Crónica
Letizia, Felipe, Leonor y Sofía: pasión royal en la Sierra de Tramuntana
La Familia Real se ha dejado ver en este paraje que es patrimonio mundial de la UNESCO. Se descarta un posado en Marivent, así que puede ser una de las pocas veces en las que aparezcan juntos en verano
Para el Rey Felipe, el Monasterio de Lluc en la Sierra de Tramuntana, es un lugar muy especial y entrañable, además de Patrimonio Mundial de la Unesco. De ahí que la visita de ayer, comenzase en el Centro de Interpretación de la Naturaleza de la zona. Cuando era joven don Felipe solía acompañar a sus padres, los ahora reyes eméritos, en su visita privada veraniega al Monasterio. Aunque en realidad, sus mejores recuerdos son de los que pasaba en Lluc en sus días de campamento en agosto. Dormían en tiendas de campaña sobre sacos de dormir y se sentía como un auténtico boy scout.
De ahí que traer aquí a sus hijas, Leonor y Sofía sea especial. Y más cuando el Prior del Monasterio, el padre Mariano Gastalver, les ha entregado a cada una, unas «ses mides» y su padre les ha hecho un guiño. Son cintas de colores que miden exactamente la altura de la Virgen de Lluc, que es la patrona de Mallorca, y cuando los peregrinos suben hasta el monasterio llevan prendidas las cintas de colores.
El príncipe las colocaba en el manillar de su bicicleta y quién sabe si las veremos colgando en las mochilas escolares de Leonor y Sofia. Después del centro de interpretación, los Reyes, sus hijas y las autoridades de la isla que les han dado la bienvenida, han entrado en el interior de la pequeña basílica del Monasterio. Allí, sentados en el banco de madera de la primera fila han escuchado a los 30 «blauests de Lluc», los niños cantores de la antiquísima escolanía, cantar el Ave María que suena todos los días en estos recios muros mallorquines desde el siglo XIII. Los niños estaban de vacaciones, en deferencia por haber acudido a la llamada, y los padres han sido invitados a presenciar la ceremonia dentro de la basílica.
Después de escuchar a la Escolanía, la Familia Real, que sabían del pavimento adoquinado del recinto y calzaba alpargatas mallorquinas, excepto el Rey, se dirigía al mirador exterior, que corresponde al Segundo Misterio del Vía Crucis que rodea la basílica.
Precedidos por Rambo, el perro pastor alemán que detecta explosivos, doña Letizia, Leonor, Sofía y el Rey Felipe, disfrutaban de las espectaculares vistas de la Sierra de Tramontana al atardecer y terminaban la visita en el Ayuntamiento de Escorca, a la que pertenece la pedanía de Lluc, donde recibían unos libros.
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