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Los animalistas en su contra

El príncipe Guillermo, abroncado en público por lo que hizo a su perra

Orla lleva cinco años en la familia de los príncipes de Gales, pero tardó dos años en ser presentada. Ahora es protagonista de un escándalo nacional

El príncipe Guillermo junto a su perra Orla y sus cachorros Redes sociales de Kensington

Cuando parece que se instala cierta tranquilidad en palacio, comienzan a resonar a lo lejos los tambores de guerra. Lo cierto es que nunca terminan por descansar tranquilos en Buckingham y cuando dan por zanjada una polémica, comienza una nueva a la que hacer frente, mientras los cimientos de la propia familia y de la institución se tambalean. Si mucho daño ha hecho la salida del príncipe Harry y su incómoda presencia en los medios, dando jaque con asiduidad a su padre y su hermano, la mirada crítica no se aleja demasiado de los fuertes de ‘La Firma’.

Así lo ha comprobado una vez más el príncipe Guillermo, dos semanas después de cumplir 43 años. Y es que la nueva controversia a la que debe hacer frente tiene mucho que ver con su celebración por su cumpleaños. No es que se le haya ido de manos la fiesta y ahora rinda cuentas por los excesos, sino todo lo contrario. Cuando trataba de dar una visión más austera y familiar, cediendo el protagonismo a su perrita Orla, le han llovido igualmente los reproches públicos. Y es que hay quienes piensan que viven en una realidad paralela, ajenos a los problemas reales que atormentan a muchos. Y no solo humanos, también perros.

Kate Middleton felicita el cumpleaños al príncipe Guillermo con esta fotografíaGtres

El príncipe Guillermo, abroncado por PETA

Con motivo de su 43 cumpleaños, el pasado 21 de junio el príncipe de Gales compartía una preciosa estampa en la que aparecía jugando con el miembro más desconocido de su familia. Se trata de su perrita Orla, la que habría sido mamá de una simpática camada. Una cockel spaniel que le ha generado una nueva polémica, porque desde la organización animalista ‘People for the Ethical Treatment of Animals’, PETA, les han sacado los colores. Y es que no ven con buenos ojos que se dediquen a criar perritos, traer más animales al mundo, cuando las perreras y refugios están atiborrados de mascotas abandonadas buscando un hogar.

Lo que denuncian es que, en vez de promover la adopción de animales que necesitan una segunda oportunidad, hagan alarde de gestionar camadas de perros persiguiendo una raza en concreto. Así lo entiende Elisa Allen, vicepresidenta de programas de PETA, que no ha dudado en regañar a Kate Middleton y, en especial, al príncipe Guillermo por su gesto público: “Tiene que saber que los refugios aquí y en todo el mundo están desbordados de cachorros desesperados por una segunda oportunidad en un hogar amoroso, y que producir una camada en medio de esta crisis de animales sin hogar está increíblemente fuera de contacto con la realidad”.

Las comparaciones suelen ser odiosas, pero no por ello menos acertadas y convenientes: “Si Guillermo quiere tomar las riendas, bien podría seguir el ejemplo de los reyes Carlos y Camilla, que optaron por adoptar de un refugio en lugar de contribuir al problema”. Y es que los príncipes de Gales consiguieron a Orla en 2020, como sustituta en sus vidas de Lupo, el perrito que James Middleton les regaló como detalle de boda. Pese a que lleve cinco años en el palacio de Kensington, lo cierto es que no fue hasta que cumplió dos años cuando la mostraron al mundo, con motivo del cumpleaños de la princesa Charlotte.

El príncipe Guillermo, siempre muy atento con los perrosGtres

Ahora, después de ser el miembro más discreto de la familia real británica, Orla está en boca de todos. También sus crías, pues desde varios tabloides británicos se han hecho eco de la queja pública de PETA. Pero algunos van más allá, como ‘Daily Mail’, que asegura que la intención del príncipe Guillermo y Kate Middleton es quedarse con uno de los cachorros para criarlo en casa y colmarle de amor y atenciones. ¿Y el resto? Aquí llega el problema y las críticas, pues se deshacen de él, los venden o regalan a amigos, perpetuando el sistema de comercialización de perros de raza, mientras otros pasan penurias en perreras y refugios a la espera de una familia dispuesta a abrirle las puertas.

Pero la demanda pública le ha salida cara también a PETA, pues el diputado conservador Andrew Rosindell ha entrado en juego. Después de denunciar al príncipe Guillermo por hacer que su perrita Orla tenga una camada, pone en duda el estatus de organización benéfica de PETA y pide que le quiten los beneficios fiscales de los que disfruta: “Es completamente erróneo que una organización extremista como PETA, que es descaradamente política en sus actividades, reciba las ventajas fiscales otorgadas a una organización benéfica, mientras que no utiliza las donaciones que recibe para ayudar a los animales necesitados”. Una acusación que ya han respondido: “El objetivo de PETA es, y siempre ha sido, reducir el sufrimiento de los animales y la gente está encantada de recibir información de nuestras encuestas y otros recursos verificados que les permitan tomar decisiones compasivas”.