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Memorias

Don Juan Carlos: "Sofía no tiene igual en mi vida y seguirá siendo así"

El Monarca rompe la última regla de su padre -que los Reyes no confiesan- y firma sus memorias desde el exilio voluntario de la isla de Nurai. Nostalgia, culpa, legado, Sofía, y el vértigo de un hombre que ya solo tiene un loro, un mar, y el tiempo

El Rey Juan Carlos y la Reina Sofía Gtres

La casa de Juan Carlos I en Abu Dabi es un país mental: tres olivos centenarios trasplantados desde España, un loro mudo con cresta roja y amarilla, jamón ibérico en la mesa, periódicos españoles, un retrato suyo navegando. El Mediterráneo reinventado. Y un Rey sin corte. Porque, como él mismo admite, "ya no hay corte, únicamente un hombre solo con sus recuerdos".

La reina emérita Sofía (izq.) y el rey emérito Juan Carlos llegan para asistir a la ceremonia de boda real del príncipe heredero de Jordania Hussein con su prometida, la princesa Rajwa Al Saif de Arabia SauditaROYAL HASHEMITE COURTAgencia EFE

El ex Jefe del Estado recibe a Stéphane Bern con el mar como pantalla, y dicta titulares que son bisturí: "'Sofi’ no tiene igual en mi vida y seguirá siendo así", "Nunca he dejado de servir a España y al pueblo español; así me crio mi padre.

Reconoce que echa de menos España todos los días. Reconoce nostalgia: "como si España se me hubiera quedado pegada a la piel". Reconoce la verdad política de su exilio: no fue por procesos judiciales -hoy cerrados- sino para no perjudicar a Felipe VI. Su única obsesión, según Laurence Debray, es esa: "no avergonzar a su hijo".

El Rey recupera energía cuando habla de navegar el "Bribón" -cuatro veces campeón del mundo-. Porque en el fondo, su metáfora sigue siendo marina: mantuvo el rumbo en tormenta.

Hay en esta etapa una liturgia emocional nueva: las llamadas telefónicas al Rey Simeón II de Bulgaria, a Farah Diba, a familiares. Las visitas salteadas de sus hijas. La ausencia de sus siete perros, que están con Doña Sofía en España. Y la presencia intangible de Sofía como ancla emocional. Porque en sus memorias no la maquilla: la define como "mujer excepcional, de integridad, bondad, rigor, dedicación y benevolencia".

Cuando Laurence Debray -que se mudó dos años a los Emiratos para escribir con él- le pregunta por qué no esperar a publicar tras su muerte, él contesta que quiere ver y asumir la responsabilidad del libro en vida. No eludir. No esconder. No maquillar. "Confesar". La palabra que su padre le prohibió.

"Los Reyes no lloran", dice. Pero sabemos que sí lloró en 1993, cuando enterró a Don Juan en El Escorial. Y sabemos -porque el propio Juan Carlos lo confirma- que hay un tipo de lágrima que no necesita agua: la de la nostalgia.

El Emérito ha titulado su libro "Reconciliación". Porque quiere reconciliarse con la Historia y con la lectura de la Historia. Quiere contar a su nieta Leonor -que es portada de "¡HOLA!" sobre la mesa- que su futuro existe porque él sembró ese futuro.

Y quiere dejar escrito, en el único código que vale al final de una vida política larga: "Nunca he dejado de servir a España".

Las frases más impactantes del Rey Juan Carlos

-"Nunca he dejado de servir a España y al pueblo español; así me crio mi padre".

-"Llevo a España en mi corazón"

-"Los Reyes no lloran"

-"Mi única obsesión es no avergonzar a mi hijo"

-"Me fui para no estorbar a Felipe VI”

-"Necesitaba contar mi verdad antes de morir, tenía que asumirla yo en vida"

-"España no podría haber tenido una Reina más devota e irreprochable"

-"No hay un solo día en que la nostalgia no me invada"

-"Pensé que me alejaría solo unas semanas"

"¿Qué hombre no ha cometido errores?"

Sofía y Juan Carlos, "compañeros de vejez"

En febrero de 2020, cuando la monarquía española estaba en su peor pantalla de juicio y el Emérito aún no había hecho las maletas a Abu Dabi, Sofía hizo un movimiento silencioso (y milimétrico, como todo en ella). Apareció en un acto con el anillo de compromiso. Oro, diamantes, gesto, símbolo. No era nostalgia: era mensaje. Y era estrategia. Los que mejor la conocen lo dijeron entonces: no era exhibicionismo; era declaración de estado emocional.

El pasado 2 de noviembre Sofía cumplió 87. Con Don Juan Carlos habla por teléfono. Mucho. Sobre salud, sobre hijos, sobre nietos; sobre Irene, sobre Urdangarín Jr. y sobre la evolución casi épica de Leonor. Hablan como esos ex que ya no tienen nada que demostrar. Hablan como compañeros de vejez.

Esto no es reconciliación conyugal. Es reconciliación vital. Es memoria compartida. Es esa lealtad silenciosa que solo se entiende tras haber atravesado juntos la historia.

El look de la Reina Sofía junto a su hijo.Gtres

Pero hay frontera: las nietas. Juan Carlos se lamenta de la distancia. Sofía protege al hijo. Y si algún día hubiera dilema, nadie duda de dónde estaría ella: al lado de Felipe. Porque siempre puso el deber antes que la vida. Porque ella sí representa la idea de institución sin grietas.

La historia ya la conocemos: las infidelidades, la huida a India, la madre que la obligó a volver "como reina". Y sin embargo, hoy, él escribe en su libro palabras que parecen el cierre final de toda una era: Sofía, como su único norte. "Es una mujer excepcional, íntegra, bondadosa… España no pudo tener una Reina más irreprochable".

Sofía y Juan Carlos ya no son matrimonio. Son otra cosa: legado mutuo. Y, sobre todo, testigos del pasado del otro.