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Tensión en el PP ante el 10-N: “Casado ya tiene su Soraya”

Fuera del núcleo duro de Casado insisten en que Génova se equivocará si vuelve a contar con el ex presidente como ocurrió para el 28-A. Álvarez de Toledo despierta ciertos recelos: «Pablo ya tiene su Soraya», en referencia al poder que acumuló.

El presidente del PP Pablo Casado, junto a la portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo en el Congreso de los Diputados. Foto: Alberto R. Roldán
El presidente del PP Pablo Casado, junto a la portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo en el Congreso de los Diputados. Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Fuera del núcleo duro de Casado insisten en que Génova se equivocará si vuelve a contar con el ex presidente como ocurrió para el 28-A. Álvarez de Toledo despierta ciertos recelos: «Pablo ya tiene su Soraya», en referencia al poder que acumuló.

El PP vasco zanjó ayer el incidente de las críticas recibidas por parte de la portavoz popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo. «Habrá tomado nota» es la conclusión, después de mantener la convención de este fin de semana, que clausuró el sábado Pablo Casado. El «habrá tomado nota» alude al apoyo recibido por parte del líder nacional, aunque no le quedaba otra si no quiere que el choque con su portavoz se convierta en una crisis interna de mayor alcance en vísperas, como todo indica, de otra campaña electoral.

El incidente tiene recorrido porque muestra la tensión que sigue generando dentro del PP la estrategia de futuro. Así como los recelos por lo que representa una parte del «núcleo duro» de Casado. No quieren que el PP se instale estratégicamente en su discurso ni que trabaje por recuperar el perfil más conservador y «más caspa» del «aznarismo», sentencian. Y con esto relacionan algunos de los movimientos que se están produciendo en las últimas semanas. De momento, Casado se ha limitado a convertir en eje de su discurso el proyecto de unidad del centro-derecha bajo la pancarta de España Suma. En esto ha volcado todas sus energías desde finales del verano hasta ahora. Pero en el PP observan con otra perspectiva los movimientos de Génova y empiezan a escucharse voces críticas con el protagonismo y el mando de la portavoz parlamentaria. La gestualidad dice mucho, pero en este caso coinciden además las formas y el fondo.

«Pablo ya tiene su Soraya», comentan, en referencia a la portavoz en el Congreso. La ex vicepresidenta del Gobierno acumuló también recelos y animadversión dentro de su formación, que fueron a más a medida que retenía poder bajo la sombra de Rajoy. Si bien, de base, hay una diferencia sustancial entre las dos, Sáenz de Santamaría también fue portavoz en el Congreso. Esta última fue haciéndose con cargos y autoridad por decisión de Rajoy, pero en público se cuidó siempre de aparecer como su «número dos» leal y discreta. Sin ambición, en teoría, por quitarle protagonismo. Las tornas han cambiado y a la nueva portavoz en el Congreso ya le echan en cara que quiera «mandar más que Casado» y que «busque siempre tener el papel principal en la foto».

El problema se centra en su figura porque es la que tiene más recorrido mediático y por las rencillas provocadas por los «muertos» que ha dejado en el camino la renovación desarrollada por Génova. Pero el problema, más allá de símbolos, reside principalmente en la discusión sobre dónde tiene que posicionarse el nuevo PP en el obligado proceso de refundación de la derecha para volver a ser una opción de gobierno nacional. Algunos de los barones tiran de la cuerda y Génova también. Los últimos cambios en la dirección nacional han recolocado a las voces más «progresistas» o «moderadas», como Javier Maroto, ahora portavoz en el Senado, o Andrea Levy, concejala de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid. Sus actuales responsabilidades les alejan de ser en el día a día los representantes de la estrategia política de Casado. Y ese espacio lo ha ocupado en su totalidad Álvarez de Toledo. Maroto y Levy eran la cara opuesta a Vox. Siempre se han significado por su combate a la corrupción, sin morderse la lengua en la etapa de Rajoy a la hora de marcar distancias con los casos que tuvo que gestionar el PP; y en materia social han sido siempre abanderados de la igualdad y de un discurso respetuoso con el ideario de partido, pero sensible con la evolución social.

Los nuevos portavoces del Partido Popular de Pablo Casado dan réplica al discurso de Vox, pero para anularlo no por oposición, sino en algunos casos por hacer de caja de resonancia de algunas de las cuestiones que el partido de Santiago Abascal ha convertido en sus mantras de referencia. La estrategia parece dirigida a intentar anularlos por complicidad. Y esto se está haciendo a costa de desplazar a la sensibilidad más centrista que sigue existiendo dentro del partido y en una buena parte del electorado popular. Desde Génova se justifican en que simplemente es «táctica para ocupar espacios abandonados». La respuesta fuera de ese núcleo duro de Pablo Casado es que el partido volverá a equivocarse, como ya hizo en las últimas elecciones generales, si se deja cegar por los cantos de sirena de los «peones» del ex presidente del Gobierno José María Aznar.

El ex presidente participó en la campaña de las elecciones generales de abril. Tras los malos resultados, un batacazo histórico, se desvaneció en la campaña de las autonómicas y municipales. Con el horizonte de unas nuevas elecciones en noviembre, en el partido ya especulan sobre si Casado volverá o no a dar alas a Aznar. Una campaña sin ex presidentes y centrada en el nuevo líder del partido evitaría tensiones. Aunque si Mariano Rajoy pide hacer campaña en Galicia, el «jefe» de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, le hará hueco en la agenda. Y si Aznar hace lo mismo con Casado, es difícil que éste se atreva a negarle un sitio.

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