Politica

Vuelve el chal y la guerra a la teta

Polémica por el escote de la portavoz del Gobierno catalán, Patricia Plaja

La portavoz del Govern, Patrícia Plaja
La portavoz del Govern, Patrícia PlajaTV3

Hace muchos años, Rocío Juradollegó a grabar a Televisión Española con un escote vertiginoso y el censor de turno dijo que ni hablar, que esas exuberancias ponían al país en trance de pecado mortal. La artista se negó a cambiarse, pero al final tuvo que ceder y ponerse el chal que el censor exigía.

Medio siglo después ha vuelto el chal como símbolo de fanatismo pudoroso: en TV3, a la portavoz del Gobierno catalán,Patricia Plaja, le subieron la camiseta hasta casi el cuello, sujetándola con pinzas, para que su escote no provocara algo así como el apresurado retorno de Carles Puigdemont a Cataluña para contemplar de cerca tanta gloria o el frenesí rijoso de Gabriel Rufián para contrarrestar el éxtasis pepero. Y eso que eran tetas de la casa, o sea, tetas soberanistas con pezones apuntando a la autodeterminación. Digo yo que al menos deberían haber tenido el detalle de taparlas con un gran lazo amarillo.

Esto se veía venir desde que Rigoberta Bandini no pudo colocar la teta gigante de su «Ay, mamá» en el escaparate del Festival de Eurovisión. En su libro «La flecha de Apolo», Nicholas Christakis, director del Laboratorio de la Naturaleza Humana en Yale, anunció la orgía que iba a suponer el fin de la pandemia: «Será algo así como los años 20 del siglo pasado: noches agitadas y relajación de las costumbres sexuales». Erró su flecha. Ha venido lo «woke», la ola de puritanismo que viene ser como una nueva religión sin misterios y con dogmas, el «déjà vu» del chal que lo tapa todo para salvarnos.

TV3 no quiso excitar gratis a los constitucionalistas con las tetas soberanas de la portavoz de Govern. Ojo, Plaja: lo próximo podría ser la faja.