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La Infanta Elena: más visible que nunca y sin leer las memorias paternas
El resurgir oficial de la primogénita de Don Juan Carlos y Doña Sofía es un hecho: sustituye a su madre donde se la llama
Que la Infanta Elena tenga una agenda pública cada vez más abultada es un hecho. Hubo un tiempo, no hace mucho, en que poco o nada se sabía de la hija mayor de Don Juan Carlos y Doña Sofía. Dejó de formar parte de la agenda oficial como miembro del organigrama Familia Real para pasar al estatus de Familia del Rey. Un escalón por debajo, que ella asumió con su habitual discreción. Y ese cambio hizo que la Duquesa de Lugo no tuviera responsabilidades institucionales y, por lo tanto, sus apariciones en actos relacionados con la Jefatura del Estado desaparecieron de la noche a la mañana. Así son las normas impuestas desde Zarzuela que la Infanta acepta. En esa etapa inicial tampoco hubo presencia en eventos culturales y sociales más allá de los organizados por Mapfre que se publicitan de una manera muy minoritaria. Todo se hizo de manera muy medida. En estos últimos meses su actividad ha dado un cambio y hay convocatorias a las que acude sin vetos a la Prensa más social. Y no hablamos solamente de sus apariciones en los cosos taurinos, donde también se cruza con sus hijos Felipe Froilán y Victoria Federica.
Mantiene como Infanta de España escolta muy reducida. Solo los que sabemos como funcionan nos percatamos de quienes forman parte de la seguridad. No llaman la atención y controlan el perímetro de seguridad, pero sin intermediar cuando los ciudadanos se acercan para saludarla. O para enviar mensajes para que los transmita al Rey padre. Estos momentos han sucedido en las últimas apariciones de la primogénita Borbón Grecia. En Sevilla, donde participó activamente en un homenaje a su gran amigos Luis Astolfi, en el club Pineda, con motivo de los premios Dona2 de la fundación Kike Osborne y el jueves, en Madrid, en la inauguración del Rastrillo Nuevo Futuro. En estos eventos, no hubo problema para que la gente se acercara e incluso la Prensa pudo tener unas palabras directas sin el habitual silencio y el «muchas gracias».
«Elena, no; Doña Elena»
El cambio de actitud y la visibilidad de estos últimos meses ha sido llamativo como aseguran los fotógrafos que suelen cubrir actos a los que acude la Infanta. De pasar a regañar cuando algún reportero se dirigía a ella solo con el nombre y respondía enfadada con su rictus Borbón: «Elena, no, Doña Elena» a una actitud divertida y simpática. Y hasta compartir cerveza con el grupo de periodistas que fuimos a la sede de Mapfre para dar apoyo informativo y personal a Fabiola Martínez en los premios de la fundación que llevan el nombre de su hijo Kike. Lo que leen. Una vez que finalizó el acto no se marchó como solía ser habitual en las que ejercía de Infanta en plan de «mi trabajo se ha acabado y me voy». Se quedó en el cóctel con los premiados, con los familiares y amigos de los galardonados como si no tuviera prisa. No había zona VIP y, por lo tanto, los que querían acercarse a ella lo hicieron. Incluso el grupo de periodistas que habíamos acudido al acto. Compartimos cervezas, jamón y charla. Al comentarle que últimamente tenía más visibilidad pública no dio más explicación que hablar de la actividad de Doña Sofía de la que decía que, a sus 87 años, tenía una fortaleza física impresionante. «Nos maravilla a todos».
Contó que no había leído las memorias de su padre y en cambio sí estaba de acuerdo del cambio de su hija Victoria con la Prensa. La explicación que nos dio era que al principio lo pasaba mal porque es muy tímida pero que poco a poco se iba soltando y estaba más relajada. En cuanto a Froilán (Felipe), los periodistas le comentamos que parecía que se encontraba muy feliz en Abu Dabi con Don Juan Carlos. Su respuesta fue afirmativa y esbozó una sonrisa.
Lo curioso es que esos cambios por parte de sus hijos también son aplicables a ella misma. Y no solo por sus muchas apariciones en lugares públicos, sino también (como ya he dicho más arriba) porque da la sensación de no estar incómoda. La vida de la Infanta con los hijos que son independientes laboralmente, aunque Victoria sigue viviendo en el domicilio materno, es muy estable. Viaja a Emiratos para estar con Don Juan Carlos, mantiene su mismo grupo de amigos de la hípica y del colegio con los que sale al campo o a cenar a locales que no forman parte de los circuitos de moda. Una vida que ahora tiene más visibilidad.