Psicología
Rafa Guerrero, psicólogo infantil: “Decirle a tu hijo que no esté triste es invalidar sus emociones”
Frases como “no llores” o “no es para tanto” pueden afectar negativamente la autoestima de los niños, según este especialista en educación emocional
En situaciones emocionales difíciles, tanto adultos como niños buscan ser escuchados y comprendidos. Sin embargo, cuando un niño expresa tristeza, miedo o enfado, es habitual que reciba respuestas como “no estés triste”, “no pasa nada” o “no es para tanto”. Aunque dichas frases suelen decirse con la intención de consolar, el psicólogo y experto en educación emocional Rafa Guerrero advierte de los riesgos que conlleva utilizar este tipo de expresiones de forma habitual.
En un vídeo publicado en sus redes sociales, Guerrero explica que estas respuestas, lejos de tranquilizar al menor, pueden generar una fuerte sensación de invalidez emocional. “En el momento en que le dices a un niño que no esté triste y que no es para tanto, no se siente validado. Ya no solamente es que no le validemos la emoción, sino que no le validamos como persona. Todo eso afecta a la autoestima”, señala el psicólogo.
El papel clave de los adultos: enseñar a identificar y expresar emociones
Según Guerrero, los adultos tienen un papel fundamental en el desarrollo emocional de los niños. Validar una emoción no significa permitir cualquier comportamiento, sino reconocer lo que el niño está sintiendo y enseñarle a gestionarlo de forma adecuada. “No puedo estar más de acuerdo. Hay que ayudar a identificar la emoción. Validar lo que sienten no es consentirlo todo, es enseñarles que lo que viven importa”, comenta el experto.
Este tipo de acompañamiento emocional fortalece el vínculo entre padres e hijos y permite al menor desarrollar una autoestima sólida, confianza en sí mismo y una mayor capacidad de regulación emocional.
Repetir la invalidación emocional puede ser traumático
Guerrero también advierte de los efectos a largo plazo cuando este tipo de respuestas se convierte en la norma dentro del hogar. “Si es puntual, se puede quedar en una anécdota, pero si constantemente mi papá no es capaz de validar mis emociones y de acompañarme, desde luego, es potencialmente una situación traumática”, afirma.
La invalidación continua puede hacer que el niño reprima sus emociones, se sienta incomprendido o incluso llegue a pensar que sus sentimientos no tienen valor. En casos graves, esta desconexión emocional puede afectar su desarrollo personal y su salud mental en la etapa adulta.
Escuchar, acompañar y validar: la base de una educación emocional saludable
Frente a frases que niegan o minimizan los sentimientos del niño, Guerrero propone una actitud empática, en la que los adultos escuchen, acompañen y validen las emociones de los menores. De esta manera, se contribuye al desarrollo de una infancia emocionalmente sana, donde los niños se sienten aceptados, importantes y seguros.