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Puigdemont a Junqueras: «Si el problema soy yo, renuncio y te pones tú al frente»

Gritos y lloros entre los miembros del Govern ante la imposibilidad de cerrar un acuerdo entre elecciones o independencia.

El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, a las puertas del Parlamento de Cataluña
El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, a las puertas del Parlamento de Cataluñalarazon

Gritos y lloros entre los miembros del Govern ante la imposibilidad de cerrar un acuerdo entre elecciones o independencia.

Altas horas de la noche en el Palau de la Generalitat. Allí, Puigdemont mantenía una larga reunión con el sanedrín del «procés». Estaban presentes todos los partidos, el Gobierno, y los asesores áulicos, la ANC, Òmnium, el editor Oriol Soler, el ex presidente Artur Mas y el ex secretario de organización de ERC, Xavier Vendrell. El debate estaba encallado y no había forma de llegar a acuerdos y ante la oposición de las entidades soberanistas y Esquerra Republicana a que se convocaran elecciones, Puigdemont hace una propuesta: «Si el problema soy yo, renuncio y te pones tú al frente de la Generalitat». El mensaje tenía un receptor: Oriol Junqueras, líder de Esquerra y vicepresidente del Gobierno. Dicen las fuentes conocedoras de este momento que Junqueras miró a otro lado. Silbó y no contestó a la petición.

La reunión del estado mayor independentista no dio para más y Carles Puigdemont se planteó seriamente la convocatoria de elecciones y tiró de mediadores. Sobre todo, de Íñigo Urkullu, el lendakari vasco. También participaron otras personas como mediadoras, algo así como «corre ve y dile». José Montilla, Miquel Iceta, Núria Marín y otros interlocutores llevaban y traían mensajes. Urkullu tenía un papel protagonista, pero cuando afirma Puigdemont que «no hay garantías para convocar elecciones», está culpando al líder vasco de «comunicar algo que no era». Es decir, trasladar algunas garantías que el Gobierno de Rajoy ponía sobre la mesa que no se podían constatar, a juicio de Puigdemont. Sin embargo, si este mal entendido fuera real no se entiende que Puigdemont no descolgara el teléfono y llamara a Rajoy. Esa llamada no se produjo, aunque en Moncloa afirmaron sin titubear «que si Puigdemont llama, Rajoy se pondrá el teléfono». Incluso Sánchez, que habló ayer con Rajoy, se propuso como interlocutor, cosa que el presidente del Gobierno le desaconsejó. La tensión en la reunión era tan patente que hubo gritos y lloros, señalando en este punto a Marta Rovira, y malos «rollos» entre algunos de los presentes. El PDeCAT se situó sin tapujos tras el president. Marta Pascal y Santi Vila se han posicionado con claridad en estos días presionando para contemplar la posibilidad de convocar elecciones, y eso les ha costado ser el blanco de duras críticas del mundo independentista. Esta tensión explosionó por la mañana cuando se conoció que Puigdemont trabajaba por las elecciones. ERC se puso estupenda, poniendo al gobierno a caldo por claudicación, el mismo parecer de las entidades separatistas. De hecho, el PDeCAT acusa a ERC de mantener una posición en las reuniones con el PDeCAT, y cambiar su actitud En las formas, ERC repudiaba las elecciones, pero en el fondo la convocatoria de Puigdemont les permitía ponerles en el «top ten» de una carrera electoral. Basta recordar el tuit de Gabriel Rufián que tildaba de traidor a Puigdemont por aceptar «155 monedas».

Con este panorama, Puigdemont ha dejado abiertos todos los escenarios. Se pueden convocar elecciones y se puede declarar la DUI. En el Parlamento no parece. Carme Forcadell, presidenta de la Cámara catalana, sigue negando la posibilidad de votar resolución alguna en el Parlamento. La CUP sigue considerando que no hace falta declarar una DUI porque ya la votó el pueblo soberano el 1 de octubre. Ante este escenario, PDeCAT y ERC apuntan la posibilidad de una votación secreta, que cuenta con la oposición de Forcadell, pero que intenta evitar una acción judicial contra los diputados. Sin embargo, esta opción tiene un recorrido de corto vuelo porque los diputados podrían ser identificados si la oposición no vota como así ha hecho en las últimas votaciones ilegales que se han producido en el Parlament. Por tanto, sólo le queda a Puigdemont una opción: promulgar la independencia por decreto. Esta opción ya la planteó el presidente catalán hace una semana y provocó la primera crisis que se concretó en la amenaza de dimisión de al menos tres consellers: Santi Vila (que lo hizo ayer), Meritxell Borràs y Carles Mundó. Ante el cisma, Puigdemont dio un paso atrás y significó que se iniciara una ofensiva de los sectores más moderados en favor de una convocatoria electoral.

Un reputado consultor valora de la siguiente forma la actual situación: «Lo que sucede es un sencillo movimiento en el ajedrez: el enroque. Ésta es una jugada audaz y singular del rey, pero si no se domina puede dejar la pieza arrinconada y el rey quedarse en grave peligro». Sin duda, no le falta razón. Ahora los movimientos dependen de Puigdemont porque hasta el mediodía de hoy tiene margen para convocar elecciones. Si se equivoca el grave peligro será una realidad.