Familia Grimaldi
Estefanía de Mónaco, a los 60 años: "Es hora de jubilarme. Me lo merezco"
La princesa rebelde deja atrás décadas de exposición pública y se retira de sus obligaciones institucionales, salvo una excepción: la lucha contra el VIH
Estefanía de Mónaco ha dicho basta. A sus 60 años, la que fuera durante décadas el rostro más disruptivo y atípico de la realeza europea ha decidido dar un paso atrás. La princesa ha anunciado su retiro de la vida institucional en una sincera entrevista con el medio francés "Point de vue". "Ya no le veo sentido a hablar de mí. Eso nunca ha sido lo mío. Tengo 60 años, siento que he dado suficiente y, sobre todo, he dicho todo lo que tenía que decir", sentenció con claridad.
Apodada durante años la "princesa rebelde", Estefanía ha vivido bajo el escrutinio público desde su nacimiento, primero como la hija menor de los príncipes Rainiero y Grace Kelly, después como superviviente del accidente que le costó la vida a su madre, y más tarde por sus decisiones personales, profesionales y sentimentales que desafiaron los protocolos del Palacio de Mónaco. Intentó ser cantante, se enamoró de artistas circenses, posó para revistas y trabajó en el mundo del espectáculo, alejándose con frecuencia del estereotipo de princesa clásica. En sus propias palabras, ha vivido "diez vidas en una sola".
"A partir de ahora, aspiro a algo más"
El retiro de Estefanía no es una abdicación forzada ni un adiós abrupto. Es, más bien, una elección natural y meditada. Lejos de sentirse obligada a seguir representando al principado, la hermana de Alberto y Carolina prefiere ahora una vida discreta, en familia, centrada en sus hijos y nietos. "Es hora de jubilarme. Me lo merezco", afirma con convicción.
Pese a que su agenda oficial no ha sido particularmente densa en los últimos años, los compromisos siguen pesándole. Estefanía ha vivido durante mucho tiempo sin buscar focos ni protagonismo, y aunque ha participado en actos institucionales, lo ha hecho siempre desde una posición modesta. Ahora, siente que ha llegado el momento de dejar espacio a la siguiente generación.
Una única excepción: el sida
Sin embargo, la princesa ha dejado claro que no se retirará del todo. Hay una causa que sigue dándole sentido a su labor pública: la lucha contra el VIH. Comprometida desde hace décadas con esta causa, Estefanía se ha convertido en una figura clave en la sensibilización y el apoyo a enfermos de sida. El pasado 4 de junio visitó, junto a su hija Camille Gottlieb, la "Maison de Vie", en Carpentras, un centro que ella misma inauguró hace 15 años y que continúa ofreciendo asistencia a pacientes seropositivos.
"Siempre estaré presente para hablar del VIH y de las batallas todavía pendientes", prometió, reafirmando que su activismo no se detiene con su jubilación. Su hija Camille, quien la acompañó en la visita, parece estar preparada para continuar el legado solidario de su madre. "Estoy orgullosa de cederles el testigo", dijo Estefanía sobre sus hijos.
Estefanía de Mónaco nunca fue una royal al uso. Desafió normas, evitó el lujo innecesario y optó por una vida más sencilla y cercana. Ahora, tras seis décadas de luces y sombras, polémicas y admiraciones, la princesa se despide con la misma coherencia con la que ha vivido: haciendo lo que cree justo y sin miedo a apartarse del camino establecido. Como siempre, fiel a sí misma.