Francisco Hernando, conocido como “El Pocero”, falleció ayer en la clínica Quirón de Madrid a causa del coronavirus. Muy poco se sabía de él en estos últimos años. Hernando debía su apodo a sus inicios profesionales al montar una pequeña empresa cuya utilidad era abrir pozos en barrios marginados de Madrid donde no había agua corriente, se convirtió en uno de los grandes empresarios del país, con sus luces y sus sombras. Tenía amigos en el poder político tanto en el PSOE como en el PP, en el mundo empresarial con apellidos del IBEX que se sentaban a su mesa en los mejores restaurantes de marisco de la capital como O’Pazo, Portonovo o El Pescador a donde acudía con personajes poderosos y presumía de ser él el que pagaba. Y en esa estructura de vida no faltaban tampoco las amistades sociales. Algunas de ellas compraron pisos en la macro urbanización que construyó en Seseña (Toledo) en un secarral. En aquellos años de bonanza, Hernando aseguraba que uno de los que había adquirido varios inmuebles como inversión era Julio Iglesias. El artista que vivía en Miami nunca lo desmintió. Mantenían buena relación desde hacía muchos años. El nexo de unión fue Eduardo Zaplana cuando éste ostentaba la Presidencia de la Generalitat valenciana. En esa zona de Levante también tuvo pequeñas promociones que nada tenían que ver con las proyectadas en la macro construcción toledana, donde incluso había un lago para navegar con embarcadero, fuentes y jardines que el día de la presentación oficial en 2006 se mostraba en una impresionante maqueta. Julio Iglesias fue el plato fuerte en la inauguración de la ciudad “Residencial Francisco Hernando” que fue como El Pocero denominaba a la construcción de más 10.000 viviendas. Un lugar inhóspito que a la llegada de la crisis en 2008 se convirtió en una especie de ciudad fantasma. Edificios solitarios, cero actividad comercial y una infraestructura en transporte totalmente deficitaria. Los pocos autobuses que circularon al principio de la venta de pisos dejaron de pasar por la zona. Los propietarios se quejaban de falta de servicios e incluso de que el agua corriente no llegara con fuerza. Y fue precisamente el agua el que le hizo rico. Los contenciosos con el Ayuntamiento, con los bancos al no pagar los créditos y con Hacienda, le convirtieron en un personaje controvertido. Cuando cayó la burbuja inmobiliaria, el imperio de Hernando también se resintió. Desapareció del mapa mediático y poco se ha vuelto a saber de él. Había creado un imperio que en 2005 facturaba 177 millones de euros y que daba trabajo a más de 400 trabajadores. A la constructora e inversiones inmobiliarias a través de ONDE 2000 se unía una flota de jets privados y otra de automóviles de lujo. Uno de sus aviones sirvió para que Rocío Jurado regresara a España desde Houston para pasar su enfermedad en casa. Lo puso a su disposición por la gran amistad que desde la infancia le unía a Ortega Cano. También estuvo a punto de adquirir el puerto privado en Portals (Mallorca). Y para demostrar su poderío tuvo un yate más grande que el Fortuna, el barco con el que navegaba Don Juan Carlos.