
Turismo
Así es la playa de Galicia donde nueve olas traen la fertilidad
Entre leyendas, castros y aguas embrujadas, emerge como una especie de santuario en el que el paisaje se mezcla con la historia y la tradición

La playa de A Lanzada se extiende como un arco de arena blanca frente al Atlántico, custodiada por dunas doradas y la silueta de una antigua ermita solitaria. Al atardecer, el sol enciende el horizonte sobre el mar en calma, tiñendo de cobre las aguas y proyectando sombras largas sobre la fina arena. Una brisa salada acaricia los matorrales de la costa, susurrando historias antiguas en cada ráfaga.
En la lejanía se perfila la Isla de Ons flotando en el azul, mientras las gaviotas trazan círculos sobre el oleaje. El paisaje, salvaje y sereno al mismo tiempo, envuelve al visitante en una atmósfera mágica en la que la naturaleza y la leyenda caminan de la mano.
Porque A Lanzada no es sólo una playa, resulta también un enclave cargado de historia. Sus arenas y rocas han sido testigo de asentamientos humanos desde la antigüedad: bajo sus dunas se encontraron restos de un poblado castrexo prerromano y hasta una antigua factoría de salazón de pescado del siglo II a.C., señal de que estas costas fueron habitadas por celtas, fenicios y romanos.
Más tarde, en el siglo X, se alzó aquí una fortaleza costera como parte de la red defensiva contra incursiones vikingas, trabajando en conjunto con las torres de Oeste (Catoira) y San Sadurniño (Cambados). Fue el obispo Sisnando quien, hacia el año 960, ordenó levantar una torre vigía, preludio de lo que terminaría por ser una fortaleza ubicada en un istmo estratégico para proteger las tierras de Compostela de los temibles normandos.
De aquel antiguo bastión hoy sólo perduran los vestigios de una de sus torres, erosionada por la brisa marina, y la Ermita de Nuestra Señora de A Lanzada, un templo románico tardío levantado a finales del siglo XII sobre los cimientos de la primitiva iglesia..
Leyendas y tradiciones de A Lanzada
La riqueza histórica de A Lanzada ha dado pie a numerosas leyendas y tradiciones que alimentan su aura de misterio. Cuentan que de esta punta partía por la noche la Santa Compaña, esa procesión de almas en pena en busca de un consuelo inasumible, para recorrer aldeas cercanas en lúgubres desfiles espectrales.
También se susurra la historia de una antigua ciudad llamada Lambriaca, que habría quedado sumergida bajo el mar frente a esta costa, y la de un supuesto túnel secreto que conectaría la ermita con la lejana isla de Ons, atravesando las aguas por debajo.
Entre los relatos populares aparece incluso un aquelarre de brujas: la leyenda de “O Aquelarre da Lanzada” habla de una meiga (bruja) llamada Catuxa que celebraba rituales demoníacos en estas arenas, confundiéndose entre la gente del lugar bajo apariencia de mujer enamorada.

Pero sin duda, la tradición más famosa asociada a esta playa es el ritual de fertilidad de las nueve olas. Desde tiempos antiguos se cree que las aguas de A Lanzada poseen propiedades fecundadoras, una creencia tal vez heredada de cultos paganos a la fertilidad.
Cada año, coincidiendo con la romería de la Virgen de A Lanzada a finales de agosto, decenas de mujeres acuden a cumplir con este rito. Según marca la costumbre, la mujer que desea concebir un hijo debe internarse en el mar durante la noche del último sábado de agosto, bajo la luz de la luna creciente, y dejar que nueve olas bañen su vientre. Sólo así el “baño de las nueve olas” surtirá efecto, especialmente si se realiza antes del amanecer, purificando simbólicamente el cuerpo y el alma.
Después del baño, el ritual continúa detrás de la ermita, donde se encuentra la mítica “Cuna da Santa”: una roca natural con forma de lecho. Las mujeres se recuestan unos instantes sobre esta piedra, rezando a la Virgen y completando así el ciclo que, según la creencia, les ayudará a quedarse embarazadas.
Ubicación y cómo acceder
La playa de A Lanzada se encuentra en la costa suroeste de la provincia de Pontevedra, en pleno corazón de las Rías Baixas gallegas. Su ubicación es peculiar, pues ocupa gran parte del istmo que une la península de O Grove con tierra firme, en el municipio de Sanxenxo (parroquia de Noalla). De hecho, el extenso arenal –de unos 2,5 kilómetros de longitud– está compartido administrativamente entre los ayuntamientos de O Grove y Sanxenxo.
Al norte limita con la entrada de la ría de Arousa, y al sur con la boca de la ría de Pontevedra, quedando frente a las islas de Ons y Onza, que pertenecen al Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Esta situación geográfica privilegiada hace que A Lanzada esté bañada directamente por el océano abierto, con fuertes corrientes y oleaje, en lugar de las aguas más tranquilas de una ría.
Llegar hasta A Lanzada es sencillo. En coche, se accede en unos 30 minutos desde la ciudad de Pontevedra tomando la autopista AP-9 y luego la autovía AG-41, que desemboca cerca de la playa.
Para quienes viajan en transporte público, durante el verano operan autobuses interurbanos frecuentes desde Pontevedra y Sanxenxo que tienen parada a escasa distancia de la playa. También se puede llegar fácilmente desde la villa de O Grove, que está a unos 5 kilómetros al oeste, atravesando el istmo.
Una vez en la zona, el paisaje de A Lanzada se abre ante el visitante con su amplio arenal y el característico paseo de madera que recorre las dunas. Este sendero elevado permite caminar a lo largo de la playa sin dañar la delicada vegetación dunar, conectando los distintos accesos e incluso llegando hasta la propia ermita en el extremo norte.
Servicios que ofrece
Como una de las playas más populares de Galicia, A Lanzada cuenta con una amplia gama de servicios e instalaciones pensados para el disfrute y la seguridad de los visitantes. Dispone de varios estacionamientos públicos gratuitos distribuidos a lo largo de la carretera, con capacidad para cientos de vehículos (incluyendo plazas reservadas para personas con movilidad reducida).

La playa ofrece también accesos adaptados: pasarelas de madera que facilitan la llegada hasta la arena para carritos de bebé, sillas de ruedas o personas con dificultad de movimiento. Junto a los accesos principales se ubican puestos de socorrismo y vigilancia, con torres de salvamento y socorristas que monitorean la zona de baño durante los meses de verano.
En cuanto a la oferta para el ocio, A Lanzada no defrauda. A pie de playa y en sus alrededores se encuentran varios chiringuitos y cafeterías de temporada, donde se pueden saborear desde helados y refrescos hasta platos de marisco local con vistas al mar. Quienes prefieren llevar su propia comida pueden hacer uso de áreas de picnic cercanas, disfrutando de un almuerzo al aire libre bajo la sombra de las dunas.
La playa es también un paraíso para los amantes del deporte: gracias a su oleaje constante y vientos favorables, es destino habitual de surfistas y kitesurfistas durante todo el año. De hecho, existe una escuela de surf local que ofrece clases y alquiler de tablas para principiantes en los meses de verano.
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