Polémica
Isabel II marca distancias con su hijo Andrés: Reina primero, madre después
La Reina se encuentra de nuevo intentando salvar la institución a pesar de su familia como ha hecho siempre
Siempre se ha dicho que el príncipe Andrés es el hijo favorito de Isabel II. Sin embargo, el código real del deber –que dicta país primero, devoción familiar después– está impreso en el ADN de la monarca, de 95 años. Por lo tanto, al igual que sucediera con su abuela, la reina María –que hizo caso omiso de sus instintos maternales para salvar la monarquía en el momento de la abdicación de Eduardo VIII, cuando este se quiso casar con la divorciada socialité Wallis Simpson– Isabel II está haciendo ahora todo lo necesario para preservar la institución a la que se ha comprometido toda su vida.
De ahí que haya despojado al príncipe Andrés de todos los honores militares y el tratamiento de Su Alteza Real. Tampoco tenía más margen de maniobra, tras el escándalo creado en el Reino Unido después de un juez de la corte civil de Nueva York haya rechazado los argumentos del duque de York, que había pedido archivar la demanda de Virginia Giuffre. Desde hace años, ésta le acusa de haber mantenido relaciones sexuales con ella siendo aún menor de edad, cuando era explotada por una red controlada por el millonario norteamericano Jeffrey Epstein, que se suicidó en su celda en 2019 mientras esperaba veredicto por pedofilia.
La decisión histórica del magistrado hace tambalear los pilares del Palacio de Buckingham. Ver al hijo de la soberana afrontando un juicio de este calibre son palabras mayores. El proceso legal podría empezar a finales de este año. La única vía para librarse podría ser un acuerdo económico con la presunta víctima, en caso de que esta aceptara. Pero eso podría implicar asumir la culpa, y él siempre ha recalcado su inocencia.
Ciudadano privado
Despojado de sus afiliaciones militares y patronazgo reales, Andrés deberá defender su caso como ciudadano privado sin la protección a prueba de balas del Palacio. Y el juicio podría ser realmente humillante para su familia. Entre otras cosas, porque su hija, la princesa Beatriz, podría ser llamada a declarar, ya que el duque aseguró que estaba con ella en uno de los días en los que la presunta víctima asegura que tuvieron relaciones.
Fue la propia Isabel II quien notificó personalmente la decisión a su hijo en una reunión de 90 minutos. La monarca se había reunido previamente con el príncipe Carlos, heredero al trono, y su nieto, el príncipe Guillermo. Ambos quieren desmarcarse todo lo posible de la figura de Andrés.
Todo está siendo terriblemente complicado para la soberana. Pero sabe que debe defender la institución y evitar que todo el escándalo eclipse las celebraciones de este año del Jubileo de Platino para conmemorar sus 70 años en el trono en los que ha llevado a cabo una impoluta labor, mientras su familia ha ido hilando polémica con polémica.
Al duque de York llevaba persiguiéndole este escándalo desde 2011. Y la posibilidad de un juicio por abuso de menores era un fantasma que desde hace tiempo llevaba sobrevolando Palacio. La decisión de quitarle ahora sus honores militares y el tratamiento de Alteza Real supone un punto de inflexión. Pero, para muchos, la medida llega demasiado tarde.
Tras la decisión el pasado miércoles del juez, 152 militares de alto rango mandaban una carta a la reina mostrando su malestar ante el hecho de que éste siguiera conservando sus títulos. «Entendemos que es su hijo, pero le escribimos en su calidad de jefa de Estado y comandante en jefe del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. Estos pasos podrían haberse tomado en cualquier momento en los últimos 11 años. Por favor, no deje pasar más tiempo», afirmaba la misiva.
Se dice que Isabel II no pensaba que toda esta tormenta iba a dañar la imagen de la monarquía porque -quitando el vínculo afectivo- consideraba a Andrés como una parte «irrelevante» de la institución. Al fin y al cabo, es el noveno en la línea de sucesión. Pero la carta fue un gran toque de atención.
Penny Junor, autora de una serie de biografías de la familia real, aseguraba en la BBC que la acción se debería haber tomado en noviembre de 2019, tras la desastrosa entrevista concedida a la cadena pública con la que Andrés intentó lavar su imagen, pero acabó metiéndose aún más en el barro al hablar de su amistad con Jeffrey Epstein. Tras la intervención, Palacio de Buckingham apartó al príncipe de la agenda pública. Pero está claro que no fue suficiente.
«Es difícil saber si ha sido Andrés quien ha entrado en razón y ha visto el enorme daño que está causando al aferrarse a sus títulos o si finalmente fue la reina la que tomó la decisión de que esto no podía continuar», explicaba Junor. «Cuando tienes 150 veteranos escribiendo a la Reina para decirle que las cosas no están funcionando, eso no tiene precedentes. Y empezaba a dañarla», concluye.
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