Política
Begoña a Pedro: ¡Ni un vice más con un patrimonio superior al nuestro!
No es que ella viva angustiada por las estrecheces económicas ni envidie la pasta ajena, pero que el patrimonio de los Iglesias triplique al de los Sánchez, o sea, al de ellos, y sobre todo que se haga público y notorio, le ha llegado al alma y al bolso de Hermés a la señora de la Moncloa, cuentan. Y añaden las malas lenguas que le ha advertido seriamente a su esposo: “Por favor, Pedro, ¡ni un vicepresidente o vicepresidenta más con un patrimonio superior al nuestro, que luego mis amigas se me carcajean en la cara cuando vamos a tomar el aperitivo a Lhardy! Que hasta los comunistas nos adelanten por la izquierda es de coña, Pedro”. Todas y todos como Yolanda Díaz, viene a decir Begoña, que dan ganas de prestarle algo para percebes. Hace unos años, Iglesias se escandalizaba del sueldo de los políticos “en un país en el que el 25 % de las familias no llega a los mil euros mensuales”. Lo ilusos esperan que rectifique haciendo autocrítica, esto es, que se muestre escandalizado de sí mismo y de Irene. Pero tanto escándalo no cabe en un moño alfa. Guardará silencio, porque, como dice Iván Redondo, “hay que dejar que las cosas pasen”. Y si algún periodista le preguntara, cosa extraña, dirá que ellos son muy transparentes y que su patrimonio no se debe a un milagro como la multiplicación del pan y los peces, ni a Gürtel ni a Púnica, sino a una austera política de ahorro, como es común en tantas familias españolas. Esto si tiene tiempo, porque ahora mismo está muy ocupado investigando cómo pillar a Díaz Ayuso para llevarla a la trena, que es la forma más directa y sencilla de conseguir la presidencia de Madrid, amén de las purgas, claro. Como en el chiste del monaguillo que celebraba la muerte del Papa esperando que corriera el escalafón, cuando veo las fiestas callejeras y privadas de tantos jóvenes le grito a la tele lo que siento: que van cargarse a los viejos que aún quedamos en pie con la bendita y hermosa esperanza de que corra el escalafón. Porque a mí me pondrán la vacuna post mortem, creo.
Y si andáis mal de pasta para botellones, pedirle a Pablo, tíos.
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