para hacerse con el control del partido porque no contó con los apoyos suficientes. Ahora moverá sus piezas porque está convencido que la militancia le dará su apoyo, sobre todo, porque no hay un candidato alternativo aún que le pueda hacer sombra.
Hasta que llegue el congreso, ERC deberá decidir si apoya a Puigdemont, a Illa o fuerza elecciones. Y no decidirá la ejecutiva, decidirá la militancia en una consulta. La opción de elecciones provoca pánico porque un partido sin líder y culpabilizado de la repetición es el peor cóctel para ERC que podría perder todavía más apoyos. Apoyar a Puigdemont sería tanto como someterse al abrazo del oso además de que no tiene posibilidades de fructificar. Solo queda apoyar a Illa, con condiciones, pero esta posibilidad genera tensiones.
Unas tensiones que también se están produciendo en la CUP. La izquierda antisistema ha vuelto a abril el debate entre sus dos corrientes. La que lidera Endavant, que controla la actual dirección, y Poble Lliure que ha pedido la «asunción de responsabilidades» y dimisiones.
Este escenario envenenado, aderezado con la campaña electoral, obliga a Salvador Illa a llevar las conversaciones con discreción. El pacto sobre la Mesa del Parlament no compromete a nada pero dará pistas de cómo se define el futuro gobierno. Illa no se cierra a pactos con PP y ERC, porque su objetivo es arrinconar a Junts desde el primer momento, por lo que la presidencia de la Mesa del Parlament podría ser ocupada por ERC. Es el caramelo que los socialistas se guardan en el bolsillo a cambio de controlar la dirección de la cámara.
La discreción será fundamental para evitar que las conversaciones se cuelen en campaña, como lo fueron en la negociación de la Diputación de Barcelona. El día 10 se constituirá el Parlament y el líder socialista aspira a presentarse el 25 de junio para ser investido. De momento, Illa no da pistas sobre el nuevo ejecutivo pero lo abre a independientes.
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