Mitos e historia

La campana embrujada de Coiro: historia y leyenda en la península de las brujas

Cuentan que el carillón repicaba solo en este pedacito de costa gallega, anunciando un ritual oscuro que se celebraba entre playas y bosques

Iglesia de San Salvador.
Iglesia de San Salvador. Xaime Cortizo, Concello de Cangas

En las noches húmedas del Morrazo (Pontevedra), cuando la niebla desciende a través de las colinas como una manta espesa de silencio y las luces se apagan en las aldeas, hay quien dice que todavía puede escucharse un tañido lejano. No es el eco de una iglesia celebrando misa a medianoche; tampoco el clásico repique que toca a fiesta o a muertos. Es el sonido de una campana que, según la leyenda, repicaba sola en lo alto de la colina de Coiro, sin que nadie la tocara, anunciando un ritual oscuro que se celebraba entre pinares y playas salvajes. Así empezaba el aquelarre: con un bronce sagrado que llamaba a las brujas.

Cuenta la tradición que, cuando la campana de laiglesia de San Salvador de Coiro tañía de forma inexplicable, las brujas de la zona acudían a las playas como Melide o Areabrava para celebrar sus reuniones nocturnas. En esos encuentros, bajo el amparo de la luna y el susurro de las olas, invocaban a fuerzas ocultas, danzaban en círculos alrededor del fuego y ofrecían pócimas a quienes acudían en busca de salud o venganza. La llamada del metal marcaba el inicio de sus ritos.

Esta leyenda fue algo más que una mera superstición. A mediados del siglo XVIII, el ilustrado Padre Sarmiento subió hasta la torre del templo para comprobarlo. Se encontró con una campana marcada por símbolos antiguos: estrellas, cruces y grabados que pretendían protegerla de influencias malignas.

Tiempo después, el bronce fue consagrado nuevamente por sacerdotes que, ante el temor popular, realizaron rituales de purificación. La campana original ya no existe, pero su eco sigue vivo en las historias que aún circulan entre los vecinos de Cangas.

Playa de Melide.
Playa de Melide. Turismo de Galicia

El templo

La iglesia de San Salvador de Coiro se alza majestuosa sobre un promontorio de granito, vigilando desde lo alto la ría de Vigo. Su origen se remonta al siglo XVIII, aunque su planta y disposición conservan elementos más antiguos. La torre, de estilo barroco, fue construida por los hermanos Novás, célebres canteros de Tui. Su silueta, poderosa y elevada, parece diseñada para rozar el cielo con sus campanas.

Para llegar al atrio del templo hay que subir por unas empinadas escaleras de piedra. Desde allí se domina todo el valle. En el recinto, destaca un cruceiro que, de forma insólita, da la espalda al templo, como si vigilara hacia el monte en lugar de bendecir la iglesia. Muchos han visto en ese gesto pétreo una forma de protección frente a fuerzas oscuras.

Junto a la iglesia, la antigua casa rectoral guarda aún escudos de linajes nobles y marcas en los muros que algunos atribuyen a prácticas de exorcismo. Coiro no fue ajena a la historia negra de la brujería gallega.

Brujas en la costa: historia y persecución

El Morrazo fue, durante siglos, territorio de brujas. En 1621, varias mujeres de Cangas fueron juzgadas por la Inquisición, acusadas de participar en aquelarres. La más conocida fue María Soliña, una viuda rica que, tras perder a su marido y su hermano en un ataque pirata, fue señalada como meiga. La acusaron de bailar desnuda en la playa de Areabrava la noche de San Juan, de pactar con el diablo y de hacer conjuros en lenguas antiguas. Torturada hasta confesar, fue despojada de sus bienes y enviada a un convento, donde murió en la miseria.

Escultura de María Soliña.
Escultura de María Soliña. Xaime Cortizo, Concello de Cangas

Las playas de la Costa da Vela son espacios naturales rodeados de árboles, acantilados y senderos. Aisladas de núcleos urbanos, han mantenido su carácter a lo largo de los siglos. Melide, en particular, es considerada una de las playas más remotas y bonitas de Galicia, con arena blanca, aguas cristalinas y una atmósfera de sosiego absoluto.

Caminar hasta ellas es como viajar en el tiempo. Allí, no cuesta imaginar a las meigas descendiendo por esos mismos caminos, envueltas en capas oscuras, portando ungüentos y palabras prohibidas.

Ruta por la Galicia mágica

Hoy, el viajero puede recorrer estos escenarios sin miedo, pero con el asombro intacto. Desde la iglesia de San Salvador, con sus vistas privilegiadas y su historia marcada por el misterio, hasta las playas donde la leyenda sitúa los aquelarres, todo invita a una inmersión en la Galicia mítica. En el camino, se puede visitar el faro de Cabo Home, con vistas a las islas Cíes, o perderse en las rutas de la Costa da Vela, donde el Atlántico se muestra a la intemperie.

Y si al final del día, en alguna taberna de Cangas, alguien ofrece una queimada mientras recita un conjuro que protege de las meigas, uno no debería dudar en aceptarla. Porque aquí las historias no se olvidan: se susurran al oído de quien quiera escucharlas.