Familia

He estudiado a más de 200 niños: 6 frases mágicas que hacen que los niños escuchen a sus padres

La conexión emocional, más que la autoridad, es la clave para que los niños cooperen. Estas seis frases, avaladas por una investigadora, pueden transformar la forma en que se comunican las familias

He estudiado a más de 200 niños: 6 frases mágicas que hacen que los niños escuchen a sus padres
He estudiado a más de 200 niños: 6 frases mágicas que hacen que los niños escuchen a sus padresFreepik

Quien haya intentado que un niño recoja sus juguetes, se ponga los zapatos o apague la tablet sabe que lograr que obedezca no siempre es fácil. La primera reacción suele ser dar órdenes, subir el tono o incluso amenazar con un castigo. Sin embargo, los psicólogos infantiles insisten: la disciplina basada únicamente en la autoridad genera más resistencia que cooperación.

Reem Raouda, experta en crianza consciente y creadora de la guía Fundamentos, lo resume en una idea clave: “Los niños escuchan mejor cuando se sienten conectados”. Tras estudiar más de 200 relaciones entre padres e hijos, Raouda concluye que la seguridad emocional, esa sensación de sentirse respetado, comprendido y acompañado, es el verdadero motor que permite a los niños atender lo que sus padres les piden.

Con este enfoque, ha identificado seis frases que, usadas en los momentos adecuados, logran bajar las defensas y abrir la puerta al entendimiento.

1. “Te entiendo”

Cuando un niño se siente cuestionado, sus defensas se disparan. Algo tan simple como un “¿de verdad querías esto?” puede hacerle pasar de la conexión a la autoprotección. La frase “te entiendo” rompe ese ciclo, transmite confianza y elimina la vergüenza. Al sentirse validados, los niños se abren a escuchar y a compartir lo que realmente sienten.

2. “Vamos a resolverlo juntos”

Las órdenes unilaterales generan resistencia. En cambio, si un padre invita a su hijo a buscar soluciones, se activa el sentido de pertenencia y compromiso. Resolver un problema en equipo, por ejemplo, cómo organizar el tiempo de deberes y juegos, no solo calma el conflicto inmediato, sino que enseña habilidades de negociación y cooperación que acompañarán al niño toda la vida.

3. “Puedes hacerlo. Estoy aquí”

En los momentos de rabia o tristeza, el cerebro infantil entra en modo de supervivencia: lucha, huida o bloqueo. Pretender razonar en ese instante es inútil. Esta frase transmite calma y presencia, recordando al niño que no está solo en medio de la tormenta emocional. Validar sus sentimientos no significa darles la razón en todo, pero sí ofrecerles el ancla que necesitan para volver a regularse.

4. “Te estoy escuchando. Dime qué pasa”

Un niño que no se siente escuchado difícilmente prestará atención a los demás. Antes de exigir que atienda, conviene primero demostrar interés real por su punto de vista. Esta frase cambia el foco: el adulto deja de ser un juez para convertirse en un interlocutor. El resultado suele ser inmediato: menos resistencia y más disposición a dialogar.

5. “Estoy de tu parte”

Las rabietas a menudo se intensifican porque el niño percibe que está “contra” sus padres, precisamente las personas de quienes más necesita apoyo. Al expresar que estás de su lado, el conflicto pierde fuerza. Es una manera de cambiar el papel de adversario por el de aliado, reduciendo la tensión y generando confianza para buscar soluciones juntos.

6. “Estoy contigo, pase lo que pase”

Los errores, las malas notas o los comportamientos inadecuados pueden generar vergüenza y miedo al rechazo. Esta frase transmite un mensaje crucial: el amor no depende del rendimiento. Saber que se les quiere incondicionalmente da a los niños la seguridad necesaria para aprender de los fallos y seguir adelante sin miedo.

Más conexión, menos gritos

Las seis frases propuestas por Reem Raouda tienen un denominador común: desplazan la relación padre-hijo de la lucha de poder a la conexión emocional. No se trata de consentirlo todo ni de renunciar a las normas, sino de crear un clima en el que los niños puedan escucharlas sin sentirse atacados.

La autoridad no tiene por qué ser autoritarismo. Cuando los niños perciben que sus emociones son respetadas, su nivel de cooperación aumenta de forma natural.

Al final, lo que los estudios y la experiencia de muchos padres demuestran es que escuchar es el primer paso para ser escuchado. Y que, a veces, una frase sencilla puede marcar la diferencia entre una rabieta interminable y un momento de aprendizaje compartido.