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¿Para invadir Ucrania hace falta pasaporte Covid?

FILE Russian President Vladimir Putin attends a wreath laying commemoration ceremony at the Piskaryovskoye Cemetery where most of the Leningrad Siege victims were buried during World War II, in St.Petersburg, Russia, Thursday, Jan. 27, 2022. All eyes are now on President Vladimir Putin, who will decide how Russia will respond amid fears that Europe could again be plunged into war. (Alexei Nikolsky, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP, File)
FILE Russian President Vladimir Putin attends a wreath laying commemoration ceremony at the Piskaryovskoye Cemetery where most of the Leningrad Siege victims were buried during World War II, in St.Petersburg, Russia, Thursday, Jan. 27, 2022. All eyes are now on President Vladimir Putin, who will decide how Russia will respond amid fears that Europe could again be plunged into war. (Alexei Nikolsky, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP, File)Alexei NikolskyAgencia AP

Ahora ya sabemos que Pablo Iglesias externalizó su empresa extramuros de la Moncloa para poder decir la verdad. «Ya no soy político, puedo decir la verdad», confesó hace poco. La pista central del circo no podría vivir sin él: ha logrado meter dos gags en un solo chiste corto. Oigo decir que «Pablo ha vuelto». Difícil: nunca se ha ido. Ahí está, marcando paquete ideológico junto a Tezanos. Eso sí: su frase plantea nuevas hipótesis en la ciencia capilar: ¿cortarse la coleta ayuda a decir la verdad? Entonces, ¿la calvicie o las canas nos hacen más sinceros? ¿En «Sálvame» raparán al cero a los personajes invitados como método más efectivo que la máquina de la verdad? ¿El trasquilado se hará inevitable en los interrogatorios de la CIA?

Lo cierto es que el ideólogo podemita se rapó el moño y ahora no tiene pelos en la lengua. Cuando se depile a la cera los bajos y los sobacos, nos pondrá los pelos de punta con sus verdades como puños. Como puños cerrados, claro. Qué futuro, madre.

Yo soy el camino, la verdad y la vida, viene a decir Pablo Iglesias como Jesús a sus discípulos. Y desde el Sinaí de los tertulianos, levanta viejas pancartas sin reciclar: «No a la guerra» y «OTAN, de entrada, no». Todo esto mezclado con aquella película de 1966, «¡Que vienen los rusos!», y el retorno de la Guerra Más Fría (puede que corten el gas), el gran show está asegurado.

Solo falta Gila al teléfono: ¿Para invadir Ucrania hace falta el pasaporte Covid? ¿Y si tenemos cinco positivos en el batallón nos tendremos que confinar? ¿Distancia de seguridad obligatoria? Pues en el interior de los tanques lo tenemos difícil…