Félix Huarte
Villa Adriana: sale a la venta la mansión del constructor de Franco
Piden 3,6 millones por la casa familiar de Félix Huarte, el empresario detrás de obras como el Valle de los Caídos
«Villa Adriana» no es una casa cualquiera. Ni por sus dimensiones ni por la historia que atesora. Este palacete de aires regionalistas cuenta con más de 1.200 metros cuadrados que se distribuyen en cinco dormitorios, tres salones, un comedor, una biblioteca, una capilla… y hasta un frontón que cuenta con sus propios aseos y vestuarios, además de una piscina de 120 metros cuadrados. Solo la casa de los guardeses, un pabellón separado del edificio principal, tiene 184 metros cuadrados. La finca en total, con su espectacular jardín, suman más de 7.000.
Pero a esta mansión valorada en 3,6 millones de euros y situada a pocos minutos del centro de Pamplona, se le suma el haber sido la joya de la corona, al menos sentimental, de una de las figuras claves del desarrollismo del franquismo y del arte del siglo XX. Se proyectó como la casa familia de los Huarte, la saga empresarial navarra fundada antes de la Guerra Civil por el empresario Félix Huarte, personaje clave para entender las grandes obras públicas que cambiaron la fisonomía de nuestro país durante los años de la dictadura. La constructora Huarte fue el buque insignia de una corporación que llegó a contar con más de 17.000 trabajadores a principios de los años 70, abarcando más de setenta empresas en sectores que iban desde la papelería a la viticultura.
Ladrillo franquista
Su primera obra de gran calado fue durante la República, cuando construyó el primer edifico de la Ciudad Universitaria de Madrid, la Facultad de Filosofía y Letras. El éxito del proyecto le llevó a encargarse de los Nuevos Ministerios, una obra que retomaría tras la contienda. A partir de ahí se sucedieron otros trabajos como la base militar de Rota, las Torres de Colón, las Torres Blancas o el estadio «Santiago Bernabéu», aunque será sobre todo conocido por la construcción del Valle de los Caídos. Huarte se encargó de levantar la gran cruz que preside el valle.
Conseguido el éxito empresarial, en los años 60 decidió retirarse para enfocarse a la política, llegando a ser concejal del Ayuntamiento de Pamplona, diputado foral y vicepresidente de la Diputación, aunque mantuvo la presidencia de la constructora hasta su muerte en 1971. Sus hijos Jesús, Juan, María Josefa y Felipe, criados en aquella casa, continuaron su labor de una manera más callada, aunque fueron Juan y María Josefa los que vivieron una mayor exposición pública por su implicación en el mecenazgo artístico y las obras sociales. El primero fue el protector de Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo y Franciso Javier Sáenz de Oiza, además del impulsor de los Encuentros de Pamplona de 1972, «el punto de inflexión en el devenir artístico nacional» según el museo Reina Sofía, mientras que la segunda, fundadora de la Asociación Navarra de Nuevo Futuro, destacó por ser una de las primeras mujeres coleccionistas de arte contemporáneo de nuestro país, una colección que donó en el año 2008 a la Universidad de Navarra.
La casa, que recibe el nombre de Adriana Beaumont, esposa de Félix y matriarca de la saga, se hizo famosa en toda España tras el secuestro del pequeño de los Huarte, Felipe, el 16 de enero de 1973: varios miembros de la banda terrorista ETA entraron en la finca, encerraron y maniataron a sus hijos y al servicio, y esperaron fríamente a que llegara, convirtiéndose así en el primer empresario secuestrado por este grupo asesino.
Desde entonces la discreción ha sido la norma de esta familia que ya anda por la tercera generación. Sorprende por tanto la publicidad que se ha dado a la venta de este icono del siglo XX navarro que ha permitido contemplar las habitaciones y salones en las que transcurría la vida más íntima de una de las sagas que hicieron que la modernidad llegara a nuestro país. Una pieza clave para entender la arquitectura y el arte contemporáneo español.
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