
Dinastías
Emmanuel Filiberto de Saboya vende la mansión familiar en la que su padre, Víctor Manuel, mató a un hombre: esta es su negra historia
Ocurrió durante el verano de 1978 y sumió a la malograda familia en un profundo escándalo que se extendió durante años

La ficción estadounidense nos ha enseñado que las mansiones cuyas paredes albergan negras historias de crímenes son más difíciles de vender. Los interesados se muestran reacios a adquirir una propiedad en la que se ha producido una muerte violenta, pero otros tantos ven en el funesto inmueble una oportunidad para comprarlo a un precio muy por debajo del mercado. En el caso de Emmanuel Filiberto de Saboya, la última dinastía que reinó en Italia, ha puesto a la venta la vivienda en la que su padre, Víctor Manuel, mató por accidente a otro hombre.
Se trata de la casa familiar que poseían en la isla de Cavallo, en Córcega, levantada en una roca que asoma al mar. Un escenario propio de cualquier novela de Ágatha Christie pero cuya historia real superó, una vez más, a la ficción.
Todo ocurrió en agosto de 1978, cuando Víctor Manuel de Saboya, heredero al trono de Italia en el exilio, se encontraba en la isla, donde entonces veraneaba la élite europea. Según su versión, estaba intentando ahuyentar a unos supuestos intrusos cerca de su embarcación y disparó con un rifle, pero una bala alcanzó accidentalmente al joven alemán Dirk Hamer, que dormía a bordo de otro barco. Hamer quedó gravemente herido y murió meses después. El caso desató un escándalo internacional y un largo proceso judicial en Francia, que décadas más tarde terminó con la absolución de Víctor Manuel de homicidio, aunque su imagen pública quedó profundamente dañada.

La casa en cuestión fue construida en los años 70 bajo la orden del príncipe Víctor Manuel de Saboya, que la mandó construir como refugio durante su exilio. Diseñada por el arquitecto Savin Couëlle, se trata de un auténtico ejemplo de arquitectura-escultura: un edificio realizado en granito que se mimetiza casi por completo con el paisaje rocoso, al punto de volverse casi imperceptible desde el cielo.
Con una superficie de unos 400 metros cuadrados, la residencia cuenta con catorce habitaciones distribuidas armoniosamente y fue especialmente decorada por la princesa Marina, quien dedicó cinco años a adaptarla a su gusto.
Desde el aire, la villa parece surgir de la roca en la que está construida, ofreciendo vistas espectaculares hacia una cala de aguas cristalinas. Su diseño escultural se integra perfectamente con la naturaleza, respetando y realzando el entorno costero privilegiado de Cavallo.
Unas prestaciones que, pese a su negra historia, elevan su precio de salida hasta los 18 millones de euros que pide Emmanuel Filiberto de Saboya para desprenderse de la casa familiar.
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