Crisis y corrupción

Yolanda, la mujer que mejor guarda las espaldas de Sánchez

Sin ningún pudor, por más que se multiplican las pruebas de robo y puterío en el PSOE, la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no deja de partirse la cara por Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz firman el acuerdo de coalición entre PSOE y Sumar.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz , en una imagen de archivoGonzalo Pérez La Razón

Lo suyo pareció ayer casi una declaración de amor eterno. Bueno, no es amor, sino solo interés material, como en tantos matrimonios, pero la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no se corta a la hora de seguir proclamando su fidelidad total a un presidente del Gobierno al que los suyos, incluso los más partidarios, ven más que chamuscado. Este amor tiene un coste porque en el Congreso la razandean con gritos de "cómplice" por defender al jefe del Ejecutivo y también la abuchean, pero a ella le trae más a cuenta colocar por encima de todo la continuidad del Gobierno de coalición.

Y así, la que estaría en la calle al frente de la pancarta contra un Gobierno de derechas, si bajo sus faldas hubiera anidado tal pozo de corrupción como el que le ha estallado al núcleo socialista, ayer volvió en el Congreso a desgañitarse en apoyo de su Pedro, aunque esta vez lo justificó en que hay una operación para hacer caer al Gobierno progresista y ella no va a participar. Dicho de otra manera, que tragará lo que tenga que tragar con los contratos amañados, las comisiones, el latrocinio y el puterío de los hombres de confianza del PSOE, en tanto que ella siga con su puesto institucional. Fuera del Gobierno puede que lo que le quede es el paro porque parece muy improbable que Sumar reedite candidatura, en la izquierda no la quieran, y en el PSOE ya la dan por amortizada incluso como elemento a incluir entre sus listas.

Yolanda Díaz ya no se acuerda de aquel momento en el que la hoy vicepresidenta segunda del Gobierno exigía a Mariano Rajoy marcharse ipso facto a su casa. "Presente su dimisión por ser el jefe de una trama corrupta". Esta posición de guardaespaldas del presidente tampoco se corresponde con la intimidad que compartieron en la pasada Legislatura. Como ya no es una pieza del engranaje del Gobierno del que puedan sacar más rédito, la parte socialista, con Sánchez a la cabeza, la tiene esquinada, habiendo perdido de esta manera el glamour que tantos celos provocaba en el resto del Gabinete por su cercanía presidencial. Más de un ministro y de una ministra se sintieron traicionados por el apego del presidente hacia Yolanda.

Ahora, su única justificación para sostener al Gobierno que hace aguas por la corrupción, es que "a mi puerta jamás llamó un corruptor". Si atiende a las encuestas que le llegan, todavía esta a tiempo de dar un paso atrás antes de intentar una operación electoral que está condenada al fracaso. Y lo que más puede que esté molestándola es que su enemiga Irene Montero está sumando votos para colocarse por encima de ella en unas próximas elecciones.