El Personaje

Sola ante el peligro

Era la menos culpable de todos puesto que ni siquiera se sentaba en el Consejo de Ministros cuando se aprobó la envenenada ley del «solo sí es sí», pero a Llop le ha tocado reformarla

Llop ministra de Justicia
Pilar LlopPlatónLa Razón

Era la menos culpable de todos puesto que ni siquiera se sentaba en el Consejo de Ministros cuando se aprobó la envenenada ley del «solo sí es sí», pero por decisión de Pedro Sánchez le ha tocado tragarse el marrón. Las palabras de la ministra de Justicia, Pilar Llop, resonaban en el hemiciclo del Congreso: «Me siento absolutamente responsable de la reforma y asumo en primera persona lo que pueda pasar». La ministra y magistrada de profesión ocupaba su escaño con gesto compungido y hasta se conmovió visiblemente cuando una diputada del PP le relató algunos casos de violencia sexual. Como en la mítica película de Gary Cooper y Grace Kelly, a la titular de Justicia la han dejado totalmente sola ante el peligro, como lo evidenciaba la ausencia del presidente del Gobierno y otros ministros durante la agria sesión de control parlamentario. Pilar Llop, una buena jurista, calmada y prudente, se ha convertido en el chivo expiatorio, el pararrayos de Sánchez y el foco de las iras histriónicas de Irene Montero. Tiene gracia que una jueza vinculada toda su vida a la lucha feminista y la violencia de género reciba ahora lecciones de los miembros de Podemos con exaltación como Montero o Ione Belarra embarcadas en una «pelea de gatas», mientras la coalición social-comunista hace aguas por todas partes.

Así, mientras Pilar Llop pone la cara y defiende la reforma de la ley, la ministra de Igualdad se crece altiva y arrogante sacando pecho de su chapuza legislativa que promete llevarse cabezas por delante. De momento, la titular de Justicia mantiene su soledad con dignidad, apartada de la negociación con los socios del Gobierno por Félix Bolaños y María Jesús Montero, mientras Irene Montero no piensa dimitir y renunciar a su poltrona de poder. La tensión en el seno del Ejecutivo y el PSOE es enorme, con muchas voces exigiendo ya a Pedro Sánchez que prescinda de los ministros morados antes de que sus bravuconadas les conduzcan al abismo. Algunos piensan que el presidente diseña ya su próxima crisis de Gobierno y ven a Pilar Llop en el alero. Otros, por el contrario, afirman que sigue teniendo el apoyo de Moncloa y presionan para cesar a Irene Montero y los podemitas. Fiel a su frialdad, Sánchez se quita de en medio, pide calma y manda a Bolaños y Montero a negociar con los grupos parlamentarios la reforma de este bodrio. La magistrada Llop es, hasta la fecha, la ministra mártir del «sólo sí es sí» ante el público silencio de sus propios compañeros.

Resulta grotesco que una feminista convencida, que ha desarrollado toda su carrera judicial como experta en violencia de género, se vea ahora inmersa en esta bronca con comunistas demagogas como Montero y Belarra. Experta en la materia de agresiones sexuales y en cooperación internacional de la Administración de Justicia, María Pilar Llop Cuenca es una mujer hecha a sí misma con esfuerzo y estudios. Nacida en Madrid, hija de un taxista de Barcelona y una peluquera asturiana, siempre tuvo claro su pasión por el Derecho, que estudió en la Universidad Complutense de la capital. El último año de carrera lo realizó en Viena con una Beca Erasmus, lo que le permitió perfeccionar varios idiomas y ser políglota, pues habla a la perfección inglés, francés, alemán, italiano y hasta algo de búlgaro, ya que trabajó un año en Bulgaria como asesora de un proyecto de cooperación judicial. Formada en la Escuela Judicial de Barcelona, toda su trayectoria está ligada a la trata y violencia contra las mujeres.

Ascendió a magistrada en 2004, fue letrada del Gabinete Técnico y el Observatorio de Violencia Doméstica en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), dónde tuvo como mentora a la también magistrada progresista Inmaculada Montalbán, hoy en el Tribunal Constitucional.

Siempre compaginó su carrera de magistrada con la de consultora internacional y ha trabajado para la Unión Europea en la Dirección de Cooperación Internacional en Bruselas. Su salto a la política se produce de la mano del entonces candidato socialista, Ángel Gabilondo, en las elecciones autonómicas a la Asamblea de Madrid dónde sacó un escaño. En julio de 2018 fue nombrada Delegada del Gobierno para la Violencia de Género, más tarde senadora autonómica en las Comisiones de Igualdad y Justicia, y finalmente Presidenta de la Cámara Alta. El 10 de julio de 2021, tras la salida de Juan Carlos Campo, el presidente del Gobierno la nombró ministra de Justicia. Una larga trayectoria jurídica ligada a la lucha feminista y violencia sexual en contraposición con la nula gestión de Irene Montero o Ione Belarra. En su ideario, Llop siempre ha sido partidaria de que los jueces y fiscales instructores de procesos en esta materia tengan formación especializada en perspectiva de género. En su opinión, el miedo es un elemento esencial para considerar que existe intimidación, y el temor vicia cualquier consentimiento, algo que siempre estuvo en la legislación.

En el plano personal es una mujer culta, afable, que nunca levanta la voz y consolidó su carrera profesional a base de becas, estudios y trabajo duro. Casada con Javier Gómez Ramallo, presidente del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos de Sevilla, es madre de una niña. «Estoy en política para que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad», dice la ministra. Ahora, le ha tocado dar la cara en la espinosa y chapucera ley «solo sí es sí», y ha elaborado su informe técnico sin entrar al trapo frente a los ataques de Irene Montero. Si finalmente Pilar Llop saliera del Gobierno por decisión de Pedro Sánchez algunos veteranos socialistas hacen esta reflexión: «Pilar fuera, Irene dentro, patético».