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PP

Rajoy toma el poder del PP

Mariano Rajoy acompañado de María Dolores de Cospedal y Javier Arenas durante el Comité Ejecutivo Nacional del partido. larazon

Coloca como hombre fuerte a Jorge Moragas, que asume el peso de la estrategia electoral. Cospedal mantiene la Secretaría General, pero recorta sus poderes, y Casado llevará la comunicación.

A su manera, al estilo Rajoy, los cambios significativos los ha hecho en el PP. No por la vía de ceses sonoros ni de incorporar llamativos fichajes, sino moviendo hacia otro lado el círculo de poder de Génova. Confirma así la impresión que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, había trasladado a algunos de sus colaboradores durante estas semanas de reflexión: que el problema lo tenía en el partido y no en el Gobierno. Rajoy toma personalmente el control de Génova. Hará más vida de partido y coloca además allí a uno de sus hombres de máxima confianza en Moncloa, a su director de Gabinete, Jorge Moragas. Al final, la víctima más evidente del desgaste del PP y del mal resultado de las elecciones autonómicas y municipales ha sido Carlos Floriano, el hasta ayer vicesecretario de Organización y director de la campaña de las europeas y de las del 24-M.

Este peón intermedio, del que no han dependido las decisiones adoptadas, pierde su vicesecretaría. Y en teoría no cae nadie de más peso. Pero la lectura de las decisiones adoptadas enmienda esta primera interpretación. Así, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, sigue, pero sin echarla de su puesto la echa un poco implícitamente, ya que en el día a día verá rebajado su poder por los nuevos escuderos que desembarcan en la calle Génova. Rajoy no la mencionó ni una sola vez en su discurso ante el Comité Ejecutivo.

El cambio en el PP se sustancia en el organigrama en una renovación en dos de las vicesecretarías existentes, salvándose el ex ministro y ex presidente del PP andaluz Javier Arenas al frente de la de Política Autonómica y Municipal. La decisión de Rajoy de mantener a Arenas tiene también su lectura interna, ya que Cospedal no mantiene una estrecha relación con él.

Como se aventuraba en las quinielas, emerge la figura de Pablo Casado, que será el portavoz del partido con categoría de vicesecretario. Casado, uno de los jóvenes valores del PP, ya fue el portavoz en la campaña del 24-M y demostró su eficacia y su carácter combativo a la hora de contestar a los mantras de los partidos emergentes y de sus nuevos líderes.

Pero lo más significativo es cómo desembarca en Génova la influencia directa de Moncloa con el nombramiento de Jorge Moragas, actual director de Gabinete de Rajoy, como director de la campaña de las generales. No es habitual que la designación de ese puesto se haga tanto tiempo antes de los comicios. Él será el enlace entre el partido y el Gobierno, reforzando los poderes que hasta ahora ostentaba como responsable máximo del Gabinete del presidente. Y, sin ninguna duda, asumiendo una parcela de poder que hasta ahora, en la teoría, era de la secretaria general. A partir de ahora, el PP se pone ya en modo de campaña, y las decisiones y el referente será Moragas.

Pero en Génova no sólo entra por la puerta grande Moragas, sino que al partido también vuelve el presidente del Gobierno. Como ya informó este periódico, una de las conclusiones de la reflexión abierta al hilo del resultado de las elecciones autonómicas y municipales es que Rajoy tendrá más protagonismo como portavoz del PP y del Ejecutivo. Y no sólo esto, sino que, además, él volverá a presidir las reuniones de Comité de Dirección, el órgano ordinario de gestión del PP, que se reúne semanalmente para fijar la estrategia política y de discurso.

Hasta ahora, esta facultad de presidir el Comité de Dirección la ha desempeñado habitualmente Cospedal, ya que Rajoy lo ha convocado de manera excepcional durante su mandato sólo en respuesta a algunos de los momentos complicados que ha atravesado. El presidente optó por volcarse en la gestión del Gobierno, sobre todo en la económica, para atender la situación de urgencia que atravesaba el país y evitar el rescate, como recuerda siempre que tiene oportunidad. Pero esta necesidad no ha evitado que éste haya sido uno de los reproches que le han hecho desde dentro de su formación, el de haber abandonado demasiado el partido. A diferencia de la etapa de José María Aznar, en ésta, por ejemplo, no se han constituido los «maitines», un cónclave sin naturaleza orgánica dentro de la estructura de la dirección del PP, pero que servía de marco semanal de deliberación y de definición de estrategias, así como de conexión entre el partido y el Gobierno porque en él estaban los principales «espadas» de los dos lados. Rajoy optó por dejar todo el peso de la gestión de Génova en el Comité de Dirección que salió del Congreso del PP del año 2008, con María Dolores de Cospedal al frente. Una decisión que ahora rectifica.

Nuevos «peones»

Los otros nuevos «peones» que entran en Génova no tenían hasta ahora proyección, pero sus círculos de confianza tienen su significado político. El nuevo vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, es un dirigente del círculo de confianza de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. De hecho, mantiene una estrecha relación con algunos de sus colaboradores y también con el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, portavoz adjunto del Gobierno. Maíllo es el presidente del PP de Zamora.

La sustituta de Esteban González Pons en la vicesecretaría de Estudios y Programas, la catalana Andrea Levy, tiene el padrinazgo de Moragas. Y el vasco Javier Maroto, el nuevo vicesecretario sectorial, es el ex alcalde de Vitoria y llega al segundo nivel de la dirección popular después de una brillante trayectoria local. Heterodoxo dentro de hacer gala de su sensatez, está muy próximo al ministro de Sanidad, Alfonso Alonso. Rajoy cuadró los cambios en el organigrama del PP ayer mismo por la mañana, fiel a su estilo de reservar sus decisiones hasta el último momento.

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