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La última batalla de Silvio Berlusconi

El hombre de las mil crisis y las siete vidas le ha pasado de todo, pero ahora reconoce que tras contagiarse de coronavirus está atravesando la “peor experiencia” de su vida. “Estoy luchando para salir de esta enfermedad infernal”, confiesa

President of Italian party Forza Italia, Silvio Berlusconi, attends a press conference on the Forza Italia proposals for economic financial measures at the Montecitorio Palace in Rome.
President of Italian party Forza Italia, Silvio Berlusconi, attends a press conference on the Forza Italia proposals for economic financial measures at the Montecitorio Palace in Rome.RICCARDO ANTIMIANIEFE

Sus aduladores siempre defendieron que la caída de Silvio Berlusconi se produjo en una cena en Cannes. En la mesa estaban sentados Barack Obama, Angela Merkel, José Luis Rodríguez Zapatero y Christine Lagarde, entonces directora del Fondo Monetario Internacional. Merkel se acercó a Berlusconi, le pidió que se pusiera en manos del FMI y el primer ministro italiano se negó. Un mes después de aquella reunión del G20, la prima de riesgo se disparó y al Cavaliere no le quedó más remedio que dimitir. Desde entonces su carrera política, sus relaciones sentimentales, su salud y su vida, en definitiva, no han hecho más que declinar. Algo tienen que ver los 84 años que está a punto de cumplir.

El hombre de las mil crisis y las siete vidas ha pasado de todo, pero ahora reconoce que atraviesa la «peor experiencia» de su vida. «Estoy luchando para salir de esta enfermedad infernal. Es un virus terrible que no le deseo a nadie. Así que estad atentos y poneos la mascarilla», afirmó el político esta semana en un acto de su partido. No lo hizo en persona, como le hubiera gustado, sino por teléfono, desde un hospital de Milán, donde se encuentra ingresado desde hace una semana. El cuadro clínico evoluciona favorablemente, aseguran públicamente sus médicos, pero por un momento se temió lo peor.

Former Italian Prime Minister Silvio Berlusconi attends the launch of 'Soli al comando', the latest book of Italian journalist Bruno Vespa in Rome.
Former Italian Prime Minister Silvio Berlusconi attends the launch of 'Soli al comando', the latest book of Italian journalist Bruno Vespa in Rome.ANGELO CARCONIEFE

El “bunga, bunga”

Todo empezó el pasado 2 de septiembre, cuando dio positivo por coronavirus. Dos semanas antes su amigo Flavio Briatore había pasado por la famosa mansión de Cerdeña en la que se celebraban las fiesta del «bunga, bunga». Ambos brindaron por un verano tranquilo y se hicieron una foto juntos, sin mascarilla. Poco después se supo que Briatore había contraído la Covid-19, al igual que un buen puñado de famosos que pasaron por el «Billonaire», su discoteca de Cerdeña. El ex dirigente de la Fórmula 1, un escéptico del virus, no le dio mayor importancia, pero a Berlusconi comenzaron a entrarle los nervios y volvió de inmediato a su residencia de las afueras de Milán. Se sometió a dos pruebas, en las que dio negativo, pero en la tercera cambió su suerte.

La hipótesis más probable no es que se lo pegara Briatore, sino que se contagiara en una de las habituales comidas familiares en Cerdeña con sus hijos, dirigentes también de Fininvest, el hólding empresarial creado por el cabeza de familia. Barbara, una de las menores del clan, había estado en un barco en Capri con personas contagiadas y posteriormente acudió a la reunión de los Berlusconi. Barbara y su hermano Luigi, que también estuvo en Cerdeña, resultaron infectados. También la nueva novia de Silvio, Marta Fascina, diputada de su partido. La última en dar positivo ha sido Marina, la hija mayor de Berlusconi, que vive en la Costa Azul francesa, por donde también pasó el magnate en las últimas semanas. Las cábalas de la Prensa por comprobar quién fue el primer Berlusconi contagiado han sido constantes, por lo que sus hijas pidieron respeto ante el estado de salud de su padre, que cumplirá 84 dentro de dos semanas.

El chismorreo no era más que la última serpiente del verano, hasta que dos días más tarde del primer test positivo, el enfermo se empezó a encontrar fatigado. Su médico personal le aconsejó acudir al hospital para hacerse unos exámenes casi de madrugada, sin entrar en muchos detalles. Sin embargo, aunque llegó allí para lo que pensaba que sería un chequeo rápido, descubrió que se iba a tener que quedar unos días. Al político le costó encajar el golpe. En plena campaña electoral de unas elecciones regionales que se celebran dentro de una semana, él no podía estar al margen. Preguntaba, como un chiquillo, si quedaba mucho para que le dieran el alta. Pero los médicos le habían encontrado una «pulmonía bilateral» precoz, de modo que toda precaución era poca en un paciente con su historial. La Prensa local empezó a preparar páginas sobre el personaje pero parece que lo peor ya ha pasado.