EGOS
Laura Escanes, la chica escaparate
Una vida a lo show de Truman pero en versión dos punto cero del papel couché
Desde su separación de Risto Mejide (se casaron en 2017 y son padres de una niña de tres años), los rumores de nuevo novio de Laura Escanes son constantes. Pero claro, es a lo que una se arriesga si hace de exponer su vida privada una profesión (bien) remunerada. Hemos sabido de su idas y sus venidas a través de las redes como si fuera nuestra prima hermana: sabemos lo que come, lo que calza, dónde está y con quién, qué hace, si entra o si sale, lo que le gusta y lo que detesta… Vivimos su relación con Mejide en primera fila, su embarazo y el nacimiento de su hija, su separación. Y tras esta, queríamos saber cómo iba el siguiente capítulo, claro. ¿O alguien dejó de ver «Lost» en el cuarto episodio de la tercera temporada? Entiéndanme, estoy utilizando el plural mayestático en solidaridad con los que han seguido el culebrón y ahora quieren más de lo mismo.
Comprendo la sensación del tendío. El público pide lo que cree que se le debe y una se debe a su público, sobre todo si vive exclusivamente de él. Ahora que la han pillado besándose con El Nuevo, surgen los rumores de si ya estaba o no estaba antes. Risto se pone mohíno y toca una canción triste. El respetable se echa las manos a la cabeza y cree que ahí había truco. Pero es que la criatura Laura tiene 26 años y es normal. A nadie le extrañaría que cualquiera a su edad se besase con alguien.
La diferencia es que, con esa edad, uno anda zascandileando por ahí sin que nadie le conozca. Acabando una carrera o encontrando un primer empleo entre beso y beso, esas cosas, y la vida de «La Escanes» es y ha sido un escaparate. Uno muy, muy rentable, y aunque ahora esa atención mediática le agobie no debería olvidar que es ella misma quien lo ha monetizado. ¿Son culpables sus seguidores de necesitar ahora más de lo que se les ha dado, de aquello a lo que alguien les ha acostumbrado? ¿Lo son de sentirse decepcionados si de pronto se les pone una barrera de hierro dónde antes no la había? Es complicado el equilibrio entre la vida privada y la esfera pública cuando es uno el responsable de haber difuminado los límites cuando le convenía y pretende marcarlos con infranqueable línea roja cuando así una lo decide.
Hace apenas un mes de una ruptura retransmitida casi a tiempo real, pero ahora no va, dice, ni a desmentir ni a confirmar que está o no con «El Nuevo». Tardará en hacerlo, como vidente experimentada lo digo, lo que tarde en darse cuenta de que lo que de ella interesa es ahora lo mismo que antes: la exhibición constante de una vida. A lo show de Truman pero en la versión 2.0 del papel couché.
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