¿Nuevo destino?
Los corgis de Isabel II, capítulo final
UK, más pendiente de con quién se quedan los perros que de según qué escándalos reales

Cero ironía: en las últimas dos semanas, la conversación pública en Reino Unido se ha desplazado desde "el drama Andrés" hacia una inquietud mucho más emocional: ¿dónde van a vivir Muick y Sandy? Son los dos corgis que sobrevivieron a Isabel II y que, desde 2022, estaban bajo el cuidado conjunto del príncipe Andrés y Sarah Ferguson en Royal Lodge, Windsor.
Pero Carlos III ha ejecutado el desahucio definitivo de Royal Lodge y, en ese movimiento, la expareja -que llevaba décadas conviviendo pese al divorcio- se separa por fin. Cada uno se va a vivir a una casa distinta. Y ahí nace la pregunta nueva, íntimamente británica y profundamente simbólica: ¿dónde duermen ahora los perros más icónicos del país?
En familia
La preocupación pública ha sido tan intensa que Buckingham Palace se ha visto obligado a intervenir. En una declaración a "The Independent", la Casa Real confirmó que los corgis "permanecerán en la familia". Pero no especificó con quién. Tampoco dónde. Tampoco cuándo.
Ese silencio no es casual. En UK hay consenso en que esos dos animales son patrimonio emocional nacional. Reducir el relato a "unos perros dividiendo una mudanza" es no haber comprendido nada: son el último hilo vivo de una era. Y al mismo tiempo son la metáfora perfecta del vacío que deja una monarquía que ya no tiene centro gravitacional.
Hay una favorita clara: Sarah Ferguson. Por vínculo emocional, por continuidad narrativa y porque ha sido la única en articular en público lo que estos perros representan. Hace solo unas semanas, publicó en Instagram una fotografía de Muick y Sandy con un texto de duelo puro -el tercero desde la muerte de Isabel-: "cuidar de los corgis de Su Majestad es un honor… y un recordatorio diario". Nadie más puede decir eso sin sonar a performance.
Hay también un fragmento suyo que resume por qué la hipótesis Ferguson es la más sólida. Decía: cuando Muick y Sandy ladran sin razón, ella imagina que es porque "la reina está pasando por allí". Esa frase es potencia literaria. Es fan fiction monárquica. Y es también la verdad profunda de este caso.
Estos perros ya no son perros. Son un relicario vivo. Y su domicilio futuro será otro capítulo del relato Windsor post-Isabel: la era en la que la monarquía británica perdió a la única persona capaz de convertirlo todo en institución.