Paris Fashion Week
Lo orgánico y lo fabricado, claves de la nueva colección de LOEWE
La naturaleza y la tecnología se encuentran en un entorno donde la mente se expande
Hierba creciendo en la tela. Pájaros volando, peces nadando, agua goteando y humanos besándose en pantallas. Lo real y lo reproducido digitalmente. La naturaleza y la tecnología se encuentran en un entorno de un blanco deslumbrante, donde la mente se expande. La nueva colección de Loewe, presentada durante la Semana de la Moda de París, suscita perspectivas novedosas. Una fusión de lo orgánico y lo fabricado, concebida con el tono contundente y asertivo que representa, a todas luces, LOEWE. Las formas se reducen a su crudeza arquetípica, se estandarizan y luego se aumentan, encogen, laminan o se dejan al natural. Elementos básicos: la bomber, la sudadera con y sin capucha, el polo, la camisa, el pantalón de chándal, los pantalones cortos, la chaqueta encerada, la parka. Confeccionados en napa acolchada, o algodón tratado con ozono que los hace parecer como si hubieran estado enterrados bajo tierra. Lo impoluto y lo desgastado. Reliquias tecnológicas —auriculares, un pen drive, una funda de teléfono— se acumulan en el abrigo de cuero.
Las plantas de chía y la hierba gatera crecen en abrigos, sudaderas, pantalones de chándal y zapatillas en un proceso perfeccionado en colaboración con la diseñadora Paula Ulargui Escalona. Las pantallas convierten los abrigos y los tops en dispositivos de proyección. Arquetipos sólidos en colores sólidos: neutros, con acentos brillantes.
Arquetipos de bolsos tote, estuches rígidos, el Puzzle en una versión de color sólido y convertido en unos pantalones cortos. Zapatillas acolchadas, hierba brotando de las Flow runner. Una visión poética a través del filtro de la tecnología digital, que expande la percepción y los límites de la materialidad en la confección. La circularidad importa: en un sentido u otro. Acerca de las plantas y las prendas Las plantas que se han cultivado en prendas y zapatos son el resultado de un proceso experimental desarrollado en colaboración con Paula Ulargui Escalona.
La idea es que con el tiempo las piezas se fusionen con la naturaleza. Tras veinte días en un invernadero especialmente diseñado en las afueras de París, las plantas alcanzaron su nivel de crecimiento óptimo. Requieren un riego y un mantenimiento continuados para garantizar un aspecto adecuado a la pasarela. Sobre la pasarela la yuxtaposición e integración de lo natural y lo fabricado continúa en el montaje del espectáculo.
El espacio es de un blanco deslumbrante. Los invitados siguen un discurrir natural para llegar a sus respectivos asientos, una experiencia orgánica. Las tribunas permiten ver el espectáculo de manera frontal, con modelos que crecen en el horizonte y se acercan paulatinamente. De nuevo, una experiencia orgánica.
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