Es una escena común: tu hijo no quiere abrazar ni besar a un familiar o amigo al que no conoce bien. Tú insistes, pero cuanto más presionas, más se resiste. Esta tensión entre las normas sociales y el respeto al ritmo del niño puede generar momentos incómodos. La pregunta clave es: ¿debemos permitir que los niños decidan a quién abrazar o besar, o debemos obligarlos? La respuesta impacta directamente en su autonomía, seguridad y capacidad para establecer límites. Muchos adultos creen que pedir un abrazo o beso es un acto de cariño sin importancia. Sin embargo, obligar a un niño a mostrar afecto puede normalizar que otras personas invadan su espacio personal. La periodista Katia Hetter explica que esta práctica aumenta su vulnerabilidad frente a abusos, ya que la mayoría son cometidos por personas conocidas por el menor. Enseñar que “hay que aguantar el afecto no deseado” envía un mensaje peligroso: su incomodidad no importa. Por eso, los niños deben aprender a respetar su cuerpo y a poner límites, incluso con familiares. Educar en límites: el cuerpo es suyo Los niños necesitan comprender desde pequeños que pueden decidir quién entra en su espacio personal. Esto incluye: Saber que no tienen que aceptar besos o abrazos si no les apetece. Aprender a decir “no” sin miedo. Reconocer que su opinión cuenta, incluso frente a un adulto. Este aprendizaje fortalece su autoestima, los protege y los enseña a respetar también los límites de otras personas. Respetar a los demás empieza respetando su propio “no” Cuando permitimos que un niño decida, entendemos sus emociones y reforzamos su seguridad. Hablar con ellos sobre cómo se sienten y validar sus decisiones les ayuda a desarrollar empatía: si una prima no quiere un beso, ella también merece respeto. Los niños que crecen escuchando su propio “no” se convierten en adultos capaces de marcar límites saludables. Cómo actuar como adulto: acompañar sin imponer Los padres suelen sentirse incómodos al pedir a otros adultos que no insistan. Pero proteger el bienestar emocional del niño es prioritario. Algunas claves: No ridiculizar ni presionar al menor. Pedir amablemente a familiares que respeten su decisión. Evitar comentarios burlones o comparaciones que dañen su autoestima. Modelar un comportamiento respetuoso: los niños aprenden mirando. Normas sociales y cultura: no todos los saludos son iguales Los saludos varían según la cultura: besos, abrazos, apretones de manos, reverencias, o incluso saludos sin contacto. Reconocer esta diversidad ayuda a no imponer un único modo de mostrar afecto. Tras la pandemia, muchos niños adoptaron saludos a distancia o verbales, reforzando la idea de que el contacto físico debe ser consentido. Consentimiento y prevención del abuso: la importancia del “puedes decir no” Expertos en pediatría y educación coinciden en que el consentimiento se enseña desde la infancia. Los datos muestran que la mayoría de abusos provienen del entorno cercano, lo que refuerza la importancia de no justificar invasiones del espacio personal por parentesco o confianza. Muchos abusos empiezan con gestos aparentemente afectuosos. Si un niño sabe identificar y expresar incomodidad, tiene una herramienta poderosa de protección. El valor del afecto voluntario Cuando un abrazo o un beso nace de la voluntad del niño, los beneficios emocionales son reales: Aumento de la seguridad y del vínculo familiar. Reducción del estrés y sensación de bienestar. Liberación de oxitocina y otras hormonas que generan calma. Mejor calidad del sueño en rutinas afectivas como el beso de buenas noches. El cariño es saludable cuando es libre; forzarlo lo desvaloriza y confunde emocionalmente al niño. Proxémica: por qué los niños necesitan su espacio La proxémica explica que todos tenemos una “burbuja personal”. Los niños también la tienen y la defienden, aunque no sepan verbalizarlo. La socialización se aprende observando, no obedeciendo imposiciones. Cuando están listos, imitan los saludos respetuosos que ven en casa. Claves prácticas para las familias Explica para qué sirven los besos y abrazos, y que son opcionales. Respeta su decisión: ofrece alternativas como chocar los cinco o saludar con la mano. Cuida su intimidad y evita situaciones forzadas. Habla abiertamente sobre sus emociones y dudas. Enseña cuáles son las zonas privadas y cómo pedir ayuda. Diferencia bromas de molestias. Observa cambios de conducta sin invadir su privacidad. Construye confianza con coherencia y sin humillar. Errores frecuentes y cómo solucionarlos Error: “Dale un beso para que te perdone.” Alternativa: Pon palabras a la emoción: “Cuando estés listo, puedes pedir perdón con palabras o con un gesto si quieres.” Error: “Es de mala educación no besar.” Alternativa: La buena educación no implica ceder el cuerpo, sino saludar con respeto. Error: “Con la familia no pasa nada.” Alternativa: La confianza no elimina los límites. Frases útiles para evitar momentos incómodos A un adulto: “Hoy prefiere saludar con la mano, gracias por respetarlo.” Al niño: “Tu cuerpo es tuyo; tú decides si quieres dar un abrazo.” A otros padres: “No hace falta que le obligues, un saludo es suficiente.” En casa: “Si algo te incomoda, dímelo y lo paramos.” Cuando surgen casos mediáticos o confusos Si aparecen noticias sobre figuras públicas pidiendo besos inadecuados a menores, es una oportunidad para reforzar el mensaje: cualquier acto que cruce un límite corporal es inapropiado. Conversar y aclarar estas situaciones ayuda al niño a comprender que siempre puede decir “no”.