El personaje

Vicente Guilarte, adiós a la paciencia de un jurista

El presidente interino del CGPJ se va con un poso de amargura, al sentirse ninguneado ante las reuniones en Bruselas para desbloquear la renovación del Consejo

Guilarte
GuilarteIlustraciónPlatón

La crisis en la que desde hace cinco años lleva sumido el Consejo General del Poder Judicial ha entrado en un nuevo capítulo. El segundo presidente suplente de la institución, Vicente Guilarte, anunció a la Comisión Permanente su intención de dejar el cargo antes del verano. «No pinto mucho», reflexionó poco después el presidente, a quien con el mandato caducado y tras el nuevo fracaso que se vaticina en las negociaciones entre el PSOE y el PP, se le ha agotado la paciencia. Porque si algo ha demostrado Guilarte en todo este tiempo de grave crisis institucional sobre el máximo órgano de gobierno de los jueces es una infinita paciencia. Enfrentamientos entre los vocales de los sectores progresistas y conservadores, intrigas y filtraciones continuas, negociaciones bloqueadas entre socialistas y populares, reuniones con el Gobierno y la oposición sin resultado, y una mediación de la Unión Europea bajo el comisario de Justicia, Didier Reynders, también sin ningún fruto positivo, han sido soportados por el presidente del CGPJ en funciones con un estoicismo y serenidad franciscanos. «No sé de qué hablan en Bruselas, a mí no me llaman porque no debo hablar inglés», ironizó Guilarte con un poso de amargura ante las reuniones del ministro del ramo, Félix Bolaños, y el vicesecretario del PP, Esteban González Pons, con el político belga.

La dimisión del presidente en funciones, con un bloqueo de cinco años sin precedentes y más de cien nombramientos pendientes, era algo que se veía venir. En la reunión ante la Comisión Permanente, Vicente Guilarte les advirtió: «Poned lo que queráis porque yo en agosto no tengo intención de seguir por aquí». Fuentes de su entorno afirman que estaba ya saturado, con su papel deteriorado por la situación y con cada vez menos apoyos. Además, se sentía prácticamente ninguneado ante las reuniones mantenidas en Bruselas entre Félix Bolaños y Esteban González Pons con el comisario Reynders. «De esas fórmulas en el extranjero no tengo ni idea de lo que se está diciendo”» reconoció sin tapujos.

En todo este tiempo intentó buscar fórmulas equitativas para renovar el Consejo, «sin vencedores ni vencidos», pero la tensión política entre el PSOE y el PP se trasladaba siempre a los consejeros de uno y otro signo y lo ha hecho imposible. En las últimas semanas, ante el enésimo fracaso de la negociación, Guilarte consideró la situación insostenible y adoptó la decisión de poner fecha a su salida. No sin antes lanzar un dardo a quienes le estaban moviendo la silla: «Yo no tengo ningún interés personal en el cargo, pero algunos de mis compañeros tienen vocación de permanencia ad infinitum».

De manera que anunció al núcleo duro del CGPJ que ya no estará tras el verano y no participará en la elaboración de la Agenda 2030. Su salida provoca una nueva crisis en el máximo órgano de los jueces, en un momento de enorme tensión política con el agravante de tres contiendas electorales. Las reacciones entre progresistas y conservadores afloran de nuevo enfrentadas. Para unos Vicente Guilarte ha sido un presidente blando y escorado a la derecha. Para otros, sin embargo, ha sido paciente hasta el extremo y mantenido el cargo con dignidad. «Algunos han apoyado mi gestión y otros la filtraban», admite el todavía presidente en funciones como prueba de las manipulaciones surgidas desde la institución, acrecentadas por la polémica ley de amnistía. Desde que llegó a la presidencia a finales de julio del pasado año, Guilarte ya dijo que no se perpetuaría en el cargo. Durante todo este tiempo intentó forzar sin éxito una negociación entre los dos grandes partidos. Accedió a la presidencia por ser el vocal de mayor edad tras la dimisión de Carlos Lesmes y la jubilación de Rafael Mozo, y percibía ahora ya pocos apoyos. «Es momento de que otro se ponga al frente», asegura.

Vicente Guilarte Gutiérrez, nacido en Bilbao, estudió Derecho en la Universidad de Valladolid, dónde se doctoró, y fue catedrático de Derecho Civil. Trabajó como abogado en el Colegio de Registradores de la Propiedad y aquí coincidió con el hermano de Mariano Rajoy, Enrique Rajoy Brey. En 2013 fue designado vocal del CGPJ a propuesta del PP y en julio de 2023 accedió a la presidencia tras la jubilación del vocal Rafael Mozo, quien a su vez había relevado al dimitido Carlos Lesmes. Durante este tiempo propuso como medida para desbloquear la renovación en las Cortes Generales retirar competencias sobre nombramientos al Consejo, de tal forma que estos quedarían en manos de los propios jueces y un tribunal de juristas independientes con el objetivo de diluir el interés y las presiones de los partidos políticos sobre el organismo. Precisamente esta fórmula de elección por los jueces, defendida por el PP y a la que se opone frontalmente el Gobierno, es el principal escollo entre los dos grandes partidos.

En el plano personal, Guilarte es un hombre discreto, culto y afable. Casado con la magistrada María Felisa Herrero Pinilla, es autor de numerosas publicaciones sobre la constitución de servidumbres voluntarias en el Derecho español, defensa de los bienes y derechos gananciales, revisión judicial de arrendamientos, calificación registral y legalidad urbanística. Con su renuncia, la crisis del CGPJ por una situación de interinidad que se remonta a diciembre de 2018 adquiere una dimensión todavía mayor. Además de las trabas entre el PSOE y el PP, las elecciones europeas del 9 de junio propiciarán la salida del comisario belga Didier Reynders. Ante tal panorama, a Vicente Guilarte se le acabó la paciencia.