Opinión
Buenafuente es mano de santo para los deprimidos
Ha contado Concha Velascoque, hace años, cuando perdió la casa y vivía en un hotel, para colmo de males apareció su ex Paco Marsó en la tele diciendo que nunca la había querido. Así que se bebió el minibar y le añadió, ya en plan despedida, una caja de Lexatin. En ese momento se acordó, que ya es acordarse en semejante trance, de ver el programa de Buenafuente, quizá por aquello de ir hacia el Más Allá con una sonrisa. Había algo más: Concha ha confesado que estaba enamorada del humorista. Después del shock por las ingratas palabras de Paco, era necesaria la aparición de otro amor que la consolara. Sea como fuere, el caso es que el cómico la hizo reír, reanimándola. La risa le provocó un ataque de tos, y la tos la llevó al vómito, y el vómito a la salvación. El médico del hotel diagnosticó: «Se ha hecho usted un lavado de estómago gracias a Buenafuente». El Vaticano no se ha pronunciado aún sobre un posible milagro, pero ha quedado claro que el humor de Andreu es mano de santo para los deprimidos en situaciones extremas. Muy completo: además de enamorar a las fans, cura sus depresiones y aleja las intenciones suicidas. Este caso debería estudiarlo Errejón, tan preocupado por la salud mental de los españoles en tiempos de pandemia. Como potencial suicida que soy desde que hace años Kim Basinger me rechazó definitivamente, sigo con especial interés lo referente a este asunto. El líder de Más País debería organizar un plan nacional de humor capitaneado por Buenafuente, que además lleva en el apellido la posibilidad del agua milagrosa. Con él, «Salvados» y «Sálvame», ¿para qué más?
✕
Accede a tu cuenta para comentar