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A Ana obregón le cuesta seguir viviendo
La actriz tiene muy preocupado a su entorno por los mensajes que lanza. según los expertos, puede tardar meses e incluso años en asumir la pérdida de su hijo

El destino es cruel con Ana Obregón; la muerte de su hijo Álex, el pasado 15 de mayo, y la más reciente de su fiel perra Luna son pérdidas irreparables para una madre extraordinaria en la que la fortaleza empieza a fallar. Uno de sus íntimos, que opta por permanecer en el anonimato, define con un trágico «le cuesta vivir» el estado emocional de la actriz y presentadora.
Ella misma lo dejó muy claro al fallecer su hijo: «Se apagó mi vida», pero nadie esperaba que esa frase fuera tan premonitoria, porque a Ana la vida se le ha puesto tan cuesta arriba que lanza mensajes que preocupan en demasía a los suyos. El último dirigido a su vástago y a Luna asusta: «Pido cada noche que muy pronto pueda estar con vosotros y volver ser la familia que fuimos siempre». Por eso no la dejan sola, y una de sus sobrinas comparte casa con ella.
Un proceso muy lento
Dicen los psicólogos que, en casos tan dramáticos como este, la persona debe ir pasando etapas hasta asumir que no queda más remedio que interiorizar que el ser querido muerto ya no va a volver y que es inevitable saber vivir sin su presencia. Pero el proceso es demasiado lento para Obregón, el llanto y la pena son compañeros inseparables en estas primeras semanas de duelo. La psicóloga Rosa Santiago nos explica que «me he encontrado con casos similares al de Ana Obregón, padres que son incapaces de entender la pérdida de un hijo. Pueden tardar meses, incluso años, en asumirlo. Se despiertan cada mañana pensando en que la persona que ya no está va a aparecer por la puerta del dormitorio; psicológicamente hablando es un problema muy duro. Porque se muestran incapaces de comprender que no hay marcha atrás». Ana apenas abandona su chalet de la lujosa urbanización madrileña de La Moraleja, tan solo hay constancia de que su hermano Juancho la llevó hace unos días a la casa de sus padres con motivo de un cumpleaños familiar. Nada más.
El resto del tiempo es un secreto a voces. Su dolor es tan profundo que deja pasar las horas, y los días, sentada en el sofá, con la mirada perdida y sin nuevas ilusiones. En el horizonte quedan proyectos que, por el momento, están aparcados; el primero, celebrar un funeral en memoria de su hijo. La situación derivada del coronavirus lo está aplazando, por que Ana no quiere una ceremonia religiosa con apenas quince personas, son muchísimos más los que quieren estar presentes para recordar a un hombre tan querido que se entregaba a los demás incondicionalmente. Por eso, desde el círculo más próximo de Obregón insisten en que los padres de Álex quieren crear una Fundación que llevará su nombre con el fin de apoyar la lucha contra el cáncer, la enfermedad que le quitó la vida a su hijo. Y les llueven las propuestas de patrocinio. Una iniciativa tan loable como emotiva.
Susana Uribarri es amiga, confidente y representante de Ana. Se quieren como hermanas. Y Susana es muy directa cuando manifiesta que «a la pobre le queda tiempo para encauzar este proceso tan duro. Me va a tener siempre a su lado, cuidándola, queriéndola y animándola. Ni se me ocurriría en estos momentos pedirle que vuelva al trabajo. Espero que se reincorpore a una vida normal poco a poco. Confío plenamente en su fortaleza».
Entre esas iniciativas inacabadas encontramos una obra de teatro, «Falso directo», que tendrá a la protagonista de este reportaje como cabeza de cartel. Hablamos con el actor y empresario Andoni Ferreño, máximo responsable de este proyecto, quien reconoce que «en este momento es mejor esperar, cuando Ana se sienta con el ánimo suficiente para subirse a un escenario, que me llame y empezaremos los ensayos. Ahora, lo más importante es que se recupere…». Otro buen amigo suyo, Luis Rollán, le pide que sea «fuerte, que no se cierre a la vida y que se marque los tiempos para encarar el futuro con optimismo y con ganas de vivir».
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